HEBREOS 1, 3
Hebreos 1:1–4
1 Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
2 En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo:
3 El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
4 Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos.
Continuemos considerando algunos aspectos que encontramos en la epístola a los Hebreos.
Uno de nuestros objetivos en esta serie de mensajes que estamos considerando en la epístola a los Hebreos es que como congregación profundicemos en las enseñanzas en que hemos sido formados, esto es que cada uno de los creyentes desarrolle en su vida, por obra de la gracia de Dios, un alto concepto de Dios y de su Palabra.
Ya meditamos en parte de los dos primeros versículos:
Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo”
La superioridad de Cristo se muestra mediante su poder creador.
Nos ha quedo pendiente la última parte del vers. 2. y para acercarnos a este texto daremos lectura a Colosenses 1:15–17, donde el apóstol Pablo refiriéndose a Jesús deja patente la superioridad de su posición al escribir:
“El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura.
Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él.
Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten”
Cristo Jesús, no nació al momento de darlo a luz María en el pesebre en Belén. Él “es la imagen del Dios invisible”, Él siempre ha existido, el es Dios Hijo, lo reconocemos como la 2ª persona de la Trinidad, pero eso no significa que sea menos Dios que Dios Padre, y lo mismo podemos decir del Espíritu Santo. Hay un solo Dios, en tres personas, bendita Santísima Trinidad. No les pido comprender la Trinidad, nuestra mente es totalmente incapaz de comprenderla, han intentado buscar ilustraciones que permitan facilitar su comprensión, pero todas han resultado malas, porque es lo más excelso que existe, es simplemente Dios, que siempre ha sido, es y será, nunca cambia, es inmutable, gobierna y tiene bajo control todo, nada lo toma por sorpresa, incluso los malvados son usados por Dios para hacer cumplir sus propósitos eternos, ejemplo de esto abundan en la Palabra de Dios, sólo recordemos tres casos, el profeta Jeremías al profetizar sobre el destino del Reino del Sur, al pagano rey Nabucodonosor dice que Jehová lo llama “mi siervo” (Jeremías 25:9), e Isaías se refiere al pagano rey Ciro, rey de Persia, “Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha” (Isaías 45:1), y el último ejemplo que citaremos hoy es el de los hermanos de José que lo vendieron a Egipto para deshacerse de él y José les tiene que aclarar las cosas: “Vosotros pensasteis mal sobre mí (me quisieron hacer mal), mas Dios lo encaminó a bien…” (Génesis 50:20) y lo mismo podemos aplicarlo a nosotros cuando leemos: “Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados”. Romanos 8:28 porque Dios está en control de todo y tiene el poder para que todo lo que suceda resulte para su honra y gloria.
Jesús estuvo presente en la eternidad participando en el Pacto en que la Trinidad estableció el Plan de Redención, luego estuvo presente en la Creación de todo, Juan se refiere a este Ser Infinito y Todopoderoso:
“Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” Juan 1:3–4.
SI, JESÚS, el Hijo de Dios, participó en el acto de creación del Universo, y hoy lo gobierna, pero no sólo gobierna el Universo, por Él todas las cosas subsisten. Y de esta afirmación que hemos leído en Colosenses 1, no hay nada ni nadie que escape, todo ocurre según los propósitos soberanos de Dios, Incluso situaciones tan difíciles como las que estamos viviendo en estos días de Pandemia, Dios tiene sus propósitos y los está llevando a cabo ¿Qué tenía que suceder para que el pueblo de Dios estuviera dispuesto a doblar sus rodillas cómo si fuera una sola persona para implorar a Dios? Creemos que en el futuro, no muy lejano, habrá situaciones de mucha más aflicción que lo que estamos viviendo hoy, pero serán días por los que la iglesia no pasará pues estaremos en la celebración de las Bodas del Cordero mientras este mundo esté debatiéndose entre la vida y la muerte en la Gran Tribulación.
Nada escapa al control soberano de nuestro Dios. Absolutamente nada.
Vamos a nuestro versículo 3:
“El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”
Es una enumeración de cinco características propias del Hijo de Dios, de Jesús, que sólo las encontramos en Él.
El resplandor de Cristo es único.
Estamos hablando de Cristo Jesús, el Ungido Salvador. Del Hijo de Dios.
Pablo está mostrando a sus compatriotas las excelencias de Jesús.
Como dice Juan:
“Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:14
En Cristo vemos reflejada la gloria de Dios, Él es la manifestación de Dios, Él nos revela al Padre, leemos: “A Dios nadie le vio jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró”. Juan 1:18. Esta es una función que ha sido encomendada al Hijo: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2ª Corintios 4:6.
En Cristo podemos ver el resplandor de la gloria de Dios.
Su naturaleza es exclusiva.
En la siguiente expresión, Pablo nos lleva a pensar en el ser de Cristo, Jesús es el resplandor de la gloria de Dios pero no sólo es eso como una manifestación encargada a un tercero, porque no se ha encontrado nada ni nadie que pueda cumplir esa función de reflejar la gloria de Dios en forma permanente, de esto dan cuentas las Sagradas Escrituras, mencionando dos casos notables:
- Es un caso cierto que la naturaleza de alguna manera nos permite ver el reflejo de nuestro Dios creador, así lo reconoce David al escribir “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos” Salmo 19:1 y Pablo responde a este argumento escribiendo: “Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; de modo que son inexcusables: porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido” Romanos 1:20–21.
- Recordemos que ocurría en el Sinaí cuando Moisés subía al monte y Dios mantenía esa hermosa comunión con él, al bajar al pueblo su rostro resplandecía de tal modo que el pueblo no podía mirarlo a la cara y tuvieron que colocarle un velo que tapara el reflejo de la gloria de Dios que mostraba Moisés en su rostro (Éxodo 34), pero ese reflejo con el paso de los días iba perdiendo fulgor.
En el caso de Cristo, no es posible esa pérdida de brillantez, pues Él es Dios mismo, Él es la fuente de la luz, Leemos en el Salmo 36:9 “Porque contigo está el manantial de la vida: en tu luz veremos la luz”.
La superioridad de Cristo se expresa en su administración de toda la Creación.
Otra característica que Pablo presenta de Cristo es su poder de administrar toda la creación: “sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia”, como ya lo hemos dicho, Cristo estuvo presente en la Creación participando activamente en cada definición de creación, Juan lo llama “El Verbo”, esto es acción, palabra con poder, y es eso lo que encontramos en el relato de Génesis 1: “Dijo Dios sea… y fue así”. Ahí estaba Jesús cumpliendo el mandato de Dios y siendo la voz de Dios obrando con poder creador.
Pero no sólo Cristo es el Creador, es también quien gobierna todo lo creado. Su soberanía no es claudicable. Satanás con su desfachatez y con la ceguera que produce el orgullo, osó tentar a Jesús, y en la tercera oportunidad que relata Mateo, Satanás pretende que Jesús lo adore para retirarse y entregarle el señorío sobre toda la humanidad, y Jesús con autoridad divina e invocando la Palabra de Dios le responde con un poder incontrarrestable:
Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás. El diablo entonces le dejó…” Mateo 4:10–11.
No hay poder que pueda hacer frente a nuestro bendito Salvador. Si el permaneció en la cruz expiando nuestros pecados, no fue por incapacidad para librarse de eso, fue por el inmenso amor que tenía por ti y por mí, fue su bondad y misericordia lo que mantuvo al Señor clavado a la cruz, era la única forma como podría administrar salvación a los escogidos por Dios, no había otra manera, y eso basto para que soberanamente decidiera quedarse ahí, desamparado incluso de su propio Padre. “Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 2ª Corintios 5:21
El mundo hoy es lo que es por consecuencia de los pecados de la humanidad, sin embargo, a pesar de eso, nada ocurre que Dios no lo permita, incluso la contingencia actual, todo está bajo el control de Cristo Jesús, esto debe ser un motivo de consuelo para los hijos de Dios. Tomar conciencia de este hecho, te hará vivir sin sobresalto e incertidumbre, la incertidumbre es propia de Satanás, es diabólica, la vida del cristiano se debe caracterizar por la certeza, esa misma certeza que expreso Job: “Yo se que mi redentor vive…”(Job 19:25).
Otro elemento de certeza y confianza que vemos en Cristo es el poder de su palabra. Podemos dar muchísimos ejemplos de esto.
“¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):
A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.
Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto”. Marcos 2:9–12.
La superioridad de Cristo expresada en su sacrificio
Este es nuestro Salvador que “habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo”
Estuvo dispuesto y disponible a dar su vida por nosotros. Pablo escribe a los Romanos y les dice:
“PORQUE la paga del pecado es muerte: MAS la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 6:23
Trataremos en profundidad este punto cuando lleguemos a los capítulos 7 y 10.
La superioridad de Cristo en su exaltación
“se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”
Es Rey de reyes y Señor de señores.
Permítanme destacar algunos puntos que para nosotros pueden pasar inadvertidos pero no fue lo que ocurrió con los receptores de esta carta. En el Tabernáculo primero y luego en el Templo no hubo sillas, los sacerdotes debían ministrar estando siempre de pie y una vez concluido el servicio salían y podían sentarse, pero ya no estaban en el lugar santo y mucho menos en el lugar santísimo.
Los sacerdotes no eran dignos de estar sentados en la presencia de Dios (lo que representaba el templo). Ese privilegio estaba sólo reservado al Rey y Sacerdote de nuestras almas, a Jesús. Los sacerdotes no podían parar en su servicio en el Templo, era presentar sacrificios tras sacrificios día tras día, porque según lo expresa Pablo tenían necesidad “los otros sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus pecados, y luego por los del pueblo” (Hebreos 7:27) y “Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” Hebreos 10:4.
Pero Jesús ofreció el sacrificio perfecto, un sacrificio de valor infinito, capaz de cubrir los pecados de toda la humanidad. Y que se hace eficaz en todos aquellos que Dios en su soberana voluntad escogió desde antes de la fundación del mundo.
Concluida la misión que el Padre le encomendó para consumar el Plan de redención, hoy ha sido recibido en la gloria de Dios Padre, David describe esto en el Salmo 110:
Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, en tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies.
La vara de tu fortaleza enviará Jehová desde Sión: domina en medio de tus enemigos.
Tu pueblo serálo de buena voluntad en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad: desde el seno de la aurora, tienes tú el rocío de tu juventud.
Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melchîsedech. Salmo 110:1–4.
“Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, la cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los cielos, sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cuál es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos”. Efesios 1:17–23.
Hemos meditado en la superioridad e Jesucristo, destacando:
Cómo su superioridad se muestra mediante su poder creador,
Que el resplandor de Cristo es único.
Su naturaleza es exclusiva.
Cómo su superioridad se expresa en su administración de toda la Creación.
Cómo su superioridad es expresada en su sacrificio, y
La superioridad de Cristo en su exaltación.
Amen.