DE LOS PIRINEOS A LOS ANDES
Crónica Reportaje
Juan Pablo Garrido Urrejola
Ahí fue donde lo conocí, en Quinta, en el corredor que miraba hacia el río o a la “piscina”, el corredor donde había una pesa o romana grande y se almacenaban algunos productos agrícolas. Había un pequeño departamento, al que nunca entré, pero, atisbando intruso, observé que lo ocupaba un matrimonio de edad avanzada, al menos ochenta años. Él, serio, en pleno verano usaba un riguroso terno negro con suspensores. A ella me pareció verla también con un vestido colonial, oscuro, largo y ancho. No hablaban entre sí, al menos durante mi observación.
No pregunté a nadie quienes eran, pero esa imagen se me quedó grabada para siempre.
Un día cualquiera, en la mañana, se nos invitó a la capilla, no al cerrito, porque ahí sería la clase. Todos sentaditos, ordenados, peinaditos. Entones entró quien haría la clase.
¡¡ Ohhhh, es el señor que vi en el departamentito!! Nos saluda con mirada rigurosa y dice que hará un estudio sobre el libro de Daniel.
Nos explica que el principio histórico se refiere a que las profecías reveladas en Daniel y Apocalipsis han estado y continúan cumpliéndose ininterrumpidamente.
Lee un versículo y lo explica magistralmente con su cumplimiento profético.
Luego habla de otros símbolos y su interpretación, lee versículos sobre la bestia espantosa, los diez cuernos y el cuerno pequeño. No vuela una mosca. Todos tratando de tomar algún apunte.
Advierto que el teólogo es un escatólogo formidable. Pasan las horas, está agotado, promete seguir mañana.
Tres días duró la clase magistral.
Después de eso, no volví a verlo, solo lo divisaba furtivamente entre los visillos de su pequeño departamento.
En su homenaje esta sencilla crónica investigación.
Capítulo 1
El sacerdote Jesuita Español, Juan Bautista Canut de Bon Gil, llegó a Chile enviado por la Compañía de Jesús.
Esperando el tren en la estación de Quillota, en diciembre de 1876, encontró un ejemplar, olvidado por alguien, del Nuevo Testamento, situación que sumada al encuentro posterior con al predicador presbiteriano Robert MacLean, lo llevó a convertirse al evangelio y transformarse en el primer predicador de habla hispana en Chile.
Chile era un país absolutamente dominado por el catolicismo, no solo en las esferas religiosas sino también en lo civil y político.
Incluso los cementerios eran privilegio solo de los católicos.
Ante tal ambiente el convertirse al evangelio era una situación compleja, riesgosa y socialmente alienante.
No obstante, el trabajo evangelizador de Canut de Bon fue tan colosal que miles de personas, en varias ciudades del país, se convirtieron al evangelio.
Como una forma peyorativa, de degradación social, desde los púlpitos de la iglesia católica, a los seguidores del predicador Canut de Bon y, en general a todos los creyentes evangélicos, se les ridiculizó llamándoseles “canutos”.
Capítulo 2
Algo similar, pero en una escala superlativa sucedía en la Francia del siglo 18 y desde muchos años antes.
Martín Lutero había expandido el protestantismo por Europa y ahora sus herederos como Calvino, seguían entendiendo que la justicia divina, la salvación, es por la fe en Cristo y no por comprar indulgencias.
Pero si ponemos la lupa de la observación histórica detallada, veremos que la conversión a Cristo tenía un precio demasiado alto.
Si alguien cree que después del acto audaz y valiente de Martín Lutero, al clavar las 95 tesis en las puertas de la catedral de Wittenberg y afirmar que el justo por la fe vivirá, la omnipotente Iglesia Católica siguió por un lado y los protestantes luteranos por otro, cada uno en lo suyo, no sabe nada de la horrorosa historia de los mártires de la fe.
No, no fue una nueva doctrina contra otra, no fue un enfrentamiento entre teólogos y eruditos. Fue que algunos monjes, en distintos puntos de Europa, comenzaron a leer las Escrituras y descubrieron que toda la inmensa maquinaria eclesiástica, no solo no guardaba ninguna relación con el cristianismo bíblico si no era una organización que gobernaba el mundo a través de artimañas montadas como el mejor libreto jamás ensayado.
La invención de la confesión auricular les permitía mantener el servicio secreto más eficiente jamás ideado. Sin torturar podían estar al tanto de cualquier movimiento que se levantara contra su poder.
La ingeniosa idea de la salvación por obras, donaciones y penitencias, les permitió ser la organización más rica del mundo.
Los que tenían dinero podían comprar indulgencias, donar sus inmensas propiedades o riquezas, el cielo estaba casi asegurado. Los pobres podían pagar con penitencias.
Extraordinario, ingenioso y monumental invento, sideral mentira. Le llamaron dogmas.
La ignorancia, producto del analfabetismo y el temor fueron sus mejores aliados.
Pero los monjes sabían leer y entre tanta depravación, hubo algunos que en verdad sentían que algo olía a podrido y buscaron el perfume de las Escrituras. “El justo por la fe, vivirá”, “No por obras para que nadie se gloríe”, “abogado tenemos para con el PADRE, CRISTO”, fueron revelaciones que abrieron sus ojos espirituales.
Ya no pudieron seguir predicando y practicando tanta falsedad.
Por todas partes de Europa, a través de muchos años, se levantaron estos monjes precursores del que realizaría la gran explosión, Martin Lutero.
Mientras Colón llegaba alborozado de su cuarto viaje, dando cuenta a los reyes católicos, en España, de la mina de oro que había descubierto y de cómo se podría explotar implementando el “cristianismo” con la espada, en Alemania, iluminado por es el Espíritu Santo, el 31 de octubre de 1517, Martin Lutero clavaba las noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg.
La Iglesia católica continuó poniendo y deponiendo reyes y gobernantes.
En la segunda mitad de los años 1500 los corruptos y depravados Medicis gobernaban Francia. La iglesia, de espiritual solo tenía el nombre. Era un poder político y sangriento que sometía con la cruz en una mano y la espada en la otra.
La matanza de San Bartolomé la noche del 23 de agosto de 1572 en París, fue una masacre en que miles de protestantes fueron muertos o quemados vivos en hogueras improvisadas.
En días posteriores la masacre se extendió por toda Francia.
Los cristianos que salvaron o los que se convirtieron posteriormente debían reunirse a escondidas, con claves celosamente guardadas, para salvar sus vidas. Entonces, como una forma peyorativa, de degradación social, a los seguidores de Lutero se les dejó de llamar luteranos y luego calvinistas. Se les puso por sobre nombre hugonotes.
Decir hugonotes era decir herejes, satánicos, objetos de caza.
Los protestantes de Tours solían congregarse de noche, a escondidas, en un local próximo a la puerta llamada del rey Hugo.
Un obispo católico, en sus prédicas, empezó a burlarse de ellos, llamándolos hugonotes provocando la risa de todos sus fieles.
Muy pronto, en toda Francia, a los cristianos se les apodaba peyorativamente hugonotes.
A pesar de las persecuciones el protestantismo creció en todas las provincias francesas.
Sin embargo, la persecución sistemática duró siglos y hasta fines del siglo 19 los hugonotes eran perseguidos, torturados y muertos.
Comenzó así una migración a diferentes lugares más seguros, entre ellos América latina.
DE HIERSAC A VALPARAISO
En esas circunstancias, en Hiersac, un pequeño poblado, mayormente agrícola, del centro oeste de Francia, vivía una familia protestante o hugonote. El padre se llamaba Jacques Maufras y su esposa Alina Thomas.
El 21 de enero de 1888 les nace un hijo más. Al niño lo llamarían Olivier Just Maufras Thomas.
Producto de circunstancias agobiantes Jacques y su esposa deciden abandonar Francia buscando un lugar más seguro y que les augurara un futuro más promisorio.
Siguiendo el ejemplo de otras familias que habían tomado igual decisión deciden emigrar al sur de América.
Es el año de 1896, los esposos Maufras Thomas con sus cinco pequeños hijos se embarcan rumbo al sur del mundo.
La ola de migraciones desde Europa a América alcanzó en la última década del siglo 19 a casi 17 millones de personas.
Es importante describir lo que significaba atravesar el Atlántico, en esos tiempos.
La invención de la maquinaria que funcionaba con vapor de agua, inventada por Santiago Watt, provocó la llamada revolución industrial.
De los barcos a vela se saltó a los barcos a vapor.
Obtener un boleto de primera clase, con acceso a cubierta, o uno de segunda clase en el entre puente o nivel medio o uno de tercera clase en el último nivel del barco, eran cosas muy distintas.
Viajar en barco a vapor implicaba largas jornadas de travesía marítima, dos o tres semanas.
La clase acomodada, de cubierta, recibía toda clase de atenciones, pero, la segunda y en especial la tercera clase debía soportar las condiciones infrahumanas de los buques. La suciedad y el hedor de las bodegas, la humedad de las literas, el ruido infernal de los motores, los vómitos constantes por el mareo, el alimento insalubre que recibían, hacían de la travesía unos días infernales.
Así se describe en el Atlas de las Migraciones de Le Monde Diplomatique que incluye en su edición actualizada un reportaje sobre la migración transoceánica.
Uno de los entrevistados, el Inspector de Emigración Leopoldo D’Ozouville dice: “los abusos, vejaciones, injusticias, atropellos y depredaciones que padecen los desheredados emigrantes, comienzan antes, en el propio país, y acaban después, al llegar a destino”.
El pequeño Olivier no se despega del lado de sus padres, al igual que sus otros cuatro hermanos. Sin poder ver la luz del sol, de la que gozan en cubierta las familias acomodadas, llora, vomita, se deshidrata, sobrevive.
Luego de más de una semana de navegación -seguramente a bordo de un barco de la empresa naviera francesa “Societé Generale de Transports Maritimes a Vapeur”, llegan a un puerto en Brasil.
El itinerario de los barcos que cruzaban el Atlántico sur era Brasil, Montevideo , Buenos Aires.
Buenos Aires era el fin del recorrido de la mayoría de los vapores que venían a esta parte de América.
A los Maufras Thomas, les faltaba más de la mitad del viaje y, tal vez, el segmento más peligroso.
Capítulo 4
No sabemos si hicieron trasbordo a otro vapor o este siguió su viaje.
El vapor bajó orillando la América del sur, desde Buenos Aires hasta los confines de Tierra del Fuego, luego dobló al oeste y atravesó el estrecho de Magallanes para ingresar al Océano Pacífico, subió cientos de kilómetros entre canales para luego enfrentarse al letal Golfo de Penas.
Varios días de navegación y el barco con sus bodegas de carbón casi vacías, pasa a cargar el vital elemento para navegar, al puerto de Lota. La empresa Cousiño es el paso obligado de los vapores que suben y bajan por las costas del Pacifico sur.
Algunos días después el vapor atraca en el puerto de Valparaíso, que en esa época era uno de los puertos más importantes de América.
Valparaíso no se parece en nada a la lejana y campesina Herisac.
Sus cerros, el mar, sus tranvías, su plan muestran una ciudad moderna y pujante que regala una impresión arrobadora a los recién llegados.
Mirar Valparaíso desde el mar es un espectáculo impagable.
En los alrededores de la plaza Echaurren el padre busca alojamiento y comida para su numerosa prole.
Esa noche, hacinados en una pieza arrendada, la familia realiza un humilde pero hermoso culto familiar de acción de gracias. Han salvado con vida de la inmensa travesía, han llegado a un nuevo mundo, a una nueva tierra y todos saben que es sin retorno.
El pequeño Olivier y sus hermanos han perdido peso, pero están sanos
Por primera vez en muchos días el piso no se moverá molestamente, por el vaivén de las olas.
Ya nadie los humillará ni segregará con el peyorativo sobre nombre, hugonotes.
El niño Olivier ha cumplido 8 años, lo observa todo y aprende rápidamente. Observa que han salido de Francia, en pleno invierno y, en semanas han llegado a un cálido clima costero donde está comenzando el verano de 1896.
Ninguno habla español. Al día siguiente el padre sale a buscar trabajo y como puede se hace entender.
Observa que en la calle principal se levanta el templo de la Union Church de Valparaíso, Iglesia Presbiteriana de Valparaíso, construido en 1869 a petición del ministro David Trumbull, líder de la congregación Union Church de Chile.
Al domingo siguiente los Maufras Thomas y sus cinco hijos llegan tímidamente a la Escuela Dominical.
El niño Olivier es invitado a la clase de niños de su edad. Con ojos ávidos y bien abiertos trata de entender alguna palabra de ese nuevo idioma. (Es muy probable que la iglesia Presbiteriana realizara sus actividades en inglés. La mayoría de los asistentes hablaba ese idioma).
Le llama poderosamente la atención el enorme órgano Foster & Andrews, elaborado en la ciudad de Hur, Escocia en 1837.
Junto a sus hermanos estudian en la Escuela pública, como la inmensa mayoría de los niños chilenos.
Es la época en que los niños de escasos recursos tenían solo un par de zapatos y muchos preferían, en días de lluvia, llevarlos atados al cuello, caminar descalzos, para ponérselos, una vez a salvo del aguacero, en el cobijo de la sala de clases.
Tal vez esa vida dura fraguó la voluntad y el temple de la gente de esos años, tan diferente a las débiles emociones de hoy.
Los ingresos de la familia son escasos, pero eso no es obstáculo para que los progresos de Olivier en el idioma y estudios sean notables.
Devora todos los libros que llegan a sus manos, pasa largas horas observando las estrellas y estudia junto a la Biblia, libros de astronomía que son su fascinación.
Su padre, planta árboles frutales y cría algunas abejas, recordando su vida en el campo francés.
Capítulo 6
Olivier ya es un joven y se proyecta como un líder de su iglesia con fuertes convicciones. Estudia las profecías bíblicas con profundo interés.
Le llama la atención una joven que asiste a la Iglesia. No es de las familias de origen inglés como la mayoría de las familias de la congregación. En las reuniones de jóvenes le muestra su interés y tiempo después le declara su amor.
Olivier Just Maufras Thomas contrae matrimonio, muy joven, con la doncella Buenaventura Díaz Tapia.
Les nace su primer hijo Daniel, luego Roberto y finalmente Raquel.
Olivier Just Maufras, castellanizó su nombre, de difícil pronunciación para los chilenos, y comenzó a presentarse simplemente como Olivero Maufras.
Capítulo 7
TIEMPOS TORMENTOSOS
Olivero Maufras ingresa al seminario de la Iglesia Presbiteriana a estudiar teología.
Son tiempos difíciles para él. Criado bajo estrictas reglas de fe y práctica, nota que algunos de los profesores del seminario tienen una visión más amplia y menos rigurosa de la interpretación escritural, hecho que le causa gran desagrado y lo envuelve en airadas polémicas con sus profesores.
Ungido Pastor se alinea con los ministros que, como él, creen firmemente que la Biblia es la única regla de fe y práctica.
Sucede que, por ese entonces, llegaban desde Europa, especialmente de Alemania, las ideas de los grandes pensadores y filósofos de la época, que hasta hoy se estudian en las Universidades, pensadores que tenían como denominador común el análisis crítico, la razón, forma de pensamiento situada en el otro extremo de la fe, que dieron de lleno, como un misil, sobre la doctrina bíblica.
Le llamaron modernismo teológico o liberal, un concepto difícil de precisar pero que su impronta es el deseo de adaptar las ideas religiosas a la cultura y modos de pensar modernos.
Grandes filósofos como Immanuel Kant y su idealismo ético, el planteamiento de Schleiermacher que introducía la idea de la religión como una situación del corazón, cuya esencia es el sentimiento.
Georg Hegel quien planteaba que lo que es real es racional, y toda la realidad es la manifestación de la idea absoluta o la mente divina.
Planteaba que, a través de un proceso dialéctico de flujo y reflujo de la lucha histórica, la razón supera progresivamente lo irracional y el bien triunfa sobre el mal.
En resumen, la crítica superior puso en tela de juicio la autoría de gran parte de las escrituras y rechazó el concepto que la Biblia era fruto de la inspiración divina.
En consecuencia, planteaban que todas las doctrinas debían pasar las pruebas de la razón y la experiencia. La mente debía estar abierta a nuevos hechos y verdades, independientemente del lugar donde se originen.
Planteaban que no hay materias ya cerradas o establecidas y la religión no debe estar exenta del examen crítico. Como la Biblia es obra de autores limitados por su propia época, no es ni sobrenatural ni un registro infalible de la revelación divina y, por tanto, no posee autoridad absoluta.
Como corolario plantea que el pecado es producto de la falta de educación, la imperfección, la ignorancia, la inadaptación, la inmadurez, no la falla fundamental del ser humano.
Capítulo 8
Esa es la avalancha que se les vino encima a los cristianos de la época. No eran insultos ni sobrenombres, era toda una doctrina filosófica nacida de lo más granado de la intelectualidad europea que cautivaba las mentes y cuyo lenguaje técnico no estaba a la altura de cualquiera.
Este pensamiento llegó como una engañosa brisa fresca a las Escuelas Teológicas de EEUU y América en general, despertando el apetito intelectual de muchos, invitándolos a “repensar” el evangelio y de paso subirse al carro moderno del nuevo pensamiento filosófico.
Olivero Maufras y otros cristianos, se dieron cuenta que este pensamiento moderno socavaba los cimientos mismos de la fe cristiana y comprobaron, con estupefacción, que había seducido a muchos otros pastores.
Es sobrecogedor imaginar a estos hombres sin recursos económicos, algunos con escasa formación académica secular, sin los recursos técnicos actuales, sin más argumento que su fe inquebrantable en que el Cristo de las Escrituras es real, sin tener cómo demostrar que la Biblia es inspirada por el Espíritu Santo, solo agarrados desesperadamente al árbol de la fe, mientras soplaba el huracán modernista, se mantuvieron unidos y firmes.
El modernismo, en suma, planteaba ver para creer y los hombres de fe gritaban desde el alma, ¡!creer para ver!!
“Le veremos algún día”, es más cierto para el creyente que mil tomos de teología.
¡!Le veremos algún día, le veremos algún día!!! ¡¡¡Aleluya!!!
La antigua Iglesia Presbiteriana, que había actuado como un rompehielos en las gélidas aguas del catolicismo en Chile y había ejercido como un dique, comenzaba a mostrar fisuras peligrosas provocadas por la corriente modernista incrédula.
La situación se hacía insostenible, la división entre los ministros de tendencia modernista y los ministros conservadores de la fe absoluta se hacía cada vez más evidente.
Puestos en acción, guiados solo por fe, crearon el GAE Grupo de Acción Evangélica, que se oponía firmemente a las nuevas formas de pensar.
El resultado, fueron invitados a salir de la Iglesia Presbiteriana.
Comenzaron a reunirse en humildes lugares y dieron los primeros pasos de la que sería la Iglesia Presbiteriana Nacional IPN, en 1944.
Junto a otros grandes de la fe como Baudilio Saavedra Burgos, y algunos misioneros, empezarían la formación de pequeños grupos en diferentes ciudades del país que algunos, se transformaron en Iglesias.
Olivero Maufras Thomas, pastorea iglesias en Valparaíso, Santiago, Copiapó, Traiguén, Talca.
Profesor emérito y director del Seminario de la Iglesia Presbiteriana Nacional Fundamentalista, se radica en el paraíso de Quinta.
En sus ratos libres cultiva duraznos y manzanas, cría abejas y por las noches observa el cielo estrellado y sus constelaciones.
Cuando terminaba el campamento se quedaba con sus nietos hasta que estos debían volver a clases.
En la intimidad, ellos cuentan, era bromista y alegre.
Ahí fue donde lo conocí, en Quinta, en el corredor que miraba hacia el río o la “piscina”, donde había una pesa o romana grande y se almacenaban algunos productos agrícolas, había un pequeño departamento, al que nunca entré, pero, atisbando intruso, lo observé.
Terminó el campamento y nunca más lo volví a ver
Supe después que, al poco tiempo, su hija Raquel, lo llevó a vivir a Santiago a su casa de Andes 2646.
Se fue con el Señor el año 1972. Ese mismo año, el viejo portón de fierro de nuestro paraíso de Quinta, no volvió a abrirse nunca más.
Fin.