La iglesia en su unión con el estado

LA IGLESIA EN SU UNIÓN CON EL ESTADO

Rvdo. Jorge Catalán A.
Iglesia Presbiteriana Bíblica, México.
Sábado 10 de febrero de 2007.

Texto:

Apocalipsis 2:12; 1ª Corintios 10:5–14; Hebreos 4:12.

Propósito:

Aprender que el Señor se presenta ante cada iglesia con un rasgo de la personalidad de su carácter según lo necesita cada generación de creyentes; asimismo ver el cuidado que se debe tener con la prosperidad material.

Notas Introductorias:

Historia del título de Sumo Pontífice.

Todo empieza con Nimrod, el fundador de Babilonia (Génesis 10:8–11). Esta ciudad se encontraba por la Tierra del Edén (Génesis 2:10).Allí fue donde hizo su entrada el pecado (Génesis 3); allí fue donde el hombre decidió hacer la Torre de Babel, teniendo como meta alcanzar el “cielo” ¿dónde moran los demonios? (Génesis 1:1–4, Efesios 2:2; 6:12).El culto babilónico en el cual se incluia la magia (Daniel 2:2) es el más antiguo; sus dioses y sus costumbres, parcialmente cambiados en sus formas, entraron en todos los cultos paganos.

En esos lugares estaba el trono (silla) de Satanás, porque allí (la región de Edén y Babilonia) el diablo venció al hombre y empezó a ser el nuevo gobernante de la tierra (Lucas 4:6; Juan 12:31), pues usurpó sus derechos y estableció su trono, su señorío.

Persia derrotó a Babilonia (Daniel 5:30–31) y los cultos idolátricos dirigidos por el rey-sacerdote, se trasladaron a Pérgamo (Apocalipsis 2:12–13), ya que esta ciudad fue capital de Asia por cuatrocientos años. Grecia conquistó a Persia (Daniel 8:19–22) y en el año 282 a.C. Esta ciudad de Pérgamo fue designada, capital del reino seléucida, una de las divisiones del Imperio Griego, que Alejandro Magno dejó a su muerte. Pero en el año 133 a.C., al morir, el rey–sacerdote de Pérgamo, Atalo III, legó en su testamento su reino a Roma, porque para ese tiempo Roma ya había conquistado todos estos países (Daniel 7:1–7). Al entrar Roma en contacto con estos nuevos cultos, el emperador romano aceptó el título de “Pontífice Máximo”, con lo cual encabezó las religiones del Estado y fue el juez y árbitro de las cosas divinas y humanas. Por eso tenía que ser adorado. Los antiguos emperadores persas, babilónicos y aun egipcios pretendían ser adorados y a todos ellos se les consideraba infalibles, por ser “participantes de la naturaleza de los dioses”. De ahí que sus leyes no podían ser mudadas (Daniel 6:7–8). Eran reverenciados como “representantes de la divinidad en la tierra”. A estos reyes les besaban los pies.

Julio César, en el año 63 a.C., fue reconocido como Pontífice Máximo de la religión de los misterios babilónicos e idolátricos. Y así fue como de la ciudad de Pérgamo la silla (trono) de Satanás, pasó de esa ciudad a Roma. Así, este título y oficio pasaron a cada uno de los emperadores romanos y estuvieron vigentes por muchos años. Esta fue la causa por qué muchos cristianos en el siglo II y III (Iglesia de Smirna) dieron su vida por negar adoración a la imagen del “Pontífice Máximo” de la religión oficial del Imperio Romano.

El emperador Constantino (324 d.C.) quien también llevó el título de “Pontífice Máximo” trasladó la capital de su imperio de Roma a Bizancio y la llamó Constantinopla. La llamaban también Nueva Roma. La vieja Roma dejó de ser capital. El emperador ya no estaba allí. En consecuencia el obispo de Roma llegó a ser considerado, en cierta forma, el sucesor del emperador.

Sin embargo, en el año 382, el emperador Graciano renunció a este título, pues era un verdadero cristiano. Mas no contó que en Roma, para esta época, ya el obispo de la ciudad había escalado una posición de prestigio y poder político y no sólo era nombrado obispo de obispos, sino también ¡Pontífice Máximo! Así, en 378 d.C., Dámaso fue elegido con ese titulo. Y así continúo la práctica en las generaciones futuras. El papa es el sumo pontífice, representante de Dios en la tierra, infalible, etc. (?). Esta es la historia de este título.

INTRODUCCIÓN:

El período al que entraremos ahora, es el período de la iglesia de Pérgamo y abarca el período de 313 al 606 d.C., esto es, desde el edicto de Constantino hasta el establecimiento papal.

La palabra Pérgamo significa casamiento o compromiso matrimonial; y es por lo tanto el período en que se llevó a cabo el acuerdo matrimonial, entre la Iglesia y el Estado pagano. Ser cristiano en esa época era “un compromiso muy difícil, pues se comenzaba a gestar el adulterio espiritual, ya que, como el diablo no pudo exterminar a los cristianos como león rugiente, tomó la forma de ángel de luz.

En la época anterior a esta, la Iglesia se vio beneficiada con el edicto de parte de Constantino del cese de persecuciones y oficialización de la religión cristiana; pero ahora veremos cuáles fueron los efectos negativos de haberse unido la Iglesia al Estado. Escuchemos del Cristo resucitado y glorificado presentarse a esta generación de cristianos que tienen la prueba más dura de su historia, la cual es la prosperidad material.

LA IGLESIA EN SU UNIÓN CON EL ESTADO.

I. SUS FUNESTAS CONSECUENCIAS

(Apocalipsis 2:12; 1ª Corintios 10:5–14).

a) Su compromiso con el mundo.

“Y escribe al ángel de la Iglesia en Pérgamo…” (Apoc. 2:12a).

La voz del Cristo maravilloso manda escribir a una generación de creyentes que van a vivir una nueva época. En estos tiempos de Pérgamo, al proporcionar Constantino el emperador romano (313 d.C.) a la Iglesia de Cristo muchos beneficios, como el cese de la persecución, ayudas a iglesias cristianas, exención de impuestos a los ministros cristianos y muchas cosas más, se cayó en un error funesto, pues las iglesias dejaron de depender de la protección de su Señor celestial para depender de la protección de los gobiernos. Su fuerza, ya no está más en el testimonio de sus mártires, que morían heroicamente en las arenas del anfiteatro. Su gloria ya no sería más la cruz ignominiosa de la cual pendió el Salvador. El falso brillo del mundano oropel iba muy pronto a cegarla.

Con la protección del Estado, la religión dejó de ser una cuestión del cielo y se hizo una cuestión del suelo. Al pasar de las catacumbas al trono dejaron sepultados en el olvido la fe, el amor y todas las virtudes que forman el carácter del cristiano.

Existe una enseñanza en este compromiso con el mundo: compromiso y distancia son las características de la actitud cristiana hacia el mundo. Se compromete con el mundo y su vida como lo hizo Jesús, pero al mismo tiempo la tierra no es todo. Es apenas el umbral de una vida más extendida, que comienza cuando esta acaba. Habita este mundo y lo hace intensamente, pero tiene la profunda convicción de que hay algo más allá que da valor y significado a este presente. Los cristianos que iniciaron el siglo IV tenían que haber entendido esto al comprometerse con el Estado.

b) Su caída en la maldición.

“Mas de muchos de ellos no se agradó Dios…” (1ª Corintios 10:5a).

En este pasaje Pablo advierte del peligro de confiar mucho en sí mismo. Y recurre a la historia de Israel, para demostrar que los que han sido bendecidos con los más grandes privilegios están tentados a caer. Y les dice que eso era un ejemplo para que miremos en ellos. Y la iglesia del siglo IV se encontraba tentada y el resultado fue que cayó en la trampa real.

Veamos los efectos negativos de su unión con el Estado:

1.- Todos estaban en la iglesia.

Todos eran recibidos, buenos y malos, los que buscaban sinceramente a Dios y los hipócritas, los que buscaban ganancias personales, todos querían ingresar a la comunión. Hombres mundanos buscaban puestos en la iglesia para obtener influencia social y política.

2.- Introducción de ceremonias paganas.

Por el siglo II Y III los cristianos habían acostumbrados, en las catacumbas, a conmemorar el aniversario de la muerte de algún mártir. (Era algo así como un culto memorial). Pero ahora se construían iglesias en muchos de estos lugares y se llegó a pensar que el culto tenía especial eficacia si se celebraba en uno de esos lugares, en virtud de la presencia de las reliquias del mártir. El resultado fue que empezaron a desenterrar a los mártires para colocar sus cuerpos o partes de ellos bajo el altar de estas iglesias que se estaban construyendo. Al mismo tiempo, algunas personas empezaron a decir que habían tenido revelaciones especiales de algunos mártires.

3. Servicios más esplendorosos.

Los servicios de adoración aumentaron en esplendor, pero eran menos espirituales y menos sinceros que los de tiempos anteriores. Las formas y ceremonias del paganismo fueron infiltrándose en la adoración. El culto cristiano comenzó a sentir el influjo del protocolo imperial. El incienso que hasta entonces había sido señal del culto del emperador, hizo su aparición en las iglesias cristianas. Los ministros que oficiaban en el culto comenzaron a llevar vestimentas ricas durante el servicio, en señal del respeto debido a lo que estaba teniendo lugar. Por la misma razón, varios gestos de respeto que normalmente se hacían ante el emperador comenzaron también a hacerse en el culto.

Además que se empezó con la costumbre de empezar el servicio con una procesión. Para darle cuerpo a esta procesión se desarrollaron los coros, con el resultado neto de que a la larga la congregación tuvo menos parte activa en el culto.

Con todo esto, ya nos damos cuenta acerca de cuales fueron las consecuencias funestas de haber permitido que su fe se comprometiera con el emperador. De esta manera el emperador Constantino proporcionó exactamente el mismo servicio que en el pasado Balac, el rey de Moab, le proporcionó a Israel. Es decir: condujo a la Iglesia al adulterio espiritual y a la idolatría. La iglesia fue tentada por conveniencias y adquisiciones en el mundo y entró al camino de Balaam. De ahí la Iglesia empezó a enriquecerse materialmente, pero a empobrecerse espiritualmente.

II. LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

(Apocalipsis 2: 12b; Hebreos 4: 12).

a) Su espada de dos filos.

“El que tiene la espada aguda de dos filos, dice estas cosas:”

El Señor Jesucristo se presenta así en esta generación, porque es una de sus prerrogativas. El Señor no estaba conforme con la actitud que tomaba la Iglesia de ese nuevo siglo y se presenta así. Esta frase es apropiada al doble propósito de esta carta. En primer lugar, un poder escudriñador para redargüir y convertir a algunos y, en segundo lugar, para redargüir y condenar al castigo a otros. Con esto el Señor decía que no quería nada de mezclas con el paganismo. Y es que la Iglesia se estaba comprometiendo con el mundo.

b) Su significado espiritual y práctico.

“Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos…” (Hebreos 4:12a).

Esto habla de la penetración que tiene la Palabra de Dios. Si la escuchamos es tal, que ningún escudo de autoengaño podrá resistirla; nos desnuda de nuestras ilusiones y de los buenos conceptos que tenemos de nosotros mismos, nos obliga a reconocer nuestro pecado, para después conducirnos hasta el punto donde somos capaces de buscar y aceptar el perdón que nos ofrece.

Esta palabra, como espada de dos filos anima a las Iglesias tanto como amonesta, o sea, que tiene doble eficacia: convierte y condena. ¿Qué es para ti la Palabra de Dios? La Iglesia del Siglo IV empezó a olvidarse de la palabra de Dios y a través de esta presentación les recuerda que su palabra es:

– Alimento del alma (Deuteronomio 8:3; Job 23:12; Salmo 119:103; Jeremías 15:16; 1ª Pedro 1:22);

– Suministradora de luz (Salmo 19:8;119:105; Proverbios 6:23; 1ª Pedro 1:19);

– Poderosa en su influencia (Jeremías 5:14; 23:29; Ezequiel 37:7; Romanos1:16);

– El Libro de las edades (Salmo 119:89; Isaías 40:8; Mateo 5:18; 24:35; 1ª Pedro 1:15).

 

¡Estemos velando con la Palabra de Dios!

 

XIX Congreso ALADIC – Guatemala, 2007

 

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