Nuestra vida interior no puede consistir en tolerar el pecado

Para que la unión con Cristo sea de crecimiento, nuestra vida interior no puede consistir en tolerar el pecado

Congreso JUPNAF Nacional, Concepción, 2016

Hno. Sergio Tapia P.

 

“El Dios que ordenó los mundos y las galaxias en un glorioso arreglo, cuyas huestes de ángeles corren prestos a sus mandamientos, se rebajó a tratar con la caída descendencia de Adán y le trajo su gracia salvadora, para hacer una nueva creación, de acuerdo a su voluntad.
Los cielos cuentan la gloria de Dios, las estrellas siguen obedientes sus decretos, pero aun así, Él eligió grabar sobre los corazones de aquellos que ha salvado, la imagen de su bendito Hijo, para que todo el mundo pueda ver”.

Estas dos estrofas del himno The Life Of His Son In Me (Jeanine Drylie, arr. Faye Lopez), me hacen meditar en las siguientes imágenes:

 

Figura 1.
La galaxia más brillante encontrada hasta la fecha, tres veces más brillante que la que se tenía conocimiento.
Bautizada como CR7, y descubierta por astrónomos de una universidad portuguesa.
En estrellas como las que tiene esta galaxia se formaron los primeros átomos pesados.

 

Figura 2.
Galaxia del Escultor NGC 253 (Nuevo Catálogo General).
En galaxias como ésta se están formando miles de estrellas en este momento y Dios las conoce todas por nombre.

 

Figura 3.
Una fotografía del universo profundo que muestra galaxias nunca antes vista.
Las galaxias más distantes se ven de color rojo en los límites del universo.

 

“Con temor y tembloroso gozo, puedo ver las obras de mi Dios, usándome para glorificar su nombre. Él nunca dejará la obra de sus manos, Él acabará lo que comenzó; me toca a mí reclamar estas promesas y correr la carrera que Él me ha mostrado.
Él trabaja en mí, tanto el querer como el hacer por su buena voluntad, con un poder que no tiene ningún límite; y porque su Palabra es segura, estoy en lo correcto proclamando este gran tesoro: la vida de su Hijo en mí”.

Tener la imagen de su bendito Hijo es más glorioso que cualquier cosa creada… es algo de incalculable valor… más que las galaxias, más que toda la belleza de las estrellas. Cristo mismo fue quien estaba en los cielos creándolo todo y ahora está en nosotros.

Para que la unión con Cristo sea de crecimiento nuestra vida interior no puede consistir en tolerar el pecado, sino en abandonarlo.

Como deben haber visto en el tema de la mañana la vida de Jesús en nosotros, su permanencia en nosotros, hace posible una unión de crecimiento espiritual que no puede quedar estéril, puesto que es Él quien va a obrando en nuestro corazón, y como consecuencia de esta obra sobrenatural, surgen creyentes que evidencian esta unión a través de una vida renovada, una vida nueva, cuya característica principal es el fruto de una vida de comunión con Dios y no la de comunión con el pecado y las tinieblas.

En esto se traduce en forma práctica y evidente nuestra permanencia y unión con Cristo: en el fruto de la comunión con Dios. Éste es un fruto muy delicado y hermoso; un fruto que hay que cuidar con mucho esmero.

Una vida de comunión con Dios se puede estropear fácilmente por el pecado, con cualquier pecado, ya que son totalmente incompatibles. No se trata de que existan algunos pecados que sean tolerables en nuestro ser y otros no, antes de debilitar nuestra comunión con Dios y detenerla. ¡No!, todos los pecados que cometemos lo primero que afectan es nuestra comunión con el Señor. 1ª Juan 1:6 “Si nosotros dijéremos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas, mentimos y no hacemos la verdad”.

 

Y con respecto a esto suceden dos cosas en la vida de todos nosotros:

  1. Toda nuestra vida la viviremos bajo la disciplina del Señor, en donde Él empleará una limpieza mediante una poda efectiva, que será visto en el tema de mañana por la mañana,
    Pero lo que nosotros veremos ahora
  2. Es la responsabilidad que a nosotros toca de procurar con todas nuestras fuerzas una vida santa que no tolere el pecado, sino que lo vaya abandonando cada vez más, buscando el mismo tiempo que nuestra comunión con Dios sea cada vez mejor.

Hemos entonces de precisar con mayor detenimiento, en primer lugar, qué es la comunión con Dios y cuál es su objetivo, antes de entender porque no podemos tolerar el pecado en nuestra vida.

Vayamos al Salmo 25:14:«El secreto de Jehová es para los que le temen; ya ellos hará conocer su alianza».

Este texto llama mucho la atención a la expresión «el secreto de Jehová » que se puede encontrar en otros pasajes del A.T como en Proverbios 3:32 “porque el perverso es abominado de Jehová, mas su secreto es con los rectos». Jeremías 23:18 y 23 “porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová y vio y oyó su Palabra?¿Quién estuvo atento a su Palabra y oyó» “y si ellos (falsos profetas) hubieran estado en mi secreto, también hubieran hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les hubieran hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras».

La palabra traducida como secreto, no se refiere exclusivamente a algo que no puede darse a conocer, más bien significa: una reunión secreta o íntima entre dos personas; se refiere a una reunión o asamblea en la que se lleva a cabo una conversación familiar; de amigos cercanos, entorno un círculo. A eso apunta la raíz de esta palabra hebrea.

El sentido que tiene la expresión el secreto de Jehová nos lleva a concluir que se refiere a una comunión o participación íntima con él; entre Dios y criatura; entre padre e hijo, o de dos amigos muy cercanos.

Luego el texto del Salmo 25:14 puede leerse como: la conversación o consejo íntimo o familiar, la reunión de Dios, es para los temerosos de él. Y en consecuencia su pacto será para ellos conocido.

Sólo aquellos que temen a Dios pueden tener comunión con él y sabrán en qué consiste su relación o alianza con Él. Sólo con los rectos, dice Proverbios 3, será su secreto. Y en Jeremías 23 vimos que los falsos profetas no estuvieron en el secreto del Señor.

Por lo tanto, la santidad es indispensable para tener comunión con Dios, sin la cual nadie verá al Señor, y adicionalmente a esto, la comunión con Dios es prometida a toda aquel que guarda sus mandamientos:

Juan 14:23 «El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con Él morada».

1ª Juan 3:23-24 «Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, está en Él y él en Él. Y en esto sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado».

Ahora notemos algo muy importante, es Dios quien nos llama a tener comunión con él. Es Dios quien ha tomado la iniciativa en toda nuestra vida cristiana: es Dios quien nos ha redimido, Él nos está justificado, Él nos ha santificado y nos llevará su presencia algún día.Es Dios y Cristo quienes vienen a nosotros para morar en el creyente por medio de su Espíritu Santo y no nosotros los que vamos hacia ellos.

Si vemos la comunión con Dios desde la perspectiva de la teología bíblica, a lo largo de toda la Escritura vemos que es una actividad que Dios propone el hombre, Él es quien se acerca su criatura.

Desde Génesis con nuestros primeros padres, Adán y Eva, antes de la caída, ellos disfrutaban de la comunión con Dios, de este secreto, de una conversación íntima y familiar Creador-criatura, conociendo a Dios de la forma correcta

Pero luego vemos como Satanás logró perturbar esta armoniosa relación tentando a Eva y logrando por medio del engaño que ellos se revelaran voluntariamente contra Dios. Como resultado de esto, Adán y Eva fueron expulsados del jardín del edén y cortados de la presencia de Dios, haciendo imposible la comunión con Dios como antes.

De ahí en adelante fue nuevamente Dios quien se acerca al hombre para que él pueda conocerlo y relacionarse con Dios, pero no sin un inocente que quitara el pecado del hombre.

Éste esta forma, por ejemplo Abel si tuvo comunión con Dios por medio de su ofrenda, en contraposición a la de Caín.

Luego otros hombres también lograron cultivar la comunión con Dios, recordemos solo por gracia, como Enoc que caminó con Dios porque tuvo testimonio de haber agradado a Dios. También Noé caminó con Dios, varón justo, perfecto en sus generaciones.

Abraham que también fue llamado amigo de Dios, recibió por fe las promesas y fue obediente conforme a su fe en ellas.

Luego está Moisés con quien Dios habló directamente, como habla cualquiera a su compañero o amigo íntimo.

Luego viene David quien fue un hombre conforme al corazón de Dios, que escribiera precisamente el Salmo 25 diciendo claramente que el secreto de Jehová es para los que le temen.

Luego tenemos a todos los profetas que, en ese secreto de Jehová, debían recibir el mensaje que Dios tenía para su pueblo, siendo Juan el Bautista el último profeta que anunció la venida de Cristo y la verdadera revelación de cómo el hombre puede volver a tener comunión con Dios de forma perfecta… éste es mi hijo amado en el cual tengo complacencia, dijo Dios, a Él oíd.

Y es por eso que Cristo, luego de abrirnos los cielos y ser el mediador entre Dios y los hombres, viene a ser su morada en el creyente, para que cada uno de los suyos puede estar en íntima cercanía con Dios. Atrás quedaronlos sacrificios de animales inocentes;el tabernáculo y el templo con su ceremonial, todo era un tipo de Jesús quien verdaderamente hizo posible la comunión Dios-hombre, tomándolo así mismo sólo por su gracia.

 

La comunión con Dios es más que un devocional privado apurado, escueto y por cumplir. Pensar en la comunión con Dios sólo en términos de un “devocional” es tener una idea distorsionada de lo que implica sustancialmente la comunión con Dios.

La comunión con Dios es un fruto continuo; es el resultado de estar permaneciendo en Cristo, y se permanece en Cristo las 24 hr. del día, no sólo unos cuantos minutos solamente.

Así lo vemos en el modelo bíblico: Jesús tenía una comunión plena y continúa con su Padre celestial, y de muchos otros testifica la Escritura que caminaron con Dios y que estuvieron en su secreto, como los mencionados anteriormente.

Y lo único que puede echar a perder esta comunión somos nosotros mismos por nuestro pecado. Y ¿cómo es posible que pequemos contra Dios, siendo la comunión con Dios algo tan anhelado por nuestros corazones?¿Cómo podemos ser capaces de alejarnos de Dios si están bueno caminar con Dios cada día? Si él es tan bueno, tan misericordioso, tan benigno, que nos corona de favores y misericordias, porque somos capaces muchas veces de tolerar el pecado nuestra vida.

Les diré por qué

¡Porque ignoramos quieres Dios realmente!

¿De donde obtuviste tu conocimiento o idea de Dios? ¿Ha sido de las Escrituras? ¿Ha sido de lo que te han enseñado en la iglesia, de lo que has leído en libros, u oído en congresos y actividades?

Un creyente que está unido a Cristo, que permanece en él y desea tener una vida de comunión con Dios no puede tolerar el pecado en su vida y esto se fundamenta y tiene su origen, porque simplemente Dios es un Dios santo.

¿Te has propuesto alguna vez hacer un estudio serio y en profundidad acerca de Dios?¿Conoces realmente al Dios de las Escrituras?

Si tan sólo intentáramos conocer a Dios con el mismo afán con que realizamos nuestros estudios en el colegio, instituto o universidad; si tan sólo buscáramos el rostro del señor con el mismo afán con que buscamos divertirnos y pasarlo bien, de seguro no seríamos los mismos que somos ahora por causa de ese conocimiento.

Porque el conocimiento un Dios santo nos lleva necesariamente a la humillación ya la confesión de nuestros pecados. El conocimiento bíblico del Dios de las Escrituras nos llevara ciertamente a conocer el verdadero y único Dios que nos tiene aquí en este momento adorándole.

El hombre nunca es el mismo una vez que conoce y puede dimensionar de alguna manera cuál Santo y Excelso es el Señor. Le pasó a Moisés, le pasó a Isaías, le pasó a los Apóstoles, a Pablo; ¡y todos nosotros somos llamados a una vida transformada y renovada como la de ellos, porque somos siervos del Dios Altísimo!

¿De dónde viene tu idea de Dios? ¿Te la has formado tú mismo a partir de lo que tú crees que Dios debiera ser?

¿Cómo es tu lectura bíblica?¿Cuándo te acercas a las Escrituras, con que fin lo haces?¿La estudias para recibir la gloria y aprobación de los hombres ola de Dios?

Deseo invitarlos a que mediten no tan sólo en la cantidad de su lectura bíblica, si no en su calidad. Cuando la lean, mediten en lo que leyeron, busquen al Señor, busquen a Cristo y que se revela acerca de Él en el texto. El fin del AT es apuntar a Cristo, el fin del NT es revelar a Cristo, no pueden ir más lejos que eso.

Tolerar el pecado hace evidente una tremenda despreocupación de parte nuestra por nuestro Dios y su santidad y nuestra permanencia en el.

Tolerar el pecado en nuestra vida significa que no estoy entendiendo nada  sobre cuán santo es el Señor. Aunque estemos viviendo en una cultura relativista, Con una moral redefinida y opuesta a la verdad de Dios, eso no me da permiso para hacer lo mismo con el carácter de Dios. Dios es inmutable: lo que es desagradable delante de sus ojos hoy lo seguirá siendo mañana y hasta la eternidad.

Un pecado “grande” es tan malo como un pecado “chico”, porque ante la perfecta santidad de Dios, cualquier pecado es malo.

A modo ilustración piensen el pecado como una figura fractal.

Cuando vemos un fractal, vemos una figura grande que al acercarnos, se ve que tiene la misma figura anterior, pero más chica.
Luego si nos acercamos lo suficiente se vuelve a tener la figura grande y así sucesivamente.
En esencia sigue teniendo la misma figura, el observador siempre ve lo mismo.

En el caso del pecado, Dios es el ser observador y el pecado siempre es pecado.

   

Figura 4. Fractales.

 

¿Seremos capaces entonces o seremos tan osados de tolerar algún “pecadillo” que nuestro juicio no es tan malo e incluso necesario?

Como dice 1ª Corintios 6:9 “[…] No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios”.Apocalipsis 21:8 “Mas a los temerosos é incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

Una vez que entiendo que no puedo seguir tolerando el pecado, debo pasar a confesarlo y arrepentirme. Esto es lo natural en cada creyente auténtico que ha sido quebrantado y humillado delante de Dios.

No confesar nuestros pecados producirá una tremenda esterilidad, nos hará creyentes infructuosos, e impedirá una espontánea comunicación con Dios.

El pecado no confesado nos convierte en hipócritas, con una vida doble, aparentando en la iglesia y comunión con los santos una cosa, pero lejos de ellos, otra.

Confesar según el diccionario significa: reconocer y declarar, obligado por la fuerza de la razón o por otro motivo, lo que sin ello no reconocería ni declararía.

Confesar en el idioma griego del NT es la palabra homologeo (ὁμολογέω) que significa: estar de acuerdo, acceder a algo o consentir algo. Esta palabra se construye por la unión de otras dos palabras: homou (ὁμοῦ) que significa: lo mismo o igual; y logos (λόγος), que significa (entre toda su significancia): algo dicho, tópico o motivo.

Esto quiere decir que literalmente significa: decir igual o pensar de la misma forma. Cuando confesamos nuestros pecados no hacemos otra cosa que decir o pensar de la misma forma que Dios, hacia nuestro pecado; estamos de acuerdo con el Señor, sobre la misma línea y forma de ver lo sucio que es nuestro pecado.

Confesar en el idioma hebreo del AT se usa la palabra yadah (יָדָה), que usado en la confesión del pecado como en Daniel 9:4 es un verbo que denota un aspecto reflexivo-intensivo.

Leemos en Daniel 9:4-6 «Y oré a Jehová mi Dios, y confesé, y dije: Ahora Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; Hemos pecado, hemos hecho iniquidad, hemos obrado impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron á nuestros reyes, y á nuestros príncipes, a nuestros padres, y a todo el pueblo de la tierra».

Los verbos derivados como éste en el idioma hebraico denotan la intención del corazón; y aquí vemos a Daniel con una actitud de humillación, contrito y quebrantado por todas las consecuencias de un castigo y cautiverio de 70 años por haber desobedecido a Dios, él y todo su pueblo.

En síntesis confesar nuestros pecados a Dios es ser motivados por causa de su carácter santo a reconocer con tristeza y humillación que hicimos lo contrario a lo que él es y pide de nosotros.

Para que nuestra unión con Cristo sea de crecimiento no puedo tolerar mis pecados, sino confesarlos a Dios y, además de eso, arrepentirme.

El arrepentimiento no es otra cosa que un cambio de la manera de pensar; es reconsiderar e ir más allá de la forma en que pensaba hacer las cosas. Si yo estoy realmente arrepentido, no voy a querer volver a cometer el mismo pecado otra vez, porque cambié de opinión acerca de lo que hacía, pero éste no es un cambio la ligera, sino uno profundo.

Dado el conocimiento de la verdad sobre quién es Dios en nuestra vida, hay un cambio en nuestra manera de pensar sobre lo que hacemos; y este cambio en la manera o forma de ver las cosas es permanente en el creyente verdadero, de tal manera que cuando peca se da cuenta de ello y esto lo entristece y lo compunge.

Por eso la prueba de un verdadero arrepentimiento para vida es que hasta el día de hoy tú y yo seguimos arrepintiéndonos y odiamos cada vez más cuando defraudamos al Señor con nuestra desobediencia.

Debemos pedirle al Señor que nos dé un cambio de perspectiva respecto al pasado y un rechazo definitivo de todas las maldades y desobediencias que hiciera alguna vez, para ahora tener firmes convicciones en todo lo que haga hacia el futuro. De esto nacen tres cosas: un cambio de conducta, un cambio de actitud y un cambio de dirección. Si seguimos haciendo los mismos pecados de hace un año, dos o tres. ¿Dónde está el arrepentimiento? ¿Dónde está el cambio de mentalidad? ¿Dónde está la conformidad a la verdad revelada, a la verdad que Dios es santo y que demanda de quienes nos  allegamos a Él, vivamos santamente?

Oh queridos jóvenes, debemos examinarnos, debemos humillarnos para andar con nuestro Dios en comunión. La buena noticia es que no estamos solos. El Señor trabajará en nosotros y nos ayudará con su poder que no tiene ningún límite y porque su Palabra es fiel estoy en lo correcto proclamando este gran tesoro: la vida de su Hijo en nosotros es real, para la honra y gloria de nuestro Dios.

Amén.

 

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