La preeminencia de Cristo

LA PREEMINENCIA DE CRISTO: CRISTO ES EL SEÑOR DE NUESTRA VIDA

Hno. Sergio Tapia Pérez

Tema JUPNAF Centro, Julio 2017

Colosenses 1:18-23

 

Introducción|

De acuerdo con la planificación me ha tocado un pasaje “teórico”, de muchas declaraciones doctrinales; alimento sólido, difícil de digerir. Es por eso que necesitaba entender desde más “arriba”, tomando distancia para ver el panorama general del capítulo y una vez que lo hice pude comprender hacia donde apuntaba el pasaje en cuestión. Consultando además algunos comentarios me di cuenta de la extraordinaria riqueza que contiene el pasaje, pero lo más difícil de todo, como siempre, es desmenuzarlo para que todos podamos aplicarlo a nuestra vida y sea de crecimiento a nuestra alma.

Algo parecido me sucede con mi hija Florencia: no sirve de nada colocarle un tremendo y jugoso trozo de carne frente a ella, por muy rico que esté, no se lo va a comer; por mucha hambre que tenga no lo va a tocar. Ella necesita que se lo cortemos en pequeños trocitos para que los pinche y los mastique. Así espero hacerlo ahora para que este pasaje y su enseñanza no sea algo confuso, sino algo claro para nuestro bien.

 

Desarrollo

El esquema que les presento a continuación lo hice yo mismo y permite observar un paralelismo en la estructura de las ideas con que Pablo exhortó a los Colosenses.

Al iniciar y terminar el capítulo hay tres ideas que se repiten: A-A’, B-B’ y C-C’.

Las ideas A y A’, apuntan a la esperanza de la gloria eterna y sin fin que por Cristo nos espera en esa nueva creación, ese nuevo cielo y nueva tierra que Cristo ya está preparando.

Las ideas B y B’, expresan el fin de la obra de santificación o mejor dicho, aquello que el Señor espera que hagamos en nuestra vida a fin de agradarle y alcanzar la meta de ese varón perfecto conforme a la medida de la edad de la plenitud de Cristo.

Las ideas C y C’, apuntan a lo que es este mundo caído (esta primera creación) un lugar en donde solo a través del poder del Espíritu Santo podremos soportar con paciencia y sufrir todo lo trabajoso que es: todas las injusticias, los abusos y el daño que recibamos. Todo esto podrá ser tolerable y soportado a través del poder de Cristo. Si nos damos cuenta hay un contraste que quiero destacar entre la Nueva creación y la primera creación, que se repetirá en la parte central de capítulo.

En la parte central tenemos:

Aquí Pablo ordena sus proposiciones nuevamente formando paralelos, que son tan propios en la literatura del A.T., y que Pablo, siendo un judío muy preparado, empleó para dar énfasis a lo que se ubica en el centro de esta estructura literaria llamada Quiasmo.
No se compliquen con esto, un Quiasmo solo ayuda para enfatizar una idea central.

Esta idea central, según muchos estudiosos, es un himno de la época cristiana. Un himno prexistente que es usado por Pablo para hacer más sencilla la idea y el propósito de escribir a los Colosenses, que responde la pregunta: ¿Quién es Cristo? ¿Quién es aquel que pudo sacarnos del reino de las tinieblas, siendo enemigos y extraños, para luego reconciliarnos con Dios y llevarnos al reino de los cielos, haciéndonos nuevas criaturas y aptos para poder estar delante de Dios sin tacha alguna?

Colosenses 1:15-20:

“El cual es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda criatura.
Porque por él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por él y en él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas consisten por él;
y él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, principio y primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga el primado.
Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
y por él reconciliar todas las cosas a sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos”

Esta porción entre los textos 15 al 20 se conoce en algunos círculos como el himno de la supremacía de Cristo (como ya había señalado hay varios comentaristas bíblicos que dicen esto), una especie de confesión de la iglesia, pero dejando de lado esas opiniones, Pablo usó, inspirado por el Espíritu Santo, estas palabras para describir la supremacía de Cristo; y lo curioso es que lo hace en dos aspectos:

  • Habla de su preeminencia sobre la primera creación, y
  • Sobre su preeminencia sobre la Nueva creación.

 

Vemos a que se refiere estos 4 ítem:

a.- Así como Cristo ya era la “imagen del Dios invisible” al momento de la primera creación, luego en el comienzo de la segunda o nueva creación, la plenitud de la deidad habitó en Él, de esta manera fue el perfecto representante de Dios corporalmente, porque es Dios mismo. Recordemos que la palabra imagen traducida del griego, está apuntando a que Jesús es esencialmente el mismo con Dios.

b.- Así como Cristo fue “el primer nacido de toda la creación o primogénito de toda criatura” (primera creación), asimismo es el primer nacido de la nueva creación siendo el primogénito de los muertos (v18). Este texto es uno de los más claros ejemplo del Nuevo Testamento de como la resurrección de Cristo debe ser entendida como el comienzo de la nueva creación que vendrá algún día en toda su plenitud (es decir, cuando ocurran todas las resurrecciones).

c.- Así como Cristo existe antes de todas las cosas creadas de la primera creación, asimismo llegó a ser la “cabeza” y el “comienzo” o el “primado” en la nueva creación.

d.- Así como “todas las cosas fueron creadas por él en el cielo y en la tierra” en la primera creación (v16), asimismo también por Cristo reconcilió todas las cosas (de las que están en el cielo como las de la tierra). La Biblia se refiere en este pasaje en términos que reconcilió completamente, en el sentido de que cambió, mudó o transformó completamente todas las cosas para la nueva creación (la palabra griega usada allí tiene ese significado también). Esta misma palabra se traduce con el sentido de “cambiar” en vez de “reconciliar”, en otros pasajes provenientes de la pluma de Pablo, como por ejemplo, 1ª Co.15:51-52 “He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente resucitaremos, mas no todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción; mas nosotros seremos transformados

 

Hebreos 1:10-12 “Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra; y los cielos son obras de tus manos; ellos perecerán, mas tú eres permanente; y todos ellos se envejecerán como una vestidura; y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años nunca se acabarán”.

Los paralelos de este pasaje demuestran que Pablo creía que las cosas de la nueva creación fueron modeladas o basadas en las primeras cosas de la creación de Génesis. Por otro lado, el segundo Adam (Cristo) finalmente ha venido y hecho lo que el primer Adam debería haber hecho y no hizo. Los efectos de la obediencia y desobediencia de los respectivos Adam tienen implicancias no solo para la humanidad, sino también para el resto del cosmos.

 

 

Todo el trasfondo del primer Adam se ve también en Cristo, pues Pablo quiere enfatizar que Él es ahora, la cabeza y quien tiene toda la primacía o preeminencia tanto de la primera como la nueva creación.

¿Por qué Pablo ha escrito esta porción introductoria a los Colosenses? Para que ellos se enfoquen en su propia identificación con Cristo como una nueva creación, que debe dejar atrás este viejo mundo caído y todas sus cosas y vivir una nueva vida que por el momento esta “escondida” en Cristo, pero que cuando Cristo regrese por su Iglesia, se desatará, se manifestará completamente en gloria. Así que, si lo pensamos, en este justo momento, hay un traslape tanto de la primera como de la nueva creación, y somos nosotros los reconciliados con Cristo, los que formamos este traslape; estamos en la primera creación, pero somo parte de la nueva.

Aunque por el momento este bajo una cortina de misterio como será el tener un cuerpo glorificado y vivir en un estado supraterrenal, sin la presencia del pecado, la Biblia sí nos especifica con mucha claridad y ejemplos, como debe ser la vida de nuestra alma-espíritu, la vida espiritual, la vida resucitada desde la muerte espiritual:

En primer lugar, debemos estar conscientes y aceptando lo que significa que Cristo sea lo supremo, lo preeminente o lo primero de nuestra vida. Entendamos que no es una opción que pueda considerar a Cristo como lo primero: realmente Él es lo primero, lo más importante. Él es Señor, acepte este hecho o no. Es necesario enfatizar este punto pues parece obvio, pero en la práctica se olvida y pasa por alto con mucha facilidad.

En la cultura que vivimos hemos sido criados bajo el eslogan que el hombre es libre y nace libre, libre de escoger hacer con su vida lo que quiera, libre de ir donde estima conveniente; que tiene derechos inalienables y que nadie puede imponer o someter a otro a la esclavitud, etc. Razón por la que la noción de ser siervos o dependientes completamente de un Señor o Rey, nos parece lejana y difícil de entender.

Pero la Biblia enseña que no somos dueños de nosotros mismos, pertenecemos a otra persona. La dice claramente nuestro texto:

“Nos ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado a otro reino: el de su amado Hijo” Colosenses 1:13

Los Colosenses estaban familiarizados con este concepto de traslado de prisioneros. En esa época y en su sector geográfico, eran comunes las guerras y el traslado arbitrario de personas de una ciudad a otra e incluso de un país lejano a otro, por ejemplo, Antíoco el Grande (rey del imperio Seleucia) había transportado a 2000 familias judías desde Mesopotamia y Babilonia a Lidia y Frigia.

Los Colosenses sabían que ahora su ciudadanía estaba en los cielos, su esperanza estaba en las moradas eternas, pero Pablo quiere que se den cuenta que siendo de otro dueño, teniendo por rey, al único y verdadero Rey de toda la historia, sus vidas sean completamente transformadas para bien, para que agraden a su nuevo Rey, a Dios. Y ¿cómo consideraremos nosotros a Cristo? ¿Vamos a ir en contra de toda lógica, engañándonos a nosotros mismos, pensando que podemos tener las riendas de nuestra vida y hacer y deshacer, planificar y trazar los objetivos de nuestra existencia, sin consultar a nuestro dueño, sin pedir su dirección? El creyente verdadero no puede ignorar ni por un día que somos hijos de Dios y que tenemos un gran número de responsabilidades espirituales que son demandadas y que debemos cumplir, pero somos tan soberbios que nos damos el lujo, de por ejemplo, no orar y no leer la Biblia, por estar “ocupados” en los asuntos de esta primera, vieja y caída creación.

Hay una inercia mundanal en nuestra vida que nos lleva hacia donde no debemos ir o nos mantiene donde no debemos estar. ¿qué poder puede ayudarnos a romper esta fuerza natural y corrompida? Solo el poder de Dios.

Ese poder sobrenatural, no esta presente “naturalmente” en el mundo, es parte de la nueva creación. Y es ese poder el que debemos pedir al Señor que obre en nosotros, y lo hace, solo que muchas veces nosotros mismos lo entorpecemos.

Consideremos el consejo de Pablo en Colosenses 3:1 en adelante: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.

Como representantes de la nueva creación, nuestro vivir debe ser acorde con nuestra naturaleza. Si bien es cierto que tenemos dos naturalezas, la vieja y la nueva, debemos por orden de nuestro Dios y Rey, alimentar la nueva y mortificar la vieja. Debemos enfocarnos en que somos nuevas criaturas, una nueva persona que deja atrás todo lo malo que solía hacer y que tiene ahora nuevos y santos propósitos, como amar, perdonar, negarse a uno mismo, buscar el bien del otro, alabar a Dios, etc. ¿Es fácil hacer estas cosas? No, no es fácil dejar de hacer lo malo, ni es fácil comenzar a hacer lo bueno.

¿Es fácil no hacer lo que dice los versículos 5 al 9?

“Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra: fornicación, inmundicia, deleite carnal , mala concupiscencia, y avaricia, la cual es servicio de ídolos;
por estas cosas la ira de Dios viene en los hijos de rebelión.
En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas.
Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, palabras deshonestas de vuestra boca.
No mintáis los unos a los otros, despojándoos del viejo hombre con sus hechos”

¿Es fácil hacer lo que dice los versículos 12 al 17?

“Vestíos pues, (como escogidos de Dios, santos y amados) de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia;
soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros, si alguno tuviere queja del otro, de la manera que el Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, en la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.
La palabra del Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con salmos e himnos y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor.
Y todo lo que hagáis, sea de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias al Dios y Padre por él”

Lo que necesitamos es el poder de Dios. Eso debemos pedir, está allí a nuestro alcance, pero debemos pedirlo, debemos quererlo, apreciarlo y desear usarlo para la misma gloria de Dios.

Sin este poder no hay cristiano, sin este poder no hay testimonio, sin este poder no hay nada por lo cual pueda enorgullecerme. Van a sacar un título universitario ¿con qué poder, para la gloria de quién? Van a ir a ser misiones a la selva ¿con qué poder, para la gloria de quién?

 

Conclusión

La vida cristiana es parte de la nueva creación de Dios.

Debemos estar pensando en que nuestra ciudadanía está en los cielos, mientras vivimos en esta tierra.

Cristo es nuestro Señor, nuestro dueño y le debemos a Él todo lo que somos. Nos ha transformado y nos ha dado de su Santo poder para lograr vivir vidas victoriosas sobre nuestra carne y la vieja naturaleza.

¡Qué glorioso es ser un hijo de Dios! ¡Cuánta dicha hay en pertenecer al único Dios vivo y verdadero! Que la gracia de Dios conforme nuestras vidas a sus santos propósitos. Amén.

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