HEBREOS 1, 1-3
HEBREOS 1:1–3
1 Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
2 En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo:
3 El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
4 Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos.
5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, hoy yo te he engendrado? y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo ?
6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios.
7 Y ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego.
8 Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; vara de equidad la vara de tu reino;
9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad; por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros.
10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra; y los cielos son obras de tus manos:
11 Ellos perecerán, mas tú eres permanente; y todos ellos se envejecerán como una vestidura;
12 Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; empero tú eres el mismo, y tus años no acabarán.
13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
14 ¿No son todos espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud?
INTRODUCCIÓN
Esta semana he sido reafirmado en dos conceptos que son claves para que una iglesia sea una iglesia sana:
- La congregación tiene que caracterizarse por un alto concepto de Dios, esto que parece obvio al oírlo, y que no tengo dudas, todos Uds. asentirán positivamente que es así, no se condice con lo que es nuestra vida diaria ¿Qué lugar realmente está ocupando Dios en nuestra vida? ¿Es Él el centro de nuestra admiración, devoción y atención? ¿Tenemos conciencia de su Soberanía? ¿Conocemos sus atributos o perfecciones sólo en forma intelectual o son vida en nuestros corazones? Vivimos por Él, luego me pregunto ¿Estaremos dispuestos a vivir PARA Él? Muchos, si no todos Uds. me pueden acompañar repitiendo de memoria Proverbios 1:7 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” Pero no es suficiente con repetirlo de memoria, el asunto es: QUE CON NUESTRA MANERA DE VIVIR DÍA A DÍA ESTAMOS SIENDO SABIOS ¿Estamos considerado el reconocimiento de Dios y colocándolo en el lugar que le corresponde en nuestra vida o estamos viviendo como los insensatos que lo desprecian? El segundo concepto sirve para responder esto.
- Un alto concepto de Dios nos lleva a tener un alto concepto de su Palabra. Jesús, enfrentando a los Saduceos, que no creían en la resurrección, les responde con una afirmación que debería conmover nuestra alma, Mateo 22:29 “Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios”. Hoy en cuarentena, sin la posibilidad de acudir al templo, nadie nos pregunta si leímos la Biblia, no tenemos la posibilidad de levantar nuestras manos para indicar un cumplimiento, que en muchos casos, en vez de ser la manifestación de un profundo amor a Dios y a Su Palabra, se ha transformado en el cumplimiento legalista de un deber. Si la Congregación tuviera un alto concepto de la Palabra de Dios, no sería necesario insistir semana a semana que debemos leer la Biblia. Si se fijan en la respuesta de Jesús a los saduceos, pone a la par el poder de Dios y las Escrituras, si decimos que tenemos un alto concepto de Dios, eso lo demostraremos con un alto concepto de su Palabra y un elevado interés personal por conocerla.
Hoy comenzaremos a ver algunos mensajes centrados en la epístola a los Hebreos, y esta epístola se presta muy bien para satisfacer los dos conceptos recién planteados: Un alto concepto de Dios y de su Palabra.
Algo sobre su autor y del escritor de la epístola de Hebreos
Obviamente no hay dudas sobre el Autor de esta epístola, fue el Espíritu Santo que por medio de la inspiración divina guio al escritor para hacerlo sin cometer ningún error en el original que salió de su mano.
Respecto del escritor, en cambio no podemos responder con la misma certeza. Sobre esto hay una discusión relativamente apasionada, no hay consenso en quien escribió la carta a los Hebreos. Es que, la temática y la forma de presentarla, es totalmente diferente a todos los demás libros que componen el Nuevo Testamento.
Personalmente comparto la convicción de muchos de que fue escrita por el apóstol Pablo. Es cierto que esta carta es muy diferente en la manera de acercarse al evangelio que el resto de las cartas Paulinas, y eso se explica fácilmente si consideramos a quienes fue dirigida, pues fue dirigida a creyentes hebreos a hebreos no convertidos que participaban de la Iglesia y a hebreos inconversos y reticentes al evangelio, detalle muy relevante, nos podemos comenzar a dar cuenta que había una gran diferencia con el resto de las cartas, pues en las demás, Pablo las envió a iglesias jóvenes, casi todas establecidas por él mismo o a pastores que habían sido sus discípulos, luego en todos este grupo hay un elemento común, eran personas que habían llegado al evangelio desde el mundo pagano de la época, es decir eran gentiles, salvo algunas excepciones como el caso de Timoteo, eran desconocedores absolutos del Antiguo Testamento, necesitaban ser instruidos de lleno en el Nuevo Pacto, el de la Gracia, y a eso se dedica Pablo.
Luego, a diferencia de las anteriores, en la epístola a los Hebreos, Pablo se dirige a un grupo de personas instruidas y conocedoras del Antiguo Testamento. ¿Cómo es que Pablo les puede hablar de una manera tan diferente como lo hacía con los gentiles? No podemos olvidar quien era Pablo ¿Cuál era su carta de presentación?
La podemos leer en Filipenses 3:4–6
“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno parece que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, Hebreo de Hebreos; cuanto a la ley, Fariseo; cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”.
Tenía una autoridad indiscutible en el conocimiento de la Ley. Fue discípulo de Gamaliel y muy posiblemente miembro del Sanedrín, el más alto tribunal judío en esos días, por lo que no hay dudas que conocía, como pocos hombres de su época, la manera de ver las Escrituras que tenían sus compatriotas. Él estaba plenamente capacitado para hablarles en términos diferentes a como les hablaba a los creyentes gentiles.
El propio Jesús les dice a los dos discípulos que iban camino de Emaús:
“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían”. Lucas 24:26,27.
Y en Juan 5:39 nos insta
“Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. En ese momento no había nada escrito del Nuevo Testamento, Jesús se está refiriendo al Antiguo Testamento en forma explícita.
Luego lo que hace Pablo en la carta a los Hebreos no es otra cosa que tomar el ejemplo de Jesús y replicarlo en esta carta, llega al evangelio a través del Antiguo Testamento y en forma muy especial del Libro de Levítico enriqueciendo la exposición con alusiones a los otros libros del Pentateuco (La Ley), Salmos y Proverbios (Los salmos), Isaías, Jeremías y Habacuc (Los Profetas), al hacer esto, Pablo le está diciendo a los judíos todo ya ha sido revelado en el Antiguo Testamento. Es perfectamente posible llegar al evangelio a través del Antiguo Testamento pues la Biblia tiene un tema central: La Redención y un personaje central: Cristo. Prueba de esto la da el mismo Pablo al escribir a Timoteo:
“Que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” 2ª Timoteo 3:15, claramente Pablo aquí se refiere al Antiguo Testamento, las Sagradas Escrituras, que le habían enseñado con esmero y dedicación su mamá y su abuela. Para los padres de hoy, este es un hermoso ejemplo de dos mujeres que tenían un alto concepto de Dios y eso lo expresaban en un alto concepto de su Palabra.
Pablo aborda en esta epístola cinco grandes temas:
- La superioridad de la posición de Jesucristo.
- La superioridad del sacerdocio de Jesucristo.
- La superioridad del ministerio sacerdotal de Jesucristo.
- La superioridad de los privilegios del creyente.
- La superioridad de la conducta cristiana.
1 Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
2 En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo:
3 El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Dios se revela a su criatura.
Pablo inicia esta carta reconociendo la autoría divina del Antiguo Testamento, ya lo había hecho al escribir a Timoteo:
“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra”. 2ª Timoteo 3:16–17.
Cada vez que vamos al Antiguo Testamento estamos siendo instruidos por Dios en sus caminos, con el poder de Dios obrando en el corazón de tal manera que nos lleva a ser sabios para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.
Esta afirmación de Pablo es una manifestación del inmenso amor de Dios por nosotros. Nos rebelamos contra Él, pecamos a diario, ofendemos su santo nombre con nuestra vida mereciendo la condenación y a cambio Él nos muestra su amor revelándose a nosotros por medio de su Palabra escrita, que de tal manera nos amó Dios que no escatimó entregar a su propio Hijo para pagar nuestro rescate. Es el mensaje que hallamos desde Génesis 3:15 en adelante.
Tenemos una gran responsabilidad al estudiar con dedicación la Palabra de Dios y enseñarla a otros.
Dios en su voluntad en los tiempos antiguos empleo un sin número de formas para revelarse al hombre, el A.T. da cuenta de eso, como Dios empleó: visiones, comunicación directa, sueños, visitas personales para revelar su voluntad, por mencionar algunas, el punto es que, siempre encontramos a Dios hablando
Todo eso apuntaba a la gloriosa venida del Mesías, del Ungido, Cristo Jesús. Fue necesario en esos tiempos, y los hombres de Dios de la antigüedad, pusieron toda su confianza en lo que se les estaba revelando, esto es lo que conocemos como Revelación Progresiva, a medida que el tiempo de la venida del Mesías se acercaba, la revelación era más clara, a pesar de eso, muchas veces los escritores bíblicos no tuvieron la posibilidad de comprender totalmente el mensaje, pero cada profeta cumplió con el propósito de Dios de preparar el camino al advenimiento del Mesías prometido.
Lo central de la primera parte del versículo 1 es que deja claro que si Dios no se revelara al hombre, nosotros no podríamos conocerlo. Dios es el constructor de la vía que le permite al hombre llegar a Él, en cuanto a nosotros, somos totalmente incapaces de siquiera avanzar en la dirección correcta con nuestras capacidades innatas.
Nosotros en cambio, tenemos una tremenda bendición que muchos pareciera que no valoran, y es que ya no necesitamos de ninguna revelación divina parcial, todo lo que Dios quiere mostrarnos de Él y su eterna potencia está registrado en Su Palabra y a nuestra disposición.
La revelación perfecta y completa de Dios estaba a la espera de la venida de su Hijo, ahora Dios nos habla por medio de su Hijo. Todo el Nuevo Testamento está centrado notablemente en la persona de Jesucristo y el Espíritu Santo hoy está iluminando a los creyentes para que comprendamos ese precioso mensaje: que Jesús es el centro de la revelación, pues es la culminación de dicha revelación. Sin Jesús en la historia de la humanidad no hay revelación que tenga sustento ni sentido.
Para los judíos de ese tiempo, hablar de los postreros días era sinónimo de estar hablando de los días en que vendría el Mesías prometido (no olvidemos a quienes está dirigida la carta). Los postreros días se comenzaron a vivir con el nacimiento de Jesús en Belén. Desde ese momento toma el protagonismo que le corresponde. Y con su vida se completa totalmente la revelación. El apóstol Juan sella las palabras de la revelación divina advirtiendo que tanto agregar como quitar algo de la Biblia es un pecado gravísimo, es intervenir en la revelación de Dios dada a los hombres.
Este texto nos habla de la supremacía de Jesús, el Hijo de Dios.
Llega el tiempo determinado por Dios, e irrumpe en la historia de la humanidad Cristo, quien completa totalmente la revelación de dios al hombre, con su obra ya no se requiere nada más, el plan de redención divino queda terminado y a disposición de las criaturas.
Ahora Dios lo ha declarado heredero de todo cuanto existe, todo es suyo.
Filipenses 2:5–11
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús:
El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios:
Sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y diole un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, a la gloria de Dios Padre”.
Llegará el momento cuando toda la humanidad estará frente a frente a Jesús, y sin excepción y toda rodilla se doblará para honrar y darle gloria y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor. Hasta ese punto lo ha ensalzado el Padre por la obediencia total que mostró hasta dar su vida en la cruz por los pecadores perdidos.
Este será un espectáculo único y grandioso, no habrá ser humano que no presente honor y gloria al Hijo de Dios, a muchos le rechinarán las rodillas pero no podrán evitar dar la gloria a quien dedicaron toda su vida a intentar destruir, no faltará ningún ateo en esa cita, ningún agnóstico estará ausente, toda la humanidad estará confesando que Jesús es el Señor, pero ya será demasiado tarde, esa será la antesala de la condenación para todos los que rechazaron la invitación del propio Jesús diciéndoles a sus corazones:
“…no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador: ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más”. Isaías 45:22
Amigo que nos acompañas en este culto y que aun no has entregado tu vida a Cristo. Esta es una buena ocasión para hacerlo, no esperes tener que llegar al momento en que todos doblarán sus rodillas en adoración al Hijo de Dios. Dobla hoy tus rodillas delante del Señor y reconoce que eres un pecador que mereces la condenación pero que arrepentido de tus pecados con los que has ofendido a Dios toda tu vida, acudes a Él para que aplique sobre ti la sangre de Cristo que limpia de todo pecado. Mira a Cristo, sólo en Él hallarás la salvación de tu alma.
AMEN.