HEBREOS 8, 1 – 5

Hebreos 8  “Jesús, mediador de un nuevo pacto” parte 1.

 

1    Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos;

2   Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.

3   Porque todo pontífice es puesto para ofrecer presentes y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tuviese algo que ofrecer.

4   Así que, si estuviese sobre la tierra, ni aun sería sacerdote, habiendo aún los sacerdotes que ofrecen los presentes según la ley;

5   Los cuales sirven de bosquejo y sombra de las cosas celestiales, como fue respondido a Moisés cuando había de acabar el tabernáculo: Mira, dice, haz todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado en el monte.

6   Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas.

7    Porque si aquel primero fuera sin falta, cierto no se hubiera procurado lugar de segundo.

8   Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, y consumaré para con la casa de Israel y para con la casa de Judá un nuevo pacto;

9   No como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto: porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo los menosprecié, dice el Señor.

10   Por lo cual, este es el pacto que ordenaré a la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos, y sobre el corazón de ellos las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo:

11  Y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor: porque todos me conocerán, desde el menor de ellos hasta el mayor.

12  Porque seré propicio a sus injusticias, y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más.

13  Diciendo, Nuevo pacto, dio por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está de desvanecerse.

 

Hoy nos detendremos en Hebreos 8.

 

Este capítulo, el apóstol, da inicio a un nuevo tema en el desarrollo de la superioridad de Cristo respecto de todo lo creado y de los sacerdotes que ministraban al pueblo en el antiguo pacto, hasta ahora hemos meditado en la superioridad de la posición de Cristo y la superioridad de su sacerdocio, ahora comenzaremos a regocijarnos viendo su superioridad expresada en su ministerio sacerdotal y las bendiciones de las que somos objeto por ese ministerio.

 

Así que, la suma acerca de lo dicho es: Tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre.

 

Al escribir el apóstol la suma acerca de lo dicho es está afirmando que todo lo dicho qué, hasta este momento, nos ha mostrado la grandeza y superioridad del sacerdocio de Cristo, es ratificado por el lugar que, cumplido ya su propósito, ocupa, ÚNICO, nadie a parte de Él ha ocupado ese sitial: Tenemos tal pontífice que se asentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos…”

 

Como ya comentamos, los sacerdotes levíticos nunca se sentaban mientras estaban ministrando en el Templo pues los sacrificios se sucedían uno tras otro, día tras día, así el oficio que ejercía el sacerdote era un continuo trajín mientras cumplía su turno de servicio, ya que esos sacrificios ofrecidos nunca fueron de eficacia permanente y era necesario repetirlos constantemente, esa fue la historia que caracterizó al antiguo pacto de obras: era una tarea siempre incompleta por la rebelde  pecaminosidad del hombre.

 

Los sacerdotes levíticos desarrollaban un ministerio con el cual resultaba imposible hacer perfecto a quienes llevaban los animales para ser sacrificados en lugar de ellos. La finalidad de ese culto era ilustrar, al pueblo de Israel, el magnífico sacrificio perfecto que ofrecería el Mesías prometido, nuestro bendito Señor, que una vez cumplida su misión subió al cielo para ser recibido por el Padre.

 

Una vez, que en la cruz expresó ese sublime “Consumado es” cesó la necesidad de más sacrificios. Nuestro Sumo Sacerdote se había ofrecido en persona por nosotros, se ofreció a si mismo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ya no hay necesidad de más sacrificios, el sacrificio de Cristo era el sacrificio final, la obra de redención divina había quedado concluida, por eso nuestro Sumo Sacerdote luego de cumplida su misión ascendió a los cielos y a tomado su lugar a la diestra de Dios Padre.

 

En cuanto a la posición que ocupa Jesucristo en la gloria, el apóstol, que recordemos estaba escribiendo ésta epístola a los judíos está trayendo a la memoria de ellos el funcionamiento del Sanedrín, tribunal supremo judío, en los días de Jesús, cada vez que se reunían para llevar adelante un juicio había un escriba o secretario sentado a cada lado del juez que presidía, el de la izquierda debía llevar registro de las condenas, mientras el de la derecha registraba las absoluciones que el tribunal decretaba (Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él Juan 3:17), Jesús, no vino para condenar, sino que para salvar.

 

Nuestro Sumo Sacerdote hoy, sentado a la diestra de Dios, no solo ocupa un lugar de honor y poder, sino de misericordia intercediendo por cada uno de los hijos de Dios ante el Padre. ¡Gocémonos en tener a tan alto dignatario intercediendo por nosotros ante el Padre! Que a su misericordia le sigue su bondad en nuestro favor.

 

El Lugar Santísimo en el antiguo pacto representaba la presencia misma de Dios en medio de su pueblo, era permitido al Sumo Sacerdote levítico entrar sólo una vez al año y por un corto tiempo, sin embargo, nuestro Sumo Sacerdote ha entrado al Lugar Santísimo Celestial para permanecer en él eternamente y se ha sentado con Dios en su trono, esto da cuenta de que el propósito de su sacrificio se ha cumplido cabalmente.

 

Siempre ver un trono es una experiencia que sobrecoge, aunque es sólo un mueble que puede llevar siglos en un museo, un día lo ocupó un rey que era la ley en su nación, muchos lo miran y se ilusionan pensando en sentarse en él, pero habitualmente o hay guardias que impiden el paso o están detrás de un vidrio que impide acceder a ellos.

 

En Apocalipsis 3:21 hay una invitación muy especial Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. A propósito de esta invitación, que tal vez para muchos ha pasado inadvertida, hay preguntas de profunda reflexión personal que me gustaría dejar en sus corazones:

  • ¿Cómo NO DISFRUTAR de haber sido objeto de la gracia de Dios que, por su soberana voluntad, te ha escogido para ser hecho un hijo suyo?
  • ¿Te has detenido a pensar alguna vez que Dios lo hizo todo porque te amaba? ¡Qué gran privilegio es ese!, no todos pueden disfrutar este beneficio.
  • ¿Qué la única perfección que puedes hallar está escondida en Dios? Los hombres todos fallamos, Dios nunca.
  • ¿Cómo está tu relación con Dios hoy? Si no es la mejor ¿Por qué permites que sea así?, doblega tu voluntad a la voluntad de Dios.
  • ¿Vale la pena mantenerte en esa condición? ¿no será mejor volver y desandar el camino hecho en una dirección que en vez de atraerte hacia tu Señor te aleja de Él?

 

En el vers. 2 se llama a Jesús “Ministro del santuario”.

 

Dios le mostró o reveló a Moisés los planos del Tabernáculo, una joya de gran sencillez pero tremendo simbolismo. Todo en él era una figura que ilustraba el plan de redención y la santidad de Dios. El pueblo de Israel fue celoso y muy cuidadoso en su confección, unos 500 años después el rey Salomón llevó a cabo la construcción del Templo en Jerusalem, magnífico, no hubo detalle dejado al azar, sin embargo, ante la majestuosa grandeza de Jehová, esa obra que, desde la óptica humana era espléndida, era la nada misma, el propio Salomón lo reconoce en su oración de dedicación del Templo: Mas ¿es verdad que Dios ha de habitar con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte: ¿cuánto menos esta casa que he edificado? 2° Crónicas 6:18. En ambos casos vemos figuras o tipos que nos señalan hacia el santuario verdadero, eterno, aquel que hoy ocupa nuestro Sumo Sacerdote.

 

El Tabernáculo y el Templo sólo fueron una figura del santuario verdadero y eterno, no hecho por hombres, pues todo lo que el hombre hace es temporal e imperfecto, de una manera u otra todo lo que sale de la mano del hombre sale con la mancha del pecado que lo torna en imperfecto e insignificante, intrascendente. Sólo lo que está fundado en Dios es permanente, por eso el Señor Jesús en el Sermón del Monte nos instruyó diciendo:

 

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompe, y donde ladrones minan y hurtan; mas haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompe, y donde ladrones no minan ni hurtan: Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.” Mateo 6:19–21 

 

Ha resultado impresionante lo que está ocurriendo con el COVID–19 y las consecuencias económicas que está generando, las acciones que se transan en las Bolsas del mundo se han desplomado, grandes fortunas, que parecían muy sólidas de la noche a la mañana han desaparecido, así es este mundo, por eso es que el Señor nos llama a no poner la mira en las cosas que el mundo, tan atractivamente, nos ofrece. No pongas tu mirada en lo que el mundo ofrece, todo pasará, Pablo aconsejando a Timoteo le escribe en 1ª Timoteo 6:7–9:

 

Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden a los hombres en perdición y muerte.

 

Y a los Romanos les confiesa: Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestadaRomanos 8:18.

 

Salomón dice: Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ellaProverbios 8:11. Recordemos que Proverbios cuando se refiere a la sabiduría entre otras cosas está haciendo referencia a Jesucristo y a la Palabra de Dios.

 

Hermano, estamos llamados a ir a ese tabernáculo no hecho por manos de hombres, junto a nuestro Sumo Sacerdote, entonces, deja de poner tu mira en lo que el mundo te ofrece, has como el apóstol Pablo, que exclamaba con un grito de victoria:

 

No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado de Cristo Jesús… una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:12–14.

 

Nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo, oró a su Padre: “quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo” (Juan 17:24). No te sorprendas que el mundo trate de acaparar tu atención y tus fuerzas, no quiere lo mejor para ti, quiere tu perdición. Si has estado alejado del Señor, siendo su hijo, lo mejor es que recapacites y vuelvas sin retrasar más el regreso, hallarás al Padre Celestial esperándote con los brazos abiertos.

 

Hay una solemne reflexión en Proverbios 5:9–13

Porque no des a los extraños tu honor, y tus años a cruel; porque no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo, y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión; y no oí la voz de los que me adoctrinaban, y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

 

Porque todo pontífice es puesto para ofrecer presentes y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tuviese algo que ofrecer.

Así que, si estuviese sobre la tierra, ni aun sería sacerdote, habiendo aún los sacerdotes que ofrecen los presentes según la ley; los cuales sirven de bosquejo y sombra de las cosas celestiales, como fue respondido a Moisés cuando había de acabar el tabernáculo: Mira, dice, haz todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado en el monte.

 

Los sacerdotes levíticos fueron puestos para ofrecer los sacrificios y ofrendas del pueblo, ellos cumplían su cometido, a precio, a lo más, del cansancio físico (Durante la semana en que se celebraba la Pascua se estima que hubo ocasiones en que se sacrificaron unos 300.000 animales, esto es unos 30 sacrificios por minuto), nuestro Sumo Sacerdote en cambio estuvo dispuesto a ofrecerse a sí mismo como EL SACRIFICIO.

 

En Génesis 22 Dios proveyó de un carnero para que Abraham lo sacrificara en lugar de su hijo Isaac, pero para Jesús no hubo sustituto, Él era a quien apuntaron todos los sacrificios del Antiguo Testamento y había llegado la hora del sacrificio final, el del Hijo Unigénito del Padre, de Jesús. Aunque históricamente los judíos continuaron ofreciendo sacrificios hasta el año 70 cuando el General Tito destruyó el Templo y Jerusalem, el sacrificio de Cristo dejó como innecesario todo sacrificio ofrecido posterior al suyo.

 

Con el sacrificio de Cristo en la cruz se cerraba el Antiguo Pacto de las Obras y comenzaba un Nuevo Pacto, el de la Gracia.

© 2024 Iglesia Smirna All Rights Reserved   

Theme Smartpress by Level9themes.