La amenaza del secularismo contra la fe

LA AMENAZA DEL SECULARISMO CONTRA LA FE.

Dr. Silas Evangelista de Oliveira
Iglesia Bautista Bíblica
Sao Paulo, Brasil.
Sociedad Bíblica Trinitaria,

Vivimos un período muy terrible en cuanto al evangelio en todo el mundo.

Además de las muchas sectas que ya existen, tales como los Testigos de Jehová, el Mormonismo, la Ciencia Cristiana, el Adventismo, el Espiritismo, el Budismo, el Hinduismo, el Catolicismo, el Catolicismo Carismático, etc., sentimos la acción diabólica dentro de las iglesias evangélicas tradicionales y lo mismo con el surgimiento de otros grupos neoevangélicos que divulgan, anuncian y practican la llamada “Teología de la prosperidad”, es decir “el evangelio de los resultados”.

Estamos asistiendo a una secularización de la fe cristiana.

¿Qué es el secularismo?

Sencillamente es la exclusión, el rechazo de la religión y de las consideraciones teológicas bíblicas. Secularizar es volver secular lo que era eclesiástico.

Eso es lo que está sucediendo.

Estamos asistiendo con gran pesar y tristeza al desarrollo de una fe pragmática, centrada en el hombre y en sus intereses personales, no en Dios y su voluntad y, por lo mismo, sin interés por su propia salvación. No es más que el inmediatismo de la vida de comodidad y de bienestar, es decir, el interés exclusivo por los bienes materiales.

Es una fe sin arrepentimiento. En fin, es una fe sin genuina salvación. En rigor, ya no se habla de fe salvadora, la que es don de Dios, según Efesios 2:8 y 9, la que produce realmente justificación y, en consecuencia, nueva vida.

El diablo ha probado todos los medios posibles para conseguir sus fines durante su larga historia, comenzando con su pretensión en relación con Dios, por la cual fue destituido como querubín y derrotado para siempre. Después ocurrió el episodio de Edén, en el que mintió a Eva y, en consecuencia, a Adán en relación con la propia Palabra se Dios y así ha seguido actuando a lo largo de los tiempos.

En seguida vinieron sus tentativas de ensuciar la misma Teología de Dios, cuando aparecieron los teólogos de la muerte de Dios, de la Esperanza, de Proceso, de la Liberación (basadas en Marx, Engel, el humanismo, el hombre por el hombre, una religión horizontal, no vertical, como la de la Biblia) y los seudo grupos evangélicos, como lo estamos viviendo hoy, quienes defienden y practican la teología de la prosperidad, con sus iglesias llenas de “fieles” no salvos, a veces ricos y prósperos, pero perdidos eternamente.

Estas iglesias engañan al pueblo con una falsa teología humanista. La norma en esas iglesias no es: “… buscad primeramente el reino de Dios y su justicia…” (Mateo 6:33), sino: “buscad el reino del hombre”, quien es muy importante y quiere mandar incluso al propio Dios. Ese es el triste cuadro del momento en todo el mundo, además de otros hechos tristes y diabólicos, como las drogas, el sexo, el divorcio, las familias destruidas, falta de paz, violencia, corrupción, etc.

En realidad vivimos en el período que Pablo describe en II Timoteo 3:1-8:

“Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos, que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad, sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios, teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella, y a estos evita. Porque de éstos son los que se entran por las casas y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias, que siempre aprenden y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Jannes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad, hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe

LA VERDADERA PREDICACION DE LA PALABRA DE DIOS.

En vista de lo dicho, tenemos que ser activos, conforme a la recomendación del apóstol Pablo en 2a Timoteo 4: 1-5: “ Requiero yo pues delante de Dios y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra, que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina, porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus concupiscencias y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú vela en todo, soporta las aflicciones, haz la obra de evangelista, cumple tu ministerio”.

La predicación de la Palabra de Dios es la tarea primordial e insustituible de la Iglesia.

Evidentemente debe predicar la verdad de Dios y anunciar la verdadera salvación, y enfatizar el arrepentimiento, como dice Jesús en Marcos 1:15 y también los apóstoles en Hechos 3:9 y en varios otros pasajes bíblicos. En realidad, “la Iglesia no puede ser contada como una de muchas agencias, no compite con otras religiones, no compite con los sicólogos, ni con ninguna otra agencia, sea política, social o de cualquiera otra naturaleza posible. La Iglesia es una institución especial y especialista y la predicación es una tarea que sólo ella puede realizar”, de acuerdo a lo que afirmó Martyn Lloyd Jones.

La predicación no puede ser substituida por la consejería, por la terapia de grupo, por la alabanza, por el servicio social, ni por ninguna otra actividad. No hay substitutos de la fiel predicación de la Palabra de Dios.-

¿POR QUÉ ES INSUSTITUIBLE LA PREDICACIÓN?

Porque fue establecida por Dios.

Dios es el padre de las comunicaciones. Desde la creación ha hablado muchas veces y de muchas maneras al hombre, mediante los profetas (Hebreos 1:1). El profeta es la “boca de Dios”. “Y extendió Jehová su mano y tocó sobre mi boca y díjome Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca “(Jeremías 1:9); “Palabra de Jehová que fue a Oseas…” (Oseas 1:1).

En Jesucristo, Dios nos habló en forma completa y perfecta: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…” (Hebreos 1:2). Los profetas fueron inspirados por el Espíritu Santo de Dios, pero Jesús, el Hijo, era Dios mismo.

Jesús puso en primer lugar el ministerio de la predicación: “Y les dice: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí, porque para esto he venido” (Marcos 1:38) y ordenó a los discípulos que llevaron a cabo el ministerio de la predicación: “Id por todo el mundo, predicad el evangelio a toda criatura “(Marcos 16:15). Los discípulos le daban el primer lugar al ministerio de la Palabra, siguiendo el ejemplo del Maestro: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:4). Cuando se produjo la primera persecución de la Iglesia Cristiana, los discípulos fueron esparcidos. Lucas relata: “Mas los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando la palabra” (Hechos 8:4). El apóstol Pablo declaró: “Pues bien que anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme, porque me es impuesta necesidad y ¡ay de mi si no anunciare el evangelio!” (1Cor.9:16).

A partir de esa experiencia, Pablo recomienda a Timoteo: “Que prediques la palabra” (2a Timoteo 4:2).

De modo que la predicación del verdadero evangelio, de la Palabra de Dios, es insustituible por esta fortísima razón: Dios la escogió y nos ordena que prediquemos.

Es por eso que el Señor Dios nos dice en Isaías 55:11: “Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié: ¡Es realmente poderosa!

NECESIDAD DE DEFENDER LA PALABRA DE DIOS Y, EN CONSECUENCIA, LA “FE SALVADORA”.

Esta es una lucha que ha existido siempre, pero ahora la acción del enemigo de nuestras almas se realiza en forma más sutil y ha traído mucha confusión en la identificación de la verdadera Palabra de Dios y de la fe salvadora.

Entre los artificios usados por Satanás están la “palabra religiosa”, la “interpretación de los doctores” y las “herejías denominacionales”.

Otras embestidas se han producido mediante versiones bíblicas dudosas, “que facilitan la comprensión”.

Por eso, debemos estar cada vez más atentos y firmes en nuestra posición de defensa de la verdadera Palabra de Dios y de la fe salvadora, como nos advierte Judas, versículo 3: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros de la común salud, me ha sido necesario escribiros amonestándoos que contendáis eficazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”.

Evidentemente, una necesidad urgente es que propaguemos la verdadera Palabra de Dios con toda la intensidad que sea posible, aprovechando todas las oportunidades que se nos presenten, mediante iglesias realmente fieles, mediante la acción misionera muy activa, mediante la enseñanza responsable en nuestros seminarios y facultades teológicas, institutos y escuelas bíblicas, mediante la publicación consciente en diversos medios de comunicación y además, por medio de la evangelización activa y constante.

Como somos soldados del Señor, somos sus mayordomos.

Entonces, además de ganar almas para el Señor Jesús, mediante la comunicación del verdadero evangelio, además de cuidar nuestras fronteras, enseñando y comunicando las verdaderas enseñanzas del Señor, tenemos que luchar externamente, defendiendo la Palabra fuera de nuestras huestes, luchando, comprometiéndonos en la batalla, como leemos en el versículo 3 de Judas, ya citado.

En verdad, Pablo nos da el ejemplo de esta lucha activa contra el enemigo cuando en Gálatas 1: 8-10 nos dice: “Mas aún si nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora decimos otra vez: Si alguno anunciare otro evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Porque ¿persuado yo ahora a hombres o a Dios? ¿o busco de agradar a hombres? Cierto, que si todavía agradara a hombres, no sería siervo de Cristo”.

Hay que destacar que Pablo se refiere al episodio que involucró a Pedro, quien estaba equivocado en cuanto a la interpretación de la enseñanza de Cristo, al condicionar la salvación a la circuncisión. El versículo 11 de Gálatas 2 aclara bien la actitud de lucha contra una interpretación errónea, cuando dice: “Empero viniendo Pedro a Antioquía, le resistí en la cara, porque era de condenar”.

También es positiva, en ese sentido, la orientación de Pablo a Timoteo, en los versículos 1 y 2 del capítulo 4 de su segunda carta, en los siguientes términos: “Requiero yo pues delante de Dios y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar a los vivos y los muertos… que prediques la palabra a tiempo y fuera de tiempo, redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”.

Además, es Pablo el que recomienda a Tito en el capítulo 1, versículo 13, de su carta a aquel siervo del Señor: “Este testimonio es verdadero, por tanto repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe”.

Y eso mismo: la defensa de la verdadera Palabra de Dios y de la verdadera fe nos ha sido confiada, por ser sus hijos.

No podemos permitir que desde los púlpitos de nuestras iglesias se anuncien fábulas, o, mejor , herejías, interpretaciones que niegan la fe verdadera y, peor todavía, interpretaciones que fundamentan un evangelio falso y mentiroso, diseminado por el mismo diablo, proveniente de los pseudos-evangélicos, en programas de TV, en radios y diarios y hasta en la Internet. Tenemos que combatir por todos los medios posibles, bajo la orientación del Señor.

SEPARACION.

La defensa incluye fundamentalmente una posición de separación, pues, como enfatizó Jesús en el Sermón del Monte, en el capítulo 5 de Mateo, versículos 13 al 16, somos “luz del mundo” y “sal de la tierra” y esa posición debe ser tomada en serio, como creyentes fieles y verdaderos.

Aunque estemos expuestos a las herejías que sostiene el mundo, nuestro testimonio tiene que ser muy evidente, como nos dice el texto que transcribiré.

No podemos pactar con el pecado, no hay acuerdo posible, no hay posibilidad de comunión de la luz con las tinieblas y, además, como sal que somos, debemos tener vidas que reflejen la pureza, por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, lo que debe caracterizar una vida de testimonio en cuanto a la obediencia a los mandamientos verdaderos de Dios y, por eso, que transmita todos los efectos de la santificación y del repudio del pecado que produce la Santa Palabra en nuestras vidas.

Esto es lo que dice enfáticamente el apóstol Pablo en la segunda carta a la iglesia de Corinto, en el Capítulo 6, versículos 14 al 18: “No os juntéis en yugo con los infieles, porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O que parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: “Habitaré y andaré en ellos y seré el Dios de ellos y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo y yo os recibiré y seré a vosotros Padre y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.

No podemos conformarnos con las enseñanzas del mundo.

Nuestra actitud debe ser la de expresar nuestro amor para el pecador, mostrándole el verdadero evangelio de Cristo, para que, arrepentido, reciba la fe verdadera que viene por el oír la Palabra verdadera. Sin embargo, ese amor no nos autoriza para tener comunión con los pecadores y mucho menos para engañar y burlarse del pueblo en general, como los que sostienen y practican un falso evangelio.

Esto es lo que Pablo dice en Romanos 12:2: “Y no os conforméis a este siglo, mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

CONCLUSION.

Sí, en conclusión tenemos que estar conscientes de la responsabilidad que tenemos de defender la “verdadera Palabra de Dios”, “la fe salvadora” y, también, de preservar nuestra separación, como pueblo especial que somos, según Tito 2:11 a 15: “Porque la gracia de Dios, que trae salvación a todos los hombres, se manifestó, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada y justa y píamente, esperando aquella esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo, que se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto habla y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te desprecie”.

Verdaderamente somos un pueblo especial, rescatado por el Señor, que tiene responsabilidades definidas: anunciar el verdadero mensaje de salvación, ganar almas para Jesús, alabar al Señor en todo, buscar de modo constante la santificación por el Espíritu y, además, defender la Palabra de Dios que, por su gracia, es la fuente de todos esos detalles de la vida cristiana y, por último, mantener nuestra integridad como pueblo escogido, de acuerdo a lo que leemos en 1a Pedro 2:9-10: “ Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios, que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia, mas ahora habéis alcanzado misericordia”

 

 

© 2024 Iglesia Smirna All Rights Reserved   

Theme Smartpress by Level9themes.