Hebreos 11,1 -3 – Parte 2 – La fe genuina

“La fe genuina” – Hebreos 11:1–3

 

1  Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.

2  Porque por ella alcanzaron testimonio los antiguos.

3  Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía.

 

Al comenzar a meditar en este hermoso capítulo la semana pasada vimos el vínculo que existe entre la paciencia (tema del final del capítulo 10) y la fe, cómo ambos aspectos de la vida cristiana están íntimamente unidos.

 

Hoy quisiera llevarlos a considerar otro aspecto que emana de estos versículos: el valor de “la fe genuina”. Si recordamos que en el v.6 de este capítulo el apóstol dice sin fe es imposible agradar a Dios, concluimos que la fe resulta vital y un elemento insustituible para construir una relación de comunión entre nosotros (las criaturas) y Dios, nuestro creador, pero no se trata de cualquier fe, dilucidar esto es el objetivo de nuestra meditación en esta tarde.

 

Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.”

 

Hoy muchas iglesias ponen un especial énfasis en la fe por la fe. Hablan de tener fe en la fe y eso resulta tan valioso como poner nuestra confianza en un amuleto, recuerdo que cuando niño oía que la gente hablaba que tener una pata de conejo era muy bueno para la buena suerte, no sé cuántos conejos fueron víctimas de este tipo de fe, pero obviamente esa es una fe banal y vacía.

 

Hay muchos tipos de fe. En nuestros días muchos tratan de llamar la atención y ganarse la confianza de la gente. Sin temor a equivocarnos, todos esos tipos de fe, salvo la que se presenta en la Palabra de Dios son elementos que tienen su origen en el infierno, en Satanás. No olvidemos que la Palabra de Dios nos señala con mucha fuerza este fenómeno:

 

Pablo refiriéndose a los falsos apóstoles que pululaban en sus días escribe:

Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras2ª Corintios 11:13–15.

 

Si este texto lo ponemos junto a las palabras de Jesús, que registra Marcos, pronunciadas por él al estar refiriéndose a los últimos tiempos:

 

Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, he aquí, allí está, no le creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y darán señales y prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun a los escogidos Marcos 13:21–22, podemos concluir que vivimos tiempos en que proliferarán enseñanzas falsas mostradas al mundo con apariencia de piedad, que intentarán acaparar con gran habilidad la atención de la gente. Pero eso no es garantía de que sean verdaderas, por el contrario son creencias falsas, de condenación, y no puede ser de otra forma, pues su origen esta en Satanás usando sus argucias para presentarse como ángel de luz y sus siervos en ministros que aparentan ser ministros de justicia, sin embargo, la Palabra de Dios nos dice que todos ellos tendrán un fin trágico reservado por Dios para todos estos impostores de la fe.

 

Es lo que leemos en Judas 4: Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los cuales desde antes habían estado ordenados para esta condenación, hombres impíos, convirtiendo la gracia de nuestro Dios en disolución, y negando a Dios que solo es el que tiene dominio, y a nuestro Señor Jesucristo.

 

Es tremenda la consecuencia que tienen estas palabras para quienes se prestan para obedecer a Satanás y vivir según sus principios falsos de vida, ellos no escaparán de la condenación que Dios ha decretado para ellos, al afirmar Judas: desde antes, lo que está diciendo es que así como los escogidos fuimos elegidos por Dios antes de la fundación del mundo, los condenados han tenido su suerte echada desde antes de la fundación del mundo, es decir, les espera una condenación eterna.

 

El sólo hecho de tener fe no es suficiente, el profeta Elías se enfrentó a los 450 profetas del dios Baal, 1° Reyes 18:22–39:

 

22  Y Elías tornó a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos y cincuenta hombres.

23  Dénsenos pues dos bueyes, y escójanse ellos el uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, mas no pongan fuego debajo; y yo aprestaré el otro buey, y pondrélo sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.

24  Invocad luego vosotros en el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré en el nombre de Jehová: y el Dios que respondiere por fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.

25  Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos el un buey…

26  Y ellos tomaron el buey que les fue dado, y aprestáronlo, e invocaron en el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Mas no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.

27  Y aconteció al medio día, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, que dios es: quizá está conversando, o tiene algún empeño, o va de camino; acaso duerme, y despertará.

28  Y ellos clamaban a grandes voces, y sajábanse con cuchillos…, hasta chorrear la sangre sobre ellos.

 

30  Elías dijo entonces a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se llegó a él: y él reparó el altar de Jehová que estaba arruinado…

33  Compuso luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y púsolo sobre la leña.

34  Y dijo: Henchid cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron…

36  …llegóse el profeta Elías, y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.

37  Respóndeme, Jehová, respóndeme; para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú volviste atrás el corazón de ellos.

38   Entonces cayó fuego de Jehová, el cual consumió el holocausto, y la leña, y las piedras, y el polvo, y aun lamió las aguas que estaban en la reguera.

39  Y viéndolo todo el pueblo, cayeron sobre sus rostros, y dijeron: ¡Jehová es el Dios! ¡Jehová es el Dios!  1° Reyes 18:22–39.

 

Nos parece tan absurda e irracional la falsa seguridad o confianza de los sacerdotes de Baal, pero al leer la descripción que hace la Palabra de Dios de la actitud de ellos, tenemos que concluir que eran sinceros en su confianza puesta en Baal, en su expresión de culto llegaron a herirse hasta chorrear sangre. Lo triste es que de nada sirve esa sinceridad si el objeto en que la hemos depositado no es el correcto, la actitud de ellos sólo muestra la inclinación natural del corazón del hombre.

 

Muchísimos están llanos a poner su confianza en lo que sea, con tal que no sea en el Dios revelado en la Biblia, y no es por incapacidad de conocer a Dios, esto lo vemos claramente en Romanos 1:18–21:

 

“Porque manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia: Porque lo que de Dios se conoce, a ellos es manifiesto; porque Dios se lo manifestó.

Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; de modo que son inexcusables: Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido.” 

 

No hay excusa posible para el hombre, Dios se ha revelado y el hombre en su necio corazón lo ha rechazado, por este rechazo, Dios ha permitido que el corazón del hombre se extravíe por sendas que ante la sabiduría humana parecen correctas. Entre otras citas, destaquemos dos textos:

 

“Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte.” Proverbios 14:12 El falso orgullo que se anida en el corazón del hombre lo arrastra a la condenación eterna y a una vida desgraciada, Pablo dice de ellos:

 

Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno: Sepulcro abierto es su garganta; con sus lenguas tratan engañosamente; veneno de áspides está debajo de sus labios; cuya boca está llena de maledicencia y de amargura; sus pies son ligeros a derramar sangre; quebrantamiento y desventura hay en sus caminos; y camino de paz no conocieron: no hay temor de Dios delante de sus ojos.Romanos 3:12–18.

 

Tal vez podemos pensar que la manifestación de los sacerdotes de Baal estaba plagada de absurdos, y sin duda es así, porque el corazón entenebrecido por el pecado nubla la racionalidad del ser humano. Esto nos muestra lo tremendo que es el poder del pecado y las funestas consecuencias que atrae al hombre.

 

Pero ¿cuál es la fe a la que apela la Palabra de Dios, aquella fe que hemos llamado fe genuina?

 

En primer lugar debemos afirmar categóricamente que así como Dios es uno, la fe que nos permite establecer un vínculo concreto con Dios también es única.

 

Su origen está más allá de nosotros, de nuestro intelecto, tiene su origen en Dios y es un regalo que recibimos de Él: Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios Efesios 2:8.

 

La fe a la que se refiere la Palabra de Dios es una fe específica, no es cualquier fe, no es poner la confianza en cualquier cosa.

 

Es una fe recibida, es un regalo, Dios ha obrado esa fe en nuestro corazón, es un gran privilegio que no podemos desmerecer con una vida llena de tibieza espiritual.

 

Porque por ella alcanzaron testimonio los antiguos. Hebreos 11:2

 

Fue esta fe la que Dios puso en los corazones de los patriarcas que el apóstol luego enuncia en el resto del capítulo y todos ellos obtuvieron la salvación siendo aceptados sólo por la fe.

 

Muchos judíos en los días en que fue escrita esta epístola veneraban las costumbres y la tradición  escudándose en que su origen era suficiente e imitar externamente la vida de sus antepasados y sus ceremonias era la condición necesaria para ser aceptados por Dios, pero las cosas no son como el hombre las piensa, son como Dios lo ha decretado. De esta reflexión debemos concluir que, en nuestra vida, nuestra realidad no es diferente, la relación con Dios pasa por nuestra fe en la Palabra de Dios.

 

“Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía”. Hebreos 11:3.

 

Esta es la expresión que evidencia una fe genuina.

 

En nada nos diferenciaríamos de la creación animal si no entendemos que el mundo ha sido creado por Dios. Los ojos de la fe nos enseñan la grandeza de nuestro Padre Celestial, ponen certeza en que todo lo creado es un reflejo de la grandeza de nuestro Dios, todo ha salido de su mano creadora.

 

Mientras el mundo se sorprende con la perfección de la creación y, en su rebeldía, se esmeran en encontrar la forma de explicarlo todo excluyendo a Dios (algo tan irracional como el culto a Baal del tiempo de Elías), el hijo de Dios observa lo creado y eleva alabanzas de gratitud a Dios, reconociéndolo como el Señor y Soberano de todo lo creado.

 

La fe genuina mueve nuestro corazón a alabar a Dios, nos impulsa a buscar su rostro, a estudiar su Palabra, pone en nuestro corazón gratitud y consciencia que todo lo que tenemos lo hemos recibido de la mano de Dios.

 

La primera muestra de la fe genuina es la obra que el Espíritu Santo ha hecho en nosotros regenerando nuestro corazón capacitándonos para comprender el evangelio. Es la misma muestra sobrenatural del poder de Dios que él manifestó en los antiguos y que hoy espera se exprese en ti también.

 

Es la fe salvadora, aquella que nos muestra que estamos condenados irremediablemente a causa de nuestros pecados y nos lleva a reconocer que la sangre de Cristo es el medio por el cual podemos tener perdón de nuestros pecados y la reconciliación con nuestro Hacedor.

 

Si hasta hoy no has abierto tu corazón a Dios y has vivido buscando algo que te de paz en tu corazón, has de saber que sólo en Jesús hallarás lo que buscas, todo lo demás serán sucedáneos, parecerán dar lo que buscas pero no lo podrán hacer por que no son lo que dicen ser, son falsos, acude a Cristo con un arrepentimiento sincero, esto es con profundo pesar por haber ofendido la santidad de Dios con tus pecados y aprovecha la fe que Dios mismo ha puesto en tu corazón para depositar tu confianza en que sólo la sangre de Cristo te limpia de todo pecado. Este es el primer resultado de una fe genuina, sin duda el más relevante pues de él se desprende toda la vida cristiana.

 

Amén.

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