Vosotros sois templo del Espíritu Santo
Tema 1: “VOSOTROS SOIS TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO”
Hno. Sergio Tapia Pérez, Grupo Villa Ríos, Iglesia Smirna
Congreso Semana Santa 2015, Curicó, Chile
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.
1ª Corintios 3:16-17.
Con este tema quisiera meditar y analizar los dos versículos asignados. Espero con la ayuda del Señor mostrarles los siguientes puntos que se desprenden de los dos textos, en su contexto:
1.- La evidencia bíblica que la iglesia es ahora el templo de Dios.
2.- Las características de Corinto, de los creyentes y sus luchas.
3.- Los creyentes comparados a una labranza.
4.- Los creyentes comparados a una edificación.
5.- Un templo lleno del Espíritu debemos ser.
1.- La evidencia bíblica que la iglesia es ahora el templo de Dios.
Cuando uno analiza el panorama general de las Escrituras desde Génesis a Apocalipsis, en relación con la comunión que Dios tiene con sus criaturas y en especial con sus hijos, hay un cuadro general centrado en la idea que Dios creó la tierra con la intención de tener plena comunión con sus criaturas en un mundo en el cual Dios habitara con su pueblo y con gente que reflejara su santa naturaleza, esparcida alrededor de toda la tierra.
Es así como leemos en Génesis 1:27-28a: “Y crió Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió. Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad y henchid la tierra…”
El plan de Dios fue tener una relación santa e íntima con sus criaturas en un mundo-templo sin la presencia del pecado, pero casi inmediatamente esto cambió por la desobediencia de Adán y Eva, quienes fueron expulsado de la presencia de Dios, echados del jardín del Edén, con la consecuente pérdida de esa imagen perfecta que tenían de Dios en ellos, pues hablaban con Él cara a cara.
Perdieron ese estatus único que ser humano alguna haya tenido, y ya no podían acceder directamente a la presencia de Dios. Pasaron a estar bajo el control de su propia naturaleza caída y de su nuevo amo, el diablo. Tanto el corazón del hombre como la creación quedaron a la voluntad de Satanás.
El resto de la Biblia describe como Dios actúa para redimir al hombre y derrotar a Satanás. Dios le dice a la serpiente que la semilla o simiente de la mujer le daría un golpe mortal a la cabeza y nunca más tendría control sobre el pueblo de Dios.
Y por otro lado, esta creación daría paso a una nueva creación, simbolizada en Apocalipsis por la ciudad-templo, la Nueva Jerusalem.
Apocalipsis 21:1-3 “Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y la primera tierra se fueron, y el mar ya no es. Y yo Juan vi la santa ciudad, Jerusalem nueva, que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos”.
En esta nueva Jerusalem, Dios mismo nos ha prometido que estaremos, ya no más con sufrimiento o dolor por causa del pecado, sino gozando dicha indecible en perfecta comunión. El morará con nosotros y no habrá interrupción de ningún tipo ¿se lo pueden imaginar?
A lo largo de la historia de redención, el Dios Omnipotente quiso conducir personalmente al pueblo que traería a su Hijo unigénito al mundo y moró CON ellos. Dios habitó CON el pueblo de Israel, primeramente en el tabernáculo, que era una tienda transportable con todo lo necesario para ofrece en ella los sacrificios por el pecado requeridos para que el pueblo de Israel pudiera estar así de cerca con Dios y que prefiguraban el sacrificio redentor, expiatorio y sustitucional que haría Cristo, por el pecado de los santos tanto del Antiguo como del Nuevo testamento.
Más tarde el tabernáculo dio paso al templo de piedra que Dios mandó construir al rey Salomón. En este templo se mantenía todo igual con relación a los sacrificios por el pecado y se agregó todo lo relacionado con las alabanzas y los coros de voces e instrumentos para la alabanza de la gloria y magnificencia de Dios.
Figura 1. Tabernáculo y templo del pueblo de Israel.
Este templo era un motivo de orgullo para el pueblo judío y representaba el alma de este pueblo, pues Dios moraba en él.
Pero lamentablemente este templo fue destruido por causa del pecado de los israelitas en mano de los impíos del reino babilónico, pero más tarde y no sin dificultades, reconstruido y la ciudad de Jerusalem con sus muros también. Pero los días de este templo estaban contados, pues Dios mismo descendería a los hombres, Dios hecho carne, Jesucristo la 2ª persona de la trinidad, vino y habitó entre nosotros. Juan 1:14 “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
El templo de piedra ya no era necesario.
Todo lo que prefiguraba y todas sus funciones vinieron a ser realidad en Cristo Jesús. El acceso a Dios estaba nuevamente a las puertas, solo faltaba el golpe final, el evento más crucial e importante de toda la historia del cosmos y la creación: Dios mismo a través de su Hijo paga el costo de la transgresión a su santidad; Jesucristo apacigua y propicia la ira de Dios por la violación a su santa Ley y torna a Dios favorable hacia nosotros.
Cuando Jesús cuelga del madero todo el pecado de su pueblo es expiado, toda la ira de Dios es puesta sobre él y ocurre lo que jamás se pensó que podría ocurrir:
“¡Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado! El Padre abandona a su Hijo, el Padre da muerte a su propio Hijo, para que nosotros tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Al morir Jesús el velo del templo que separaba el lugar santo del santísimo, donde estaba la presencia de Dios, se rajó en dos de arriba hacia abajo.
¡Ya no más templo de piedra, ya no más cuerpo mortal para el Hijo de Dios!
Figura 2. Velo del templo rasgado en dos.
Al tercer día resucitó Jesús con un cuerpo glorificado y luego cuando asciende al Padre cuando se despide de sus discípulos, vemos en el salmo 24 lo que ocurre en el cielo ante la presencia del Padre: El Hijo regresando en gloria, victorioso, digno de sentarse a la derecha de su Padre.
Salmo 24:7-10 “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, él es el Rey de la gloria”.
Y en Apocalipsis 5 también se relata aquel glorioso suceso:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito de dentro y de fuera, sellado con siete sellos. Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos? Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo. Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dice: No llores: he aquí el león de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus siete sellos. Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra. Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos: Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. Y miré, y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la multitud de ellos era millones de millones, Que decían en alta voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza”.
¿Qué ocurrió después con la morada de Dios entre su pueblo? ¿Qué ocurrió después con los discípulos, quedaron solos?
Tal como Jesús les había dicho, Dios el Padre envió al Espíritu Santo sobre sus discípulos el día de Pentecostés. Ese día se inicia oficialmente la iglesia del Nuevo Pacto, ese día Dios viene a morar ya no CON su pueblo, sino EN su pueblo. Ese día Pedro lleno del Espíritu Santo, explica que estaba ocurriendo cuando todos pensaban que los discípulos estaban borrachos. Lo que Dios había profetizado a través de Joel, se estaba cumpliendo: “En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne…”
El Espíritu Santo vino para dar vida, para regenerar, para transformar, para perfeccionar a todos los creyentes en Cristo y conformar un cuerpo y una esposa para Él.
Dios mora EN su pueblo y lo hace a través de su Espíritu y numerosos pasajes nos confirman este hecho y nos explican con qué propósito.
Si en el Antiguo Testamento Dios moraba en un tabernáculo o templo, ahora lo hace en su iglesia, en cada creyente. Esto hace que esta verdad sea de todo nuestro interés.
Puede haber cosas importantes que nos mantengan ocupados día tras día, pero el hecho que la iglesia sea la morada de Dios, es algo que realmente nos debe importar y ocupar. Dios no está lejos, ni se ha olvidado de nosotros. Él habita en su templo y ese templo somos todos los creyentes.
Esa es la verdad bíblica, eso es lo que Pablo quiere dejar muy bien explicado en esta carta: “deben saber que son el templo de Dios, la morada de Dios, su Espíritu mora en vosotros”.
Y así se cumple, en parte, el propósito de Dios de tener comunión con sus hijos en cualquier momento y lugar, extendiendo su presencia alrededor de toda la tierra, pues se refleja en sus criaturas redimidas, como era el plan del inicio en Génesis.
2.- Las características de Corinto, de los creyentes y sus luchas.
La iglesia en Corinto no era una sola iglesia que se reuniera en un solo y gran templo.
Debido a la persecución de los cristianos, no se comenzó a edificar iglesia sino unos 200 años después. Ellos al comienzo se reunían en los hogares, en salones, en cuevas, donde pudieran.
La ciudad de Corinto era bastante grande, rica e importante para el imperio romano con aproximadamente unos 400.000 habitantes. Era una ciudad dedicada al comercio pues se ubicaba en un punto estratégico, más precisamente en un istmo, esto es, un puente terrestre que une dos mares, el mar Egeo y el norte del mar Mediterráneo. Por esto mucha gente cruzaba por allí de distintas partes del medio oriente.
La obra misionera de Pablo fue muy fructífera durante el año y medio que estuvo allí y muchas iglesia y grupos se formaron.
Pero después de su partida cada grupo siguió con dirección propia, con su propio encargado y no tardaron en surgir rivalidades y competencia entre ellos. En vez de la unión y la cooperación que debe existir entre hermanos, se polarizaron en pos de un hombre (Pablo, Apolos, Crispo, etc.)
¿Y no ocurre esto también con nosotros en nuestras iglesia y aun dentro de un misma iglesia local? ¿Puede el Espíritu de Dios manifestarse con poder en grupos de creyentes que se pelean y se separan?
“Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa y que no haya entre vosotros disensiones (divisiones), antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer…”
Pablo no pudo hablarles como a creyentes espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo por causa de esta rivalidad y polarización.
Otra de las luchas que tenían estos creyentes era contra su vida pasada de inmoralidad y perversión que abundaba en todas las ciudades griegas, por causa de sus dioses.
Pablo hace notar el gran contraste que eran los creyentes de Corinto como templo de Dios en comparación con los innumerables templos de dioses paganos en los que se cometían toda clase de perversiones. Basta con leer un poco de la historia y cultura griega para conocer el nivel de inmoralidad que existía en su sociedad. La homosexualidad era algo normal para ellos. Los jóvenes eran criados bisexuales. Los juegos deportivos, tan comunes y arraigados en su vida diaria y donde Corinto era una de las ciudades sede de los juegos, debían jugarse completamente desnudos. La pederastia y la prostitución eran poco menos que derechos sociales.
Era un mundo que lamentablemente está volviendo a ser realidad en nuestros días, con el apoyo de la sociedad y del gobierno. ¿Has pensado cómo hacerle frente? Allí donde quiera que se ataque al cristiano como un retrogrado, anticuado y homofóbico ¿Tienes el valor y el porte espiritual para dar a conocer la Verdad; lo que Dios dice?
Y con otras muchas cosas los hermanos de Corinto tuvieron que lidiar: su deseo o codicia por los dones espirituales más vistosos, el dilema entre comer o no carne sacrificada a los ídolos, el problema con la cena del Señor en los hogares, las libertades de las mujeres, el matrimonio, etc.
Todos estos problemas, de los cuales nosotros no estamos libres, lo único que producen es que arruinemos el templo de Dios, nuestra vida espiritual y la comunión con Dios y entre nosotros.
Y precisamente Pablo en este pasaje de 1ª Corintios 3, nos advierte que el templo de Dios se puede arruinar, y no se refiere únicamente al templo como a nuestro cuerpo físico.
A veces pensamos que solo nuestro cuerpo particular es el templo (y por ende creemos que no debemos tatuarlo, o enfermarlo con el cigarrillo, el licor, las drogas, la obesidad, etc.), lo cual es incorrecto, porque el templo de Dios es la iglesia, la vida de la iglesia, todos y cada uno de nosotros que la conformamos. El templo de Dios es un organismo vivo, un cuerpo que debe crecer, santificarse y edificarse.
Y tú y yo querido hermano tenemos parte en esto, es nuestra principal responsabilidad. Muchas veces nos cuestionamos desde la vereda de enfrente por qué la iglesia no crece, por qué tiene tantos defectos, como si la culpa fuera de los demás, cuando en realidad debiera cuestionarme a mí mismo y mi cuota de responsabilidad en ello.
Los judíos del AT tenían cuidado en no profanar el tabernáculo y el templo y observaban sus leyes, pero no siempre lo cumplieron. ¿Cuál fue el costo de tal descuido? Algunos pagaron con su vida, otros fueron deportados y el templo paulatinamente desde Roboam fue robado en sus tesoros, maltratado y saqueado por reyes invasores, profanado con accesorios y símbolos de deidades paganas por reyes idólatras, etc., hasta que finalmente fue destruido.
No hagamos tal cosa con nuestro templo, con nuestra iglesia.
3.- Los creyentes comparados a una labranza.
Es por eso que ahora quisiera referirme al texto 17, pues dice en español algo ligeramente diferente o que se presta para entenderlo de manera distinta, si es que no se considera en el idioma original en que fue escrito, griego.
En los versículos anteriores Pablo compara a la iglesia con una plantación y con una edificación.
1ª Corintios 3:6-15: “Yo planté, Apolos regó: mas Dios ha dado el crecimiento. Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme á su labor. Porque nosotros, coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois. Conforme á la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima: empero cada uno vea cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; La obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, mas así como por fuego”.
En relación a la plantación, señala que él plantó la semilla del evangelio. Apolos regó y alimento espiritualmente a estos nuevos creyentes, pero es Dios quien da el crecimiento a la iglesia, a cada creyente en particular, de tal manera que ni Pablo ni Apolo son importantes, sino el Espíritu Santo que santifica y hace crecer a la iglesia.
La santificación en el creyente tiene altos y bajos, porque es una lucha entre el nuevo hombre y la vieja naturaleza. De esta forma el creyente puede contribuir al avance o al retroceso de su santificación dependiendo a cuál de las dos naturalezas alimenta.
Pero ¿qué ocurre si uno solamente alimenta la vieja naturaleza?
Está violando el templo de Dios, está destruyéndolo, está arruinándose a sí mismo. La palabra “violar” del v. 17 escrito en el griego, tiene un significado adicional dentro del contexto de una planta, esto es: marchitarse, secarse, morirse.
Luego 1ª Corintios 3:17a sería “Si alguno el templo/morada de Dios arruina/echa a perder/marchita/seca/apaga…”
¿Qué ocurrirá, qué consecuencias traerá? Cómo somos templos de Dios y éste es santo, Dios no se quedará sin hacer nada. Él destruirá al tal, lo arruinará, la marchitará, lo secará, pues usa el mismo verbo.
Dentro del contexto del pasaje y del libro, Dios tratará con la persona para muerte de la carne, para que su espíritu sea salvo.
Como dice el capítulo 5, texto 5 de 1ª Corintios, sobre la persona que había cometido fornicación con la mujer de su padre: “El tal sea entregado a Satanás para muerte de la carne, porque el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”. Luego todo el texto 17 sería así: “Si alguno el templo/morada de Dios arruina/echa a perder/marchita/seca/apaga, el Dios arruinará/echará a perder/marchitará/ apagará a éste, la razón/porque el templo/morada de Dios SANTO es, quienes son ustedes”.
4.- Los creyentes comparados a una edificación.
En relación a la edificación sucede lo mismo.
Pablo ahora como arquitecto puso la fundación que es Cristo, el cimiento de la estructura, sobre la cual todo el peso del edificio va a sostenerse estable.
Y luego es uno mismo quien debe sobreedificar y se pone el énfasis en los materiales: los primeros 4 fueron materiales usados en la construcción del templo y del tabernáculo, pero los dos restantes, el pasto y las hojas secas ¿pará que pueden servir, sino para algo precario e improvisado? Los primeros 4 representan el buen material espiritual con el cual debo construir y edificar mi vida espiritual y relación con Dios.
Los otros dos son todos los sucedáneos, los materiales alternativos que no sirven para la vida del creyente.
Así como en el cuento de los 3 chanchitos. El que hizo su casa con paja la terminó primero, pero fue la primera en caer.
El Espíritu Santo no merece un templo mediocre. Hemos de construirlo buscando los mejores materiales. Nuestra propia vida debe ser santa, eso es todo lo que vale, todo lo que importa, porque Él es santo.
¿Cuántas cosas de todas las que hacemos en el día tienen valor para Dios? ¿Cuánto de lo que hacemos sobreedifica nuestra vida espiritual?
Figura 3. Materiales preciosos y paja.
Ahora tanto Pablo como otros apóstoles, entre ellos Pedro, también nos exhortan a que seamos edificados, que conformemos juntos el templo de Dios, pues nos compara como a una piedra viva.
1ª Pedro 2:5-7a “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables á Dios por Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en ella, no será confundido. Ella es pues honor á vosotros que creéis…”
El Señor Jesús es la piedra del ángulo la piedra principal, la que orienta y encuadra todo el templo, a todos nosotros, la que nos honra con el privilegio de ser parte del templo de Dios.
Hay creyentes que en vez de ser piedras vivas, piedras sólidas para dar resistencia, se han convertido en globos. Creyentes hinchados, vanagloriosos, que se enorgullecen de las cosas pasajeras de esta tierra, que parecen estar fieles al Señor, parecen que van a perseverar, pero cuando se pinchan, cuando vienen las pruebas y las dificultades, se desinflan y hasta ahí llegan. ¿Puede un globo soportar el peso, puede aportar resistencia al muro?
Ahora hay otros creyentes que se llevan mal con todo el mundo. No les falta la ocasión para pelear y tener alguna diferencia con alguno. No pueden vivir en paz. Siempre inmiscuyéndose en toda clase de polémicas y haciendo comentarios y murmurando por todos lados. ¿Se imaginan un muro donde todas la piedras se apoyen en la puntas, como desencajadas y con desorden? Un muro así jamás resistirá.
Hemos de ser piedras rectas, bien posicionadas y ligadas entre sí. Es la única manera de dar estabilidad y resistencia a la iglesia.
Figura 4
5.- Un templo lleno del Espíritu debemos ser.
Por último me voy a referir a que como templo debemos ser llenos del Espíritu.
Ocurrió con el tabernáculo y con el templo de Salomón, amos fueron llenos de la gloria de Dios, su presencia descendió a tal punto que los sacerdotes no podían entre para ministrar por causa de la nube de su gloria.
El apóstol Pablo escribiendo a los creyentes Efesios, cuyas iglesias también estaban envueltas en la sociedad greco-romana y sus dioses y templo, usa la misma terminología y el concepto de la iglesia como lugar para morada de Dios, para exhortarles a su crecimiento espiritual.
Dirigiéndose a una audiencia gentil, escribe: Efesios 2:19-22 “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los santos, y domésticos de Dios; Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; En el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Señor: En el cual vosotros también sois juntamente edificados, para morada de Dios en Espíritu”.
Y luego cuando en el capítulo 5 habla sobre las cosas prácticas de la vida cotidiana les ordena: SED LLENOS DE ESPÍRITU. v.18 “Y no os embriaguéis de vino, en lo cual hay disolución; mas sed llenos de Espíritu”
¿Pero qué significa ser lleno de Espíritu?
Aquí mismo en Efesios 5:18 se ofrece la analogía práctica, totalmente acertada y compatible con lo ocurrido en Pentecostés. En Hechos 2 se nos relata que los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo, que se puso sobre ellos como lenguas de fuego y comenzaron a predicar en distintos idiomas. La gente que los vio asimiló su comportamiento a una persona que está embriagada: “Mas otros burlándose, decían: Que están llenos de mosto” (Hechos 2:13).
¿Qué sucedió entonces? ¿Cuál es la relación entre estar embriagado o lleno de alcohol y estar lleno del Espíritu?
Embriagarse con vino o alcohol implica que estamos bajo su influencia o su control. Embriagarse significa que nuestras facultades, nuestra mente, nuestros sentimientos, nuestra voluntad y actos se encuentran bajo una influencia ajena por entero a nosotros. Lo que se ha bebido, por decirlo de una forma, a uno lo controla.
Esto es lo que nos ayuda a comprender que es ser lleno del Espíritu. No es correcto pensar que ser llenos del Espíritu es algo en términos mecánicos de estar lleno o vacío como si fuéramos un vaso o recipiente; o como de algo que se derrama sobre nosotros, como una influencia o poder. Recordemos que el Espíritu Santo es una persona; se le describe por toda la Biblia de forma personal. Por ende cuando se dice que seamos llenos del Espíritu Santo se refiere a que la bendita persona del Espíritu Santo nos controle, domine e influencia en nosotros.
¿Cuáles son los efectos de este control, de esta influencia? Existe algo comparable entre la influencia del vino y el efecto de ser lleno del Espíritu. El paralelismo es real pues lo usaron las personas que vieron a los discípulos en Hechos 2.
¿Cuál es el efecto del vino sobre una persona?
Sin hablar en términos científicos, sino solo como un simple observador, el primer efecto en alguien es ESTIMULARLO, quitarle el nerviosismo, quitarle el miedo. Da la impresión que mejoran sus facultades y se vuelven más atrevidos y osados, incluso valientes.
Ese mismo efecto se vio en los discípulos que valientemente predicaron ese día y continuaron la obra de evangelización, aun bajo las amenazas de tomarlos prisioneros, soportando persecución, castigos y cárcel. Pedro mismo días antes había negado a Jesús por temor, se escondía y no quería ser descubierto, pero a partir de ser lleno de Espíritu, se enfrenta valerosamente ante el Sanedrín, diciendo que no dejará de decir lo que ha visto y oído. Ese es el actuar de un creyente cuando está controlado por el Espíritu Santo.
¿Por qué nos cuesta tanto testificar, por qué nos cuesta tanto salir a evangelizar? Porque no estamos siendo influenciados por la compasión ni el amor del Espíritu. Vivimos para nosotros mismos, que no se metan en mi vida y yo no me meto en la de ellos.
¡Cuánta indolencia, cuanta indiferencia nos agobia en contra de la gran comisión!
Figura 5. Representación de Pedro en el día de Pentecostés.
El otro efecto que quisiera mencionar es el que describe el salmista (Salmo 104:15) dice que el vino “alegra el corazón del hombre”.
Es sorprendente como Pablo y Silas, por ejemplo, alababan a Dios desde la cárcel y oraban. Eran horas de dolor después de haber sido azotados con varas una gran cantidad, pero eran inmunes a las circunstancias, a pesar que sus pies estuvieran en el cepo sin saber que sería de ellos al día siguiente, allí estaban cantando himnos a Dios.
Una persona llena del Espíritu sobresale, es diferente a los demás, la vida de Dios se manifiesta en ella y se percibe en todo lo que habla y piensa.
Pablo les escribe a los Filipenses “Gozaos en el Señor siempre, otra vez digo: que os gocéis” (Filipenses 4:4).
Es posible esto si pedimos al Señor ser llenos de su Espíritu y a más de esto, el fruto del Espíritu abundará en nuestras vidas: Gálatas 5:22-25 “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley. Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con los afectos y concupiscencias. Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu”.
Andar ordenadamente como van los soldados, así de derecho debe conducirse nuestra vida espiritual.
Nosotros que somos el templo de Dios, se nos ordena ser llenos de Espíritu, en el cual no hay disolución o descontrol, sino todo lo contrario, dominio propio, mansedumbre y sujeción.
Luego muy natural resultará comprender que no debemos unirnos en yugo desigual con los infieles, o que nos contaminemos con lo que hay en el mundo, pues no hay ninguna relación, ninguna concordia entre el templo de Dios y el de los ídolos.
Conclusión
Que el Señor nos de las fuerzas para vivir en medio de este mundo y dejemos que su Espíritu nos controle por completo.
El Señor no negará su Espíritu a quienes se lo piden, ni tampoco nos repartirá escasamente.
Preocupémonos en sobreedificar nuestra vida espiritual en santidad, de invertir nuestro tiempo en cosas provechosas para la obra de Dios, cosas válidas para Dios y no para el mundo.
No olvidemos que el Señor reprenderá y tendrá que pasar por el crisol de la aflicción al creyente que viva en pecado.
Y por último entendamos el propósito del Señor: que su iglesia sea un templo para su morada y para proclamar su nombre donde quiera que estemos.
Amén.