Hebreos 11,4-7- Abel, Enoc y Noé, los primeros héroes de la fe

Hebreos 11:4–7 – “Abel, Enoc y Noé los primeros héroes de la fe”

 

Tanto los personajes que consideraremos hoy como el resto de los mencionados en este capítulo tienen u  factor común: Dios ocupa el primer lugar en sus vidas y la Palabra de Dios se confunde con Dios mismo, ambos llegan a ser una sola cosa para estos personajes.

 

4   Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio a sus presentes; y difunto, aun habla por ella.

5   Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

6   Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

7    Por la fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aún no se veían, con temor aparejó el arca en que su casa se salvase: por la cual fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe.

 

Todo el desarrollo histórico del Antiguo Testamento, desde la Creación hasta el tiempo posterior al retorno de la cautividad del pueblo en Babilonia, esto es desde la Creación hasta unos 400 años antes de la Primera Venida de Cristo lo hallamos relatado en los libros comprendidos entre Génesis y Esther, hay algunos segmentos de historia en los libros de los profetas (por ejemplo en Daniel o en Isaías 36–39 y el rey Ezequías). De aquí, el apóstol extrae la ilustre galería que conocemos como “héroes de la fe”, al hacerlo tiene en mente:

 

  • Mostrarnos que por muy excelentes que hayan sido las obras de los personajes que cita, todo el valor, mérito y excelencia de esas obras derivaron de la fe, de aquí concluimos que lo primero que ellos atesoraron en sus corazones fue la fe en Dios y en su Palabra. Esa fe fue la que los movió a actuar como lo hicieron, de esta manera agradaron a Dios, no por sus obras sino que por la fe que los llevó a obrar como lo hicieron.

 

Esta es nuestra primera lección práctica, Pablo reconoce esto mismo cuando le escribe a Tito: “No por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia nos salvó, por el lavacro de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo.” Tito 3:5

 

Ni los santos del Antiguo Testamento ni nosotros podemos hacer obras que nos puedan justificar ante la santidad de Dios. Luego las obras quedan descartadas como un medio válido para reconciliarnos con Dios. Ellas tienen un rol importante, pero sólo una vez que la fe ha obrado en nuestro corazón.

 

  • Otro antecedente interesante que hallaremos en este capítulo es que podremos reconocer el momento cúlmine en la vida de los personajes escogidos, aquel momento en que la fe estuvo en el más alto nivel en sus vidas.

 

Esto es una segunda lección práctica para nosotros, pues nuestras debilidades, propias de un ser caído en pecado, muchas veces nos hacen tropezar, y Satanás se esmera en que pongamos nuestra mirada en esas debilidades, nos susurra al oído: “¿y así dices que eres un hijo de Dios? no eres digno” tal como ocurrió con todos los santos del Antiguo Testamento, pero, así como ellos, también nosotros podemos levantar nuestra mirada al cielo y retomar el camino, como dice Pablo: Hermanos una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:13–14.

 

Nuestro Padre celestial aplica su misericordia y bondad con cada hijo suyo, si no fuera así, ya habríamos sido consumidos por su justicia.

 

Los ejemplos que presenta el apóstol ilustran además dos aspectos prácticos a los que debemos prestar atención, por los cuales es necesaria la fe verdadera en nuestra vida:

 

  • Cuando la fe actúa en el corazón del hijo de Dios, ella nos mueve a actuar obedeciendo a Dios. La fe verdadera no pretende ni intenta nada que esté fuera de lo que la Palabra de Dios establece. Ella nos mueve a hacer la voluntad de Dios.

 

  • El corazón que ésta colmado de la fe que Dios pone en él, fija toda su confianza en las promesas divinas y disfruta de las obras de la gracia de Dios confiando que la Palabra de Dios nunca deja de cumplirse, sea en tiempos de bonanza o de aflicción, la Palabra de Dios, si fuéremos infieles, él permanece fiel: no se puede negar a sí mismo.2ª Timoteo 2:13.

 

El objetivo de este capítulo era mostrar a los judíos de ese entonces y al pueblo cristiano de la era de la gracia que no debemos considerar una autoridad diferente a Dios y su Palabra y que debemos descansar únicamente en sus promesas.

 

Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará. 1ª Tesalonicenses 5:24; fiel es el Señor, que os confirmará y guardará del mal. 2ª Tesalonicenses 3:3 

 

Abel, el héroe cuya fe lo llevó a adorar a Dios.

Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio a sus presentes; y difunto, aun habla por ella.

 

El primer héroe de la fe es Abel (no son Adán y Eva pues ellos fueron los únicos que tuvieron el privilegio de convivir directamente con Dios, aunque después de la caída fueron expulsados del Huerto eso no eliminó de sus recuerdos las experiencias vividas).

 

Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.

Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; mas no miró propicio a Caín y a la ofrenda suya.Génesis 4:3–5.

 

La fe de Abel se expresó en ofrecer un sacrificio verdadero, una expresión de lo que creyó y por esa fe obtuvo la justicia, así se convierte incluso después de su muerte en un testimonio permanente de que la justicia es exclusivamente por la fe.

 

“La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios. Romanos 10:17. De alguna manera Dios estableció la reglas para las ofrendas que ofrecieron Abel y Caín, Caín puso su confianza en ofrecer una ofrenda según su parecer, el relato deja implícito que desobedeció lo que Dios había establecido, mientras Abel se esmeró en obedecer, el texto de Hebreos dice refiriéndose a Abel:Por la fe Abel ofreció a Dios mayor sacrificio, por la cual alcanzó testimonio de que era justo y difunto, aun habla por ella.”  ¿Qué fue lo que hizo alcanzar a Abel el testimonio de ser justo y qué ya muerto sigue testificando? No fue lo que físicamente ofreció, fue la fe puesta en el objeto correcto, en Dios y en su Palabra. Por medio de esa fe, Abel dio testimonio en sus días y a las generaciones futuras de que sólo por medio de la fe verdadera una persona puede allegarse a Dios para recibir su justicia.

 

Es claro que tanto Abel como Caín recibieron la misma instrucción de Dios en cuanto a la ofrenda que debían presentar, la diferencia estuvo en el espíritu con que la presentaron, la reacción de Dios hacia Caín nos muestra que el tema no era la ofrenda de Caín sino que el espíritu con que Caín la ofreció, él, a diferencia de su hermano Abel, determinó conscientemente desobedecer la instrucción recibida por parte de Dios, hizo gala del orgullo tan propio de la raza caída que pretende enmendar su camino según su parecer, sin considerar que aquí, quien dicta las reglas del juego es Dios y no su criatura. Hasta hoy el espíritu de Caín gobierna los corazones de una gran mayoría de seres humanos, y esa rebelión sólo les acarreará a condenación.

 

Si somos hijos de Dios imitemos la fe de Abel y dobleguemos nuestra voluntad a la voluntad de nuestro Padre Celestial, sólo en Él hay descanso para nuestra alma.

 

Enoc, el héroe de la fe que nos enseña los privilegios de andar por fe.

Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios. Y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.

Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

 

De Enoc sabemos poco, lo que Moisés escribe en la genealogía que comprende desde Adán hasta Noé que encontramos en Génesis 5:

 

Y vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró e Enoc... Y vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Mathusalam. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Mathusalam, trescientos años: y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Génesis 5:18–24.

 

De cada patriarca mencionado en Génesis 5 su referencia concluye con las palabras “fueron los días de… y murió”, la excepción es Enoc, él tuvo la experiencia de que Dios lo trasladó al cielo sin ver la muerte, tal como sucedió años más tarde con el profeta Elías. Es llamativo que de la larga lista presentada en Génesis 5 sólo de dos se dice que gozaron de una relación de intimidad con Dios: Enoc y Noé.

 

Mientras Abel nos ilustra que la fe verdadera lo llevó a un acto de adoración a Dios verdadero, Enoc nos habla de cómo caminar por la fe.

 

Tenemos que recalcar que nunca Dios pretendió que las obras fueran un camino válido para que nosotros pudiéramos llegar a Él, en su plan las obras sólo son la expresión de un corazón en que ha obrado la fe verdadera que lleva a la salvación, no un camino para alcanzarla, “no por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:9. Es por esta razón que el hombre, es decir, la criatura, nunca ha sido capaz de acercarse a Dios sobre la base de sus propias obras. Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10.

 

Abel sólo vivió para saber qué era adorar por fe, pero no supo lo que significaba caminar con Dios, esto nos habla de la revelación progresiva de la Palabra de Dios, Abel recibió algo y Enoc recibió algo más.

 

De lo que nos revela sobre Enoc el apóstol en Hebreos 11 podemos resaltar cinco características en la vida de Enoc que agradaron a Dios y que sin duda son una lección muy importante para nosotros, son todos aspectos muy prácticos, hoy las enunciaremos y describiremos brevemente:

 

  • Creía que Dios existe. Este es el primer paso de la fe: creer que Dios existe, mientras Dijo el necio en su corazón: No hay Dios. Corrompiéronse, hicieron obras abominables; no hay quien haga bien.Salmo 14:1, el sabio pone su seguridad en la existencia del Dios Soberano, poderoso, creador de todo cuanto existe. Este es el primer paso que da la fe verdadera: creer que Dios existe. Enoc vivió en esta seguridad y agradó a Dios.

 

  • Buscó la recompensa de Dios. La recompensa que da Dios por la fe es la salvación. No es suficiente creer que Dios existe, muchos lo han declarado y hoy están en condenación eterna, debemos reconocer que además de ser real, es un ser moral y justo, que se goza en recompensar la fe en Él. Debemos reconocer que Dios es un ser lleno de gracia y amor, personal, para quienes le buscan de todo corazón.

 

  • Caminó con Dios. Moisés dice que Enoc era un hombre justo, y que caminó con Dios. Esto es sinónimo de agradar a Dios. Enoc se esmeró en vivir movido por la fe de que Dios es real, existe, es el Soberano sobre todo cuanto existe y el fruto de esa fe lo llevó a desear vivir para agradarlo en su vida. Vivió por la fe que lo movía a depender de Dios cada día.

¿Qué es lo que nos mueve a nosotros?

 

  • Predicó de Dios. Otra referencia que testifica de Enoc la hallamos en Judas 14–15De los cuales también profetizó Enoc, séptimo desde Adam, diciendo: He aquí, el Señor es venido con sus santos millares, a hacer juicio contra todos, y a convencer a todos los impíos de entre ellos tocante a todas sus obras de impiedad que han hecho impíamente, y a todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.

 

Levantó su voz para denunciar la impiedad reinante en sus días. Nada sabemos de cuál fue el resultado del ministerio de predicación de Enoc, pero lo importante y práctico es que él no se movió esperando ser eficaz por sobre su fidelidad a Dios. Hizo lo que Dios le pidió y dejó el resultado en las manos de Dios. Del escrito de Judas nos damos cuenta que Enoc no vivió en tiempos en que predicar a Dios era una tarea fácil, predicó contra la impiedad del hombre y cómo esa impiedad acarrearía sobre ellos el juicio de Dios. Que similitud existe con la realidad de nuestros días y por lo mismo que gran ejemplo de fe y de vivir por la fe nos da Enoc.

 

En nuestro días muchos rebajan el evangelio para hacerlo atractivo a los hombres, al hacerlo así desvirtúan el mensaje y le quitan todo el poder de transformar vidas, el evangelio humanista no lleva almas al cielo, sino que las arrastra a las profundidades del infierno. Debemos esmerarnos en predicar el evangelio declarado en la Palabra de Dios, esas son las buenas nuevas de salvación.

 

  • Entró en la presencia de Dios. Dios lo traspuso sin que experimentara la muerte. Que hermoso testimonio de vivir agradando a Dios.

Caminó con Dios y su sendero concluyó en el cielo junto a su bendito Señor. Una vez que Enoc concluyó su ministerio de advertir a su entorno del mal camino que estaban viviendo, Dios lo tomó y traspuso.

Lo ocurrido con Enoc fue extraordinario y demuestra cuán querido fue por Dios. Como hemos hecho referencia, la impiedad y corrupción estaban generalizadas en sus días, Dios lo quitó de ese medio de una manera excepcional, pero también esa forma nos lleva a pensar en la realidad que viviremos si al momento del arrebatamiento de la Iglesia aún estamos vivos, pues pasaremos por la misma experiencia vivida por Enoc, nuestros cuerpos glorificados por la mano de Dios se elevará en el cielo e iremos a morar con toda la multitud de creyentes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento por la eternidad junto a nuestro Padre Celestial

 

Quisiera terminar esta referencia breve a Enoc resaltando el v.6 sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Esto fue el centro en la vida de Enoc, sin fe es imposible agradar a Dios, donde no existe fe verdadera todo se centra en el hombre, es lo que Satanás ha promovido a través de la ideología del humanismo desde que el hombre se reveló contra su Hacedor, ese es el camino a la perdición y muerte eterna que él intenta colocar en el corazón de cada hombre y que los hijos de Dios no podemos permitir que germine en nuestros corazones.

 

Noé, y la obediencia a Dios por la fe.

Por la fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aún no se veían, con temor aparejó el arca en que su casa se salvase: por la cual fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe.

 

Como el caso de Noé es más conocido no me extenderé en detalles, sin embargo, Noé nos ha dejado lecciones prácticas que deberían afectar la vida de todo hijo de Dios, destacaremos algunas de ellas.

 

Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta. Santiago 2:26. La fe verdadera siempre lleva o impulsa a los hijos de Dios a expresarla mediante acciones que la confirman.

 

Noé es un ejemplo de obediencia sobresaliente. Dios le dio una orden que, para cualquier vecino suyo era un absurdo, la información que hallamos en Génesis es que aun no conocían lo que era una lluvia, estaban además lejos del mar. Y la orden de Dios a Noé es: “haz un barco de las características que te indicaré”, una embarcación monumental, sólo la fe en Dios y su Palabra bastaron a Noé y lo fortalecieron para obedecer un mandato que a los ojos de los hombres carecía de todo sentido. 120 años demoró en construir el Arca.

 

No vemos en Noé dudas, cuestionamientos, ni atisbo de dejar botada la tarea encomendada por Dios, como muchas veces ocurre con nosotros, que sabiendo lo que demanda Dios de nosotros hacemos lo posible por mirar para el lado y hacernos los desentendidos.

 

El conocimiento que Noé tenía de Dios era ínfimo si lo comparamos con el que nosotros podemos alcanzar, sin embargo, su fe era lo suficientemente firme para no cuestionar lo que Dios le había dicho.

 

No es nuestra tarea cuestionar a Dios, no. Igual que Noé debemos tener la seguridad cierta de que lo que Dios demanda de nosotros es lo mejor para nosotros y será para que la gloria de Dios sea resaltada, eso es, su gloria no la nuestra.

 

Noé y la construcción del Arca fueron un mensaje permanente a su generación de que el juicio de Dios era inminente.

 

Al igual que su antepasado Enoc, caminó con Dios en fe y eso lo expresó con una vida de obediencia a la Palabra de Dios.

 

El apóstol Pedro lo llama “pregonero de justicia” (2ª Pedro 2:5). Cada trozo de madera colocado en el Arca era un testimonio silencioso de que el juicio de Dios se venía, la voz de Noé entregó sin cesar el mensaje de dicho juicio, su fe lo llevó a ser heredero de la justicia que predicó durante toda su vida.

 

Concluiré este mensaje refiriéndome brevemente al Arca. En ella Dios acogió a Noé y su familia junto a los animales. La puerta del Arca estuvo vierta durante 120 años hasta que se cumplió el tiempo determinado por Dios y el juicio irremediablemente cayó sobre la humanidad. La puerta del Arca fue cerrada por Dios, ya no habría más oportunidades para que la humanidad reconociera su realidad y acudiera a Dios por perdón. Siempre me he imaginado la reacción de la gente una vez que Noé ya estaba en el Arca y comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia, pienso que inicialmente la novedad fue motivo de júbilo para muchos pero rápidamente, al ver lo persistente que se tornaba la lluvia, sin duda muchos recordaron el mensaje de Noé y corrieron a refugiarse en el Arca, pero ya era demasiado tarde. La puerta estaba cerrada. Hoy el Señor llama abiertamente a todos a acudir a Él, mediante el evangelio Jesús dice: “al que a mi viene no le hecho fuera”, “venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar”, es una invitación incesante de Dios al pecador, ya el profeta Jeremías expresaba esta invitación cuando advertía al pueblo de Israel de sus malos caminos: Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. Jeremías 6:16.

 

El corazón rebelde del incrédulo lo lleva a negar la posibilidad de arreglar sus cuentas con Dios y es arrastrado a la condenación, tal como ocurrió con las personas a las cuales Noé predicó por 120 años.

 

Pero también este llamado de Jeremías lo podemos aplicar a los creyentes que por algún motivo en un momento de sus vidas tomaron distancia de su Salvador, de su Padre Celestial, para todos ellos la invitación de Jeremías tiene un sentido de especial urgencia, no respondas como lo hizo el pueblo de Israel en los días de Jeremías, no te permitas un “No andaremos”.

 

Amén.

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