Breve presentación de Ecclesiastés
GUÍA PARA LA LECTURA DE LA BIBLIA
UN CAPÍTULO POR DÍA
Presentación del Trabajo
En la Iglesia Smirna, hace unos 40 años, el pastor Nadir Carreño con su esposa incentivaron un programa de lectura bíblica diaria. Se trataba de leer un capítulo por día y así completar la lectura completa en un plazo de aprox. tres años y medio.
Al comienzo, cada vez que se iniciaba la lectura de un nuevo libro el pastor presentaba un breve resumen de lo que encontraríamos en nuestra lectura.
Este programa ha sido de gran bendición para numerosas familias de la Iglesia. En algunos casos han leído la Biblia completa varias veces.
Hoy, vemos que cada día enfrentamos a un mundo más apático hacia el evangelio, pero a la vez más agresivo con los evangélicos. Esto hace muy necesario que los hijos de Dios desarrollemos convicciones fuertes que sean sostenidas “por la fe una vez dada a los santos” (Judas 3).
Para facilitar una lectura devocional que, además, pueda servir de apoyo a la realización del culto familiar o el desarrollo de instancias de conversación familiar en torno a la Biblia, se presenta el siguiente trabajo, que se compone básicamente de dos partes:
- Cada libro se encabeza con un breve resumen de su contenido y un bosquejo sencillo del mismo.
- Luego, capítulo a capítulo, se entrega un resumen específico del capítulo y una serie de posibles puntos de reflexión que se generan a partir del contenido, se indica el versículo de referencia y una orientación sencilla para guiar la conversación asociada.
Al final se presenta la Bibliografía considerada en la preparación de cada libro.
Acercarme a la Palabra de Dios con el objetivo de preparar capítulo a capítulo este trabajo ha sido un tiempo muy enriquecedor, a veces extenuante por la cantidad de asuntos a los que es necesario prestar atención y hacer referencia.
Siguiendo el ejemplo que he visto en mi papá, la mirada del trabajo es netamente devocional, no busca la erudición, sino la edificación de los creyentes comunes de nuestra iglesia, aquellos que están en el día a día enfrentando sus luchas con Satanás y su propia carne y lo hacen mirando al Señor y dependiendo de Él para tener la victoria sobre el pecado.
El libro de Eclesiastés presenta desafíos especiales en su lectura. Encontraremos algunas afirmaciones que vistas de manera liviana pareciera contradecir otras partes de la Biblia. Ante esta realidad debemos hacer presente un Principio de Interpretación Bíblica fundamental conocido como: “La Analogía de las Escrituras o Analogía de la Fe”. El enunciado de este principio dice que: “toda interpretación debe estar de acuerdo con el sistema completo de doctrina de la Biblia, es decir, todo entendimiento o interpretación correcta de un texto estará siempre de acuerdo con la totalidad de la fe o la enseñanza de la Biblia entera”. Esta regla resulta fundamental para asegurar un correcto entendimiento de la Palabra de Dios. Tiene su fundamento en el hecho inequívoco de que en la Biblia no hay contradicción alguna.
Otro motivo de gratitud al Señor es que a lo largo de los años me ha permitido ir adquiriendo una Biblioteca con valiosos libros de referencia para el estudio de las Sagradas Escrituras, los que han sido buenos compañeros en la tarea emprendida.
Agradezco los aportes en su revisión exhaustiva de la primera versión hecha por mi papá y pastor, Nadir Carreño. Y a la paciencia de mi esposa que ha tenido que soportar noche a noche la hora en que el trabajo ha quedado concluido para su despacho al otro día en la mañana.
ECLESIASTÉS
“El Dios que sostiene o guía a través de la vanidad de la vida”.
Nos encontramos en los Libros Poéticos o Literatura Sapiencial del Antiguo Testamento. Ya hemos revisado: Job, Salmos y Proverbios. Especialmente los dos segundos nos presentan la sabiduría requerida por los reyes de Israel para actuar como los gobernantes del pueblo de Dios, en nombre de Dios. Ahora comenzaremos a ver el Libro de Eclesiastés. Su nombre deriva del título asignado en la LXX (250 a.C.), donde se usó el término “ekkle-siaste-s” que en español se traduce “predicador”. El título en hebreo era: “Qoheleth”, que significa “uno que llama o congrega”. Eclesiastés, Rut, Cantares, Ester y Lamentaciones se conocían como Megillot o “cinco rollos” y con el pasar del tiempo, estos eran los libros que se leían en las Fiestas Religiosas, Eclesiastés era leído en Pentecostés.
Es conveniente establecer al inicio de nuestra lectura de Eclesiastés algunos aspectos generales que, involucran especialmente a Proverbios y Cantar de los Cantares, pues a medida que consideramos en nuestra lectura estos libros, se facilita mucho su comprensión si los conectamos con Génesis 2 y 3, ya que, en muchos sentidos, estos libros funcionan como comentarios de esos dos capítulos. Proverbios y Cantar de los Cantares son un manual de “cómo hacer” para ejercer dominio, como se le ordenó a Adán y Eva en Génesis 2. Proverbios se centra en el mandato de trabajar y cuidar el huerto, la sabiduría para nuestros “trabajos cotidianos” dentro del reino de Dios y Cantar de los Cantares se enfoca en el otro lado del mandato de la creación: ser fructíferos y crecer en número.
Así las cosas, Proverbios y Cantar de los Cantares, en general, nos brindan sabiduría para operar en el mundo que debería ser, el mundo de Génesis 2, mientras que Eclesiastés es un comentario acerca del mundo de Génesis 3. El mundo caído. ¿Cómo es buscar significado en un mundo arruinado por el pecado? Eso es Eclesiastés.
En Eclesiastés es fácil perderse en los giros inesperados y perder el mensaje principal. Por eso, frecuentemente sólo se extraen citas concisas, pero rara vez se considera como un libro completo. Oremos para que el Señor nos de su gracia para entender la intención de Salomón al escribir, y el único tema que está tratando de enfatizar en Eclesiastés.
Comencemos estableciendo algo de contexto: 1:1,12 nos dicen que el autor era un hijo de David. Aunque ha habido controversias, la mejor posibilidad es que haya sido Salomón, sin ser indiscutible, la evidencia interna nos permite concluir esto, si tenemos presente la descripción de las actividades propias de Salomón: construcciones, huertos, jardines, viñas, árboles, etc. (1:13; 2:4–6). La evidencia interna la hallamos en 1° Reyes 3:12 y en 2° Crón. 26:10, por sólo mencionar algunos textos. Cabe señalar que con el surgimiento de la Alta Crítica a mediados del siglo XIX, promovida por teólogos liberales (modernistas) se puso en duda la autoría de Salomón del Libro de Eclesiastés, de la misma manera cómo se comenzaron a cuestionar todos los demás libros de las Sagradas Escrituras. Esta posición no corresponde a lo que la Iglesia, desde sus inicios ha sostenido, de consuno con los eruditos judíos.
Se ha concluido que es muy posible que Salomón haya escrito este libro hacia el final de su vida (930 a.C.), después de las experiencias que lo dejaron espiritualmente vacío. Está escrito como una sabia reflexión de cómo uno debe relacionarse con Jehová y a la vez con el mundo caído que nos rodea y que no deja de ser hermoso, porque fue creado por Dios.
Tema.
Al igual que Job, Eclesiastés primero plantea un problema y luego da la solución. La pregunta suena así:
¿Cuál es el significado de la vida?
¿No es todo fugaz, vacío, inútil y vano, ya que todos estamos corriendo hacia la muerte?
¿De qué sirve a las personas hacer el bien o el mal si todos llegan a la muerte?
Citemos 1:2: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad”. Y saltando al v.11: “No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después”.
¿Nada tiene sentido? ¿Todo es vanidad? Son preguntas importantes.
He aquí un resumen de la respuesta de este libro:
¡Valioso! Todo es valioso porque todo está ordenado por un Dios eterno, soberano y decidido. Por tanto, deberíamos temer a Dios y regocijarnos en lo que él nos ha dado para hacer y tener.
Eclesiastés confronta nuestro intento de encontrar valor en la creación sin el Creador. Se llega a la conclusión aleccionadora de que sin un Dios Creador soberano, todo es vanidad. Pero si el Universo fue creado, y ahora es gobernado, por un Dios eterno, soberano y decidido, entonces hay un gran significado y valor para la vida. Observemos que el Universo no sólo tiene valor porque Dios es valioso, tiene valor porque Dios tiene ciertos atributos: eterno, soberano y decidido. Sólo si Dios ordena las cosas, éstas suceden y tiene el poder de llevar a cabo sus planes, cualquier cosa temporal, como nuestras vidas, puede tener un valor significativo y duradero. El Dios de Eclesiastés es un Dios soberano, y todo es valioso porque Dios no hace nada sin un propósito.
¿Cómo vemos a Cristo en Eclesiastés? Salomón escribió este libro como advertencia para quienes intentan hallar el gozo sin Dios. De hecho, vivir sin Dios es imposible, porque Él es quien ha puesto en nuestros corazones la idea de lo trascendente. La búsqueda de la felicidad de Salomón, por medio de la experiencia y la filosofía, no lleva a nada sin Dios. Cristo no vino al mundo para hacer que la vida de los hombres fuera soportable. Vino a darnos vida “en abundancia” (Jn.10:9–10). Cristo sigue siendo el único pastor, fuente de toda sabiduría (Ecl.12:11). Por eso es por lo que toda búsqueda sin Cristo resulta infructuosa.
Bosquejo de estudio para Eclesiastés
- Ecl. 1:1–11 – Antítesis: Todo es vanidad.
- Ecl. 1:12 – 2:23 – Todo es vanidad sin un Creador soberano.
- Ecl. 2:24–26 – Tesis: Todo es valioso si el Dios soberano gobierna el Universo.
- Ecl. 3:1–15 – La soberanía de Dios reafirmada.
- Ecl. 3:16 – 4:16 – Objeción: Si Dios es soberano ¿por qué hay tantos problemas en el mundo?
- Ecl. 5:1–7 – Primera respuesta: ¿Quién eres tú, criatura, para señalar al Creador? En cambio deberías permanecer en silencio y adoración.
- Ecl. 5:8 – 7:14 – Segunda respuesta: ¿Qué es el bien o la prosperidad? Quienes lo tienen no necesariamente tienen una bendición de Dios, ni aquellos que carecen de ello necesariamente tienen una maldición de Dios.
- Ecl. 7:15–29 – Tercera respuesta: Las cosas “malas” les ocurren a las personas “buenas” porque nadie es bueno.
- Ecl. 8:1–12:14 – Aplicación práctica derivada de los cap. 1–7.
Para subdividir los capítulos de este libro, en esta oportunidad, ocuparemos, como base, la subdivisión que presenta Matthew Henry en su Comentario.
ECLESIASTÉS 1.
En este capítulo encontramos:
- (1) Título del libro.
- (2–3) Principio doctrinal general de la vanidad de los seres humanos.
- (4–11) Las pruebas de esta doctrina se obtienen de observar:
- A) (4) La brevedad de la vida;
- B) (5–7). La naturaleza inestable de las criaturas y del perpetuo flujo que hay en el sol, el viento y el agua; y
- C) (8–11) El ciclo sin fin del trabajo del hombre.
- (12–18) El primer ejemplo de la vanidad del conocimiento de los hombres.
- A) (12–13,16–17) La prueba a que Salomón los somete; y
- B) (14,18) El juicio que pronunció de que todo es vanidad. No hay satisfacción en ello.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 1:
- (1) El título y el autor del Libro.
Aunque no se menciona por nombre, no cabe duda de que fue Salomón, el hijo de David, quien redactó Eclesiastés. Él es rey en Jerusalén y, gracias a su sabiduría, riquezas e intereses mundanos, tiene la oportunidad de probar todos y cada uno de los aspectos de la vida. Es probable que Salomón oculte su nombre, porque su pecado atrajo sobre sí y sobre su reino graves consecuencias al quebrantar su paz con Dios.
Y nosotros ¿Qué ocultamos? Esa es una acción inútil, podremos ocultar a los ojos de los hombres muchas cosas, pero ninguna a los ojos de Dios.
- (2–3) Principio doctrinal general de la vanidad de los seres humanos.
El Predicador comienza su discurso con una primera conclusión. Al observar la vida a su alrededor, él la juzga por ser vanidad (un vapor o soplo): algo sin sentido, inservible e intrascendente. Cuando la vida se desarrolla apartada de Dios, termina atrayendo insatisfacción y frustración en el corazón. La razón: todo lo que el mundo ofrece como placentero, es temporal, pasajero y termina en infelicidad y vidas insosteniblemente vacías.
Todo lo terrenal ofrece una seguridad que inicialmente parece buena y tranquilizadora, pero a poco andar queda manifiesta su insignificancia y pequeñez. Esto, la Palabra de Dios lo establece, al decir: “Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” (Stgo.4:14).
Nos esmeramos en “surgir” y, el Predicador nos enfrenta a la pregunta: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?”. Es terrible ver a personas que llegando a sus últimos días, después de haber usado la vida que Dios les dio, para su beneficio exclusivo, se dan cuenta de la pérdida de tiempo que ha sido todo eso. Jesús nos dice: “¿Qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y se pierda él a sí mismo?” (Luc.9:25). Y Pablo nos recuerda: “Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.” (1a Tim.6:7).
¿Qué hacer entonces? “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.” (1a Tim.4:8).
- (4–11) Las pruebas de esta doctrina, se obtienen de observar:
- (4) La brevedad de la vida.
Cada día una generación se acaba y es reemplazada por una nueva. Es notable la intrascendencia que describe esta manera de ver la vida cuando ésta se desarrolla sin tener a Dios en su noticia. El mundo sólo ofrece un éxito aparente que, además para la gran mayoría es esquivo. Se empeñan en buscarlo y en eso se les va la vida y tener que enfrentar la muerte y el juicio.
Mientras el hombre se consume a sí mismo, pareciera que la tierra se mantiene impertérrita, gira y gira sin alterar su ritmo por la desgracia que viven sus habitantes.
No somos dueños de nuestra vida, ella le pertenece a Dios. Aprendamos a vivir redimiendo el tiempo, para la gloria de Dios;
- B) (5–7). La naturaleza inestable de las criaturas y del perpetuo flujo que hay en el sol, el viento y el agua.
La fatigosa realidad que se aprecia en el v.4, Salomón la intensifica mostrando que lo que ocurre con la tierra, también sucede con el sol, el viento y los ríos. Ciclos monótonamente inmutables que confirman una invariabilidad que arrastra al ser humano a su vanidad (futilidad) e insignificancia. Claramente la Creación observada como una obra del Dios Creador aporta al ser humano motivos innumerables para gozarse en ese Dios Todopoderoso, pero cuando Dios queda fuera, la vida se torna vacía. Esto no nos debe sorprender. El Catecismo Menor establece que el fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. Entonces, es clara la razón por la que la vida sin Dios sólo lleva a una vida sin sentido y vacía.
He aquí una razón poderosa para instruir a nuestros hijos desde la más tierna infancia en el conocimiento de Dios, cómo es revelado en las Sagradas Escrituras;
- C) (8–11) El ciclo sin fin del trabajo del hombre.
En este excelente resumen Salomón ratifica sus afirmaciones anteriores. Él contempla el efecto de la actividad repetitiva y permanente en la creación de Dios a lo largo de muchas generaciones en comparación con la breve y relativamente estéril actividad de un hombre que no llega a producir una satisfacción duradera, y concluye que esto es fatigoso. Se hace evidente otra dura realidad, que nada es nuevo y que nada será recordado.
A pesar de los “avances científicos” que bullen en nuestros días, el v.9, nos aclara, sin dejar lugar a dudas, que a pesar de toda la obra y progreso del hombre, la vida padece la misma monotonía. Las cosas que parecen nuevas, rápidamente se hacen viejas, así que se podría decir “nada hay nuevo debajo del sol”.
- (11) Del olvido al que todas las cosas están sujetas.
El hombre busca, sin parar, lograr algo que lo haga relevante para la humanidad y se ve abrumado porque todos sus esfuerzos resultan infructuosos y es más, sabe que después de su muerte prontamente caerá en el olvido. Con el v.11 se completa la respuesta que Salomón da a la pregunta del v.3.
Podemos ratificar que fuera del evangelio nada tiene sentido ni trascendencia, en cambio los creyentes, al momento de partir de esta vida somos glorificados y volamos a la presencia de Dios para tomar el lugar que el propio Hijo de Dios nos ha preparado. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay… voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” (Jn.14:2).
Basta ver los vs.1–11 para que quede claro que estamos insertos de lleno en la realidad de la humanidad a partir de la caída de Adán y Eva y de las consecuencias que dicha desobediencia ha acarreado a la humanidad (Gén.3).
- (12–18) El primer ejemplo de la vanidad del conocimiento de los hombres.
- A) (12–13, 16–17) La prueba a que Salomón los somete.
Salomón contaba con los recursos económicos suficientes para “invertir” en un plan de búsqueda de la razón de ser que daría significado a la vida. Con la habilidad y recursos necesarios para realizar tal investigación, Salomón buscó las respuestas en la sabiduría (con lo que quiso decir sabiduría humana), la cual excluía las respuestas a la luz de la eternidad.
La sabiduría que aplica Salomón es la misma que pretenden aplicar los que nos intentan guiar a una vida mejor en el aquí y ahora; tales como vivir una vida más saludable, feliz y próspera. La sabiduría ciertamente tiene valor, y muchas vidas estarían mejor si la siguieran. Pero si ésta excluye una verdadera apreciación de la eternidad y de nuestras responsabilidades en el mundo por venir, no encontraron una respuesta verdadera a la insignificancia de la vida. Solamente nos muestra cómo vivir mejor nuestra vida sin sentido. Este tipo de vida, sin Dios en la noticia de la criatura, nos lleva a Sal.14:1: “Dijo el necio, no hay Dios. Corrompiéronse…”;
- B) (14,18) El juicio que pronunció de que todo es vanidad. No hay satisfacción en ello.
El cielo y la eternidad de Dios aquí no están a la vista, solamente los cielos del día y la noche. Esta es otra manera de expresar “debajo del sol”. Toda la obra del hombre, sus logros, y su búsqueda de sabiduría parece que no llegan a sumar algo.
Dios deliberadamente ha construido un sistema en donde la vida parece sin sentido y vacía, sin el entendimiento de un Dios vivo y activo, a quien nosotros debemos tomar en cuenta.
Mientras el Predicador entendía más la vida debajo del sol, más grande era su desesperación. Mientras más aprendía, más se daba cuenta de lo que él no sabía. Mientras más sabía, más comprendía de las tristezas de la vida.
Concluyamos Ecl.1 estableciendo que desde el momento en que fuimos llamados por Dios Espíritu Santo al conocimiento del evangelio y haber gozado del llamamiento eficaz, encontramos la salvación de nuestra alma, todo fue hecho nuevo para nosotros, de alguna manera salimos del ambiente definido en Gén. 3 para encaminarnos hacia el de Gén. 2.
ECLESIASTÉS 2.
Después de expresar su desilusión por no haber hallado en la búsqueda de la sabiduría la satisfacción que buscaba, Salomón ahora nos hace presente que:
1) (vs.1–11) No se debe buscar la felicidad en los deleites de la vida.
2) (vs.12–16) La sabiduría humana es insuficiente.
3) (vs.17–23) ¿Hasta qué punto las riquezas proporcionan felicidad? Los que ponen en eso su corazón, hallarán que es vano.
4) (vs.24–26) La riqueza sólo será provechosa en aquellos que no tienen puesto su corazón en ellas.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 2:
- (1–11) No se debe buscar la felicidad en los deleites de la vida.
¡Qué gráfica es la descripción que hace Salomón! Es un retrato de la actitud del hombre sin Dios, que se llena de actividades y que va tras los placeres que el mundo le ofrece, con la esperanza de satisfacer sus necesidades de todo tipo (materiales, carnales y espirituales), sin embargo, vemos que buscar todo eso dejando afuera de nuestra vida a Dios no lleva sino a la desilusión y a vidas vacías.
Salomón examinó su vida gobernada por el placer – aún un placer legítimo – y vio que no tenía sentido. Todo era vanidad. No había algo duradero, ni un sentido eterno del significado de una vida vivida para placeres y logros terrenales. Esto mismo le recuerda a Timoteo el apóstol Pablo, cuando le escribe: “Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto.” (1a Tim.6:7–8).
La lección para nosotros es: No vayamos tras lo que el mundo nos ofrece, sólo son espejismos incapaces de dar o cumplir con lo que prometen.
- (vs.12–16) La sabiduría humana es insuficiente.
El v.12 cuando expresa: “¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?”, es una manera de expresar qué, si repetimos algo de la manera como ya fue hecho, el resultado será el mismo que se obtuvo antes. Aunque es obvia esta conclusión ¿Cuántas veces nos hemos encontrado repitiendo una acción que en el pasado no nos trajo un buen resultado pensando que ahora sí que lo tendremos? (es lo que nos ocurre al aceptar el engaño de Satanás cada vez que nos tienta y doblegamos nuestra voluntad a la tentación).
Aunque aplicar la sabiduría en el diario vivir es mejor que vivir sumido en la necedad, la ganancia es sólo por un breve tiempo, pues tanto los sabios como los necios enfrentan la muerte y prontamente ambos son olvidados.
En este párrafo, lo más importante es que se destaca el fin que espera a todos los seres humanos. Aplicar la sabiduría a la vida diaria tiene la ventaja de observar los posibles caminos que se nos ofrecen y escoger aquellos que nos aseguren una vida más tranquila, mientras los necios andan probando de manera incierta las alternativas de vida que se les presentan. Si la muerte es el fin de todo, entonces esta vida ha perdido todo significado verdadero. Aún los buenos y grandes logros en este mundo son temporales, y, por lo tanto, su final es sin sentido.
Esta es la realidad de la humanidad en un mundo caído y marcado por el pecado en el corazón de las criaturas.
- (17–23) ¿Hasta qué punto las riquezas proporcionan felicidad? Los que ponen en eso su corazón, hallarán que es vano.
El pecado en el corazón corrompe los caminos del ser humano, la vida se vuelve un fastidio. El fruto del trabajo, del que busca las riquezas, habitualmente es disfrutado por otros y no por quien se ha llevado el esfuerzo de lograr lo alcanzado.
La búsqueda de riquezas promueve en el corazón la avaricia, la avaricia nubla el sentido y sólo pide más y más. Prestemos atención al consejo de nuestro Señor: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” (Luc.12:15). En cambio imitemos la petición del salmista: “Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia.” (Sal.119:36).
- (24–26) La riqueza sólo será provechosa en aquellos que no tienen puesto su corazón en ellas.
No hay cosa mejor para el hombre que acceder a lo necesario para vivir tranquilamente: Esta manera de pensar es muy destacada en Eclesiastés, al ser repetida unas cinco veces. El Predicador nos muestra que la vida, sin involucrar a Dios en ella, resulta sin significado. Entonces, debiéramos aceptar que sin tener la capacidad de encontrar el sentido de la vida, buscar el contentamiento en placeres moderados y responsables.
Prestemos atención a la siguiente oración: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan que he menester; no sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? o no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.” (Prov.30:8–9). Debemos aprender a alegrarnos en las bendiciones temporales que recibimos de la mano de Dios. Disfrutemos de observar la maravilla y grandiosidad de la Creación, reflejo de la grandeza de su Creador, nuestro Padre Celestial.
ECLESIASTÉS 3.
Después de reflexionar sobre las investigaciones que Salomón emprendió para evaluar el valor de las cosas, tales como los placeres sensuales, el afán de acumular riquezas (que terminarán en las manos de quienes nada hicieron por acumularlas), la conclusión es que no hay mejor cosa que disfrutar de la vida reconociéndola como un don de Dios. Esto es lo que nos presenta Salomón en la siguiente sección del libro.
1) (vs.1–10) La mutabilidad de los asuntos humanos.
2) (vs.11–15) La inmutabilidad de los decretos divinos.
3) (v.16) La vanidad de los honores y poderes mundanos.
4) (vs.17–22) A los que oprimen a otros se les recuerda que tendrán que dar cuenta a Dios y que su conducta no es diferente a la de una bestia animal.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 3:
- (1–10) La mutabilidad de los asuntos humanos.
El v.1 expresa un principio general: “todo… tiene su tiempo”. Establecido este principio, Salomón lo ilustra presentando, de manera poética, realidades muy contrastantes. Su finalidad es mostrarnos que pensar en encontrar la felicidad duradera en un mundo siempre cambiante, termina inexorablemente en desilusión.
En los cambios de circunstancias que se presentan, algunos dependen exclusivamente de la acción divina, por ejemplo: “tiempo de nacer, y tiempo de morir” (v.2), otros en cambio de la voluntad humana, v.5 “tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras”, esto se refiere a una conducta reprochable de esa época (para dificultar el desempeño de un agricultor enemigo, esparcían piedras en sus campos).
El v.9 vuelve sobre lo planteado en Ecl.1:3, no nos afanemos en lo que sucede ante nuestros ojos, es mucho más edificante alzar nuestra vista al Señor.
- (11–15) La inmutabilidad de los decretos divinos.
Hecho el listado que acabamos de ver, Salomón dirige su mirada al Altísimo, al Soberano absoluto. Cada cosa es como Dios la hizo y no como nos parece. El mundo nos ha subyugado y se ha apoderado de nuestros corazones, estamos tan ocupados con los pensamientos y las preocupaciones de las cosas terrenales, que no nos damos el tiempo para ver la mano de Dios en ellas.
El mundo no sólo se ha apoderado del corazón, sino que ha formado pensamientos contra la belleza de las obras de Dios. Nos equivocamos si pensamos que nacimos para nosotros mismos; no, nuestro negocio es hacer el bien en esta vida, que es corta e incierta; por lo tanto, debemos redimir el tiempo.
El v.15 termina con palabras de gran esperanza para los hijos de Dios: “Dios restaura lo que pasó”. Amados, ese es nuestro Dios, a quien nos debemos aferrar y dejar atrás lo que el mundo nos ofrece.
- (16) La vanidad de los honores y poderes mundanos.
Salomón miró al mundo –el mundo de aquí y ahora– y encontró una gran impiedad e injusticia. En lugar de un juicio justo, halló impiedad; en lugar de justicia halló iniquidad. Eso es el resultado de dejar a Dios en el olvido y tomar la dirección de nuestra vida en nuestras manos. El hombre no tiene consciencia de sus incapacidades para obrar con justicia.
No esperemos justicia de un mundo que por efecto del pecado en el corazón de los hombres, es naturalmente injusto. Sólo hallamos justicia en Dios; dispongámonos a buscar su rostro cada día y dejemos que Él guíe nuestra vida.
- (17–22) A los que oprimen a otros se les recuerda que tendrán que dar cuenta a Dios y que su conducta no es diferente a la de una bestia animal.
Nadie escapará del juicio de Dios. Esto para un creyente no es motivo de temor por riesgo de su salvación (la salvación, al depender de Dios, es un bien imperdible).
El punto es que sin temor de Dios, el hombre no es más que vanidad, su vida, Salomón, la asemeja a la de una bestia y su fin será incluso incomparablemente peor que el de las bestias, ellas mueren y al poco tiempo sólo son polvo, sin embargo, el ser humano tiene un componente espiritual que es eterno y si al momento de enfrentar la muerte no ha arreglado sus cuentas con Dios su destino será la condenación eterna.
No hay cosa mejor que ver cada cosa que ocurre en nuestra vida como una expresión del amor de Dios por sus hijos y, renunciando a lo que el mundo reclama que son nuestros derechos, vivir para la honra y gloria de Dios.
ECLESIASTÉS 4.
En este capítulo Salomón está reflexionando sobre la siguiente inquietud de su corazón: Si Dios es soberano ¿por qué hay tantos problemas en el mundo?
1) (vs.1–3) Miserias de la opresión.
2) (vs.4–6) Problemas de envidia.
3) (vs.7–8) La locura de la avaricia.
4) (vs.9–12) Las ventajas de la asistencia mutua.
5) (vs.13–16) Lo pasajero de la dignidad del rey, tanto por su necedad como por lo voluble que es el pueblo.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 4:
- (1–3) Miserias de la opresión.
La maldad y la miseria son la realidad de la humanidad (es la vida después de la caída, Gén.3). Salomón encuentra mejor la condición de los que ya han muerto y que no tienen consciencia de los sufrimientos presentes, pero mejor aún es la condición del que no ha nacido aún. Esto nos lleva de regreso a Ecl.3:22, lo mejor que el hombre puede hacer es alegrarse en su trabajo.
¿De cómo estamos enfrentando nuestra vida? ¿Dónde está puesto nuestro corazón? “…Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón… No os congojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?… buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mat.6:19–21;31–33.
- (4–6) Problemas de envidia.
El problema central de este párrafo nos lleva a descubrir lo destructivo que es el sentimiento de envidia. Ésta se inserta en el corazón de quienes no consideran necesario el esfuerzo para surgir y cuando se encuentran con personas laboriosas, esto gatilla en sus corazones sólo pasiones que destruyen (envidia, codicia, avaricia) y que producen aflicción de espíritu. En la Biblia encontramos numerosos ejemplos de esta conducta: Caín envidió a su hermano Abel, Esaú a su hermano Jacob, el rey Saúl al joven David.
Los necios hacen gala de su necedad, se cruzan de brazos, no hacen esfuerzos por surgir, consumen lo poco que tienen: “come su propia carne”, esta expresión es equivalente a decir: se destruye a sí mismo. “Desea, y nada alcanza el alma del perezoso: mas el alma de los diligentes será engordada.” (Prov.13:4).
“Mas vale un puño lleno con descanso”. Es mejor tener menos y vivir contento o “con descanso” que tener más e insaciablemente estar angustiado por alcanzar el éxito que el mundo ofrece.
- (7–8) La locura de la avaricia.
La riqueza vuelve a menudo al ser humano en un tacaño y avaro, aquí, el ejemplo es el de un hombre solo, sin herederos, que trabaja sin cesar, que no disfruta de lo que ha ganado, que siempre lo que tiene le parece poco, ambiciona cada día tener más. Salomón vio en esta actitud vanidad y duro trabajo. Insatisfacción y esfuerzo sin sentido.
No obstante, esto nos muestra la habilidad diabólica en acción. Satanás llena al hombre de ambiciones que lo alejan de buscar a Dios y así sellan su condenación eterna.
Cuidémonos de caer en situaciones como la que describe Salomón.
- (9–12) Las ventajas de la asistencia mutua.
En los vers. anteriores Salomón pensó cómo aún en un mundo debajo del sol, vivir solo hace que la vida sea peor. Él continúa desarrollando la misma idea, al señalar que “mejores son dos que uno” y comenzará a declarar las razones del por qué esto es así.
No cabe duda de que un trabajo en equipo, en que ambos ponen de su parte, es más próspero que el que lo hace individualmente.
Otro ejemplo es el de apoyo mutuo que pueden brindarse dos que trabajan y viven juntos, como lo debe ser el matrimonio. “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; haréle ayuda idónea para él” (Gén 2:18).
- (13–16) Lo pasajero de la dignidad del rey, tanto por su necedad como por lo voluble que es el pueblo.
El mensaje es que el pobre estaba mejor en esa condición que cuando por un motivo u otro asciende en la escala social. Mientras joven estaba dispuesto a oír consejos, la vejez y los años lo han cegado y no percibe sus propias incapacidades y la necesidad de recibir consejos sabios.
Salomón sigue pensando en este joven que de la pobreza ha logrado surgir hasta alcanzar la fama. Vio que esa fama sería de corta duración. Aún si llegaba a durar toda la vida, esa fama desaparecería en breve. Nuevamente vemos la invariabilidad de la condición del hombre. La imposibilidad que tiene el ser humano de cambiar, por sí mismo, su destino hace que la vida sea una desilusión frustrante, es decir, es “vanidad y aflicción de espíritu”.
ECLESIASTÉS 5.
Salomón, luego de habernos mostrado que nos debemos apartar del mundo, porque ahí todo lo que encontraremos es simplemente vanidad y desengaños si confiamos en criaturas que han apartado su vista de Dios, nos lleva a meditar en nuestra adoración y responsabilidad en cumplir nuestros votos con Dios.
Luego el Predicador nos invita a considerar la vanidad reflejada en la fragilidad de las riquezas que el mundo ofrece y la necedad de aferrarse hasta fatigarnos en el intento de acumularlas.
En este capítulo Salomón desarrolla tres puntos:
1) (vs.1–7) La forma como se debe adorar a Dios, evitando los defectos que empañan o corrompen esa adoración.
2) (vs.8–17) La vanidad de las riquezas de este mundo, con la preocupación y males que proporcionan.
3) (vs.18–20) Concluye con sabios consejos para extraer de las circunstancias presentes lo mejor.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 5:
- (1–7) La forma como se debe adorar a Dios, evitando los defectos que empañan o corrompen esa adoración.
1) (vs.1–3) Congreguémonos a escuchar y aprestémonos luego a obedecer.
En la casa de Dios nuestra conducta debe ser acorde al lugar en el que nos hallamos. En el Templo debemos cuidar nuestra conducta: “guarda tu pie”.
¿A qué se refiere la expresión: “acércate más para oír”? La palabra “oír” en el A.T. tiene como en este caso el sentido de “Presta atención y obedece” la Palabra de Dios.
“Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” (Stgo.1:22).
“No te des priesa con tu boca…”: Salomón nos recuerda la tendencia humana de hablar sin pensar delante de Dios y de los demás. En la presencia de Dios es necio hablar demasiado y escuchar poco.
Agradezcamos a Dios que nos orienta con amor y preocupación por nuestro bien y tomemos estos consejos prácticos para aplicarlos a nuestra vida.
2) (vs.4–7) La importancia de mantener nuestros votos con temor de Dios.
Nadie nos obliga a hacer promesas o votos a Dios, es una iniciativa que nace desde nuestro corazón, sin embargo, debemos cuidarnos de no dejarnos llevar por momentos de emociones sentimentales (que siempre son muy volubles) y que, sea por impresionar a quienes nos rodean u otra razón, expresemos promesas que no tenemos intención de cumplir. Es honorable y sabio honrar a Dios al cumplir las promesas que le hemos hecho. Si no pensamos cumplir, es mejor que no prometamos, que no que prometamos y no paguemos (cumplir lo prometido). Quebrantar nuestros votos hechos a Dios es tomar el nombre de Dios en vano y eso es pecado. Dios espera coherencia en nuestro actuar, David ilustra la vida coherente así: Aquel que “habiendo jurado en daño suyo, no por eso muda” (Sal.15:4).
Nunca debemos perder la perspectiva de quién es Dios y quiénes somos nosotros, sus criaturas. Dios es el Soberano absoluto y Eterno e Infinito, Santo, Santo, Santo. Entonces, si le vamos a prometer algo, hagámoslo con temor y temblor, no olvidemos que “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Prov.1:7), “Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor.” (Sal.2:11).
- (8) Dios está observando lo que ocurre en la tierra.
En el mundo caído la violencia entre unos y otros es notoria, normalmente el que tiene más tratará de doblegar al que tiene menos. Esta conducta produce tratos injustos, opresión indebida y perversión del derecho. Corresponde a una excelente descripción del mundo en el que vivimos. Esto no nos debe sorprender, es el resultado del pecado en el corazón del hombre y de su olvido del Creador.
Pero, NADA PASA INADVERTIDO PARA DIOS. Si tan sólo tomáramos consciencia de esto, nos cuidaríamos de no ofender la santidad de Dios con nuestra vida cargada de pecados. Pidamos al Señor en oración que nos dé más sensibilidad hacia el pecado y fortaleza para no dejarnos arrastrar por él.
- (10–12) Acumular riquezas no satisface el alma humana.
Si alguien tuvo riquezas en abundancia, ese fue Salomón. Él sabía que acumularlas no satisfacía. También en esto llegó a la misma conclusión que ha ido viendo en cada tema analizado antes: “También esto es vanidad”.
- (13–17) Las riquezas son inciertas y generan incertidumbre en quienes las poseen.
Salomón observó que las riquezas no bendicen la vida de cada persona que las posee. Especialmente aquellos que guardan sus riquezas de una manera poco generosa, con el puño cerrado, concluyó que estas riquezas, así guardadas por sus dueños, sólo son para el mal de quien las posee.
- (18–20) Aprendamos a disfrutar lo que Dios nos da a diario.
Con la certeza de que el Señor nos proveerá para nuestras necesidades, confiemos en Él y abandonemos los sentimientos de inseguridad que muchas veces nos embargan y hacen vacilar nuestra fe.
ECLESIASTÉS 6.
El Predicador prosigue mostrando la vanidad de las riquezas materiales, pues:
1) (vs.1–2). Las riquezas en la mano de un avaro son inútiles.
2) (vs.3–6) Se compara al avaro con un abortivo y concluye que este último es mejor que el primero.
3) (vs.7–9) Es más valioso gozar lo presente que vivir de ilusiones.
4) (vs.10–12) Nada obtiene el hombre que lucha contra la Providencia de Dios. Lo mejor es someterse a la voluntad divina, Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 6:
- (1–2). Las riquezas en la mano de un avaro son inútiles.
Salomón vio la tragedia de aquellos a quienes les son dados grandes dones de parte de Dios, pero no se empeñan en buscar la oportunidad de disfrutar lo que Dios les ha dado. Él entendió que esta actitud era vanidad y un mal doloroso. Es la realidad del hombre vano.
Consideremos que Dios da y quita para que sus propósitos eternos se cumplan, por lo tanto, mientras somos bendecidos con lo que Dios nos da, debemos disfrutarlo con gratitud a Dios que nos lo provee.
- (3–6) Se compara al avaro con un abortivo y concluye que este último es mejor que el primero.
No recibir sepultura, como en el caso del rey Joacim (Jer.22:18–19), indicaba una falta total de respeto y de consideración por su vida. Morir sin honores se consideraba peor que haber nacido muerto, incluso si se habían tenido muchos hijos y una vida plena.
Es posible tener todas las apariencias de una buena vida y aun así no estar satisfecho con el bien. Salomón, con todas sus ventajas y bendiciones, sintió y vivió la misma desesperación que Job tuvo: La vida parecía no tener sentido, y sintió que sería mejor que jamás hubiera nacido.
Cuidémonos de comenzar a mirarnos a nosotros mismos y pretender gozar de lo que tenemos pensando que es fruto exclusivo de nuestro esfuerzo. Nunca olvidemos que cada cosa que tenemos la hemos recibido de la mano de Dios. Para la situación que viven los incrédulos, Salomón ve al niño abortivo, y a pesar de esa tragedia, reflexiona, concluyendo que éste está mejor que el hombre que conoce la decepción aplastante de una vida llena de cosas, pero sin significación que sea trascendente en el tiempo.
- (7–9) Es más valioso gozar lo presente que vivir de ilusiones.
El hombre trabaja por el pan que come, pero esto no satisface su alma, pues es insaciable. Salomón percibió lo que Moisés ya había dicho y lo que Jesús repitió después: “El hombre no vivirá solo de pan” (Deut.8:3, Mat.3:4). Disfrutemos lo que tenemos, lo hemos recibido de la mano de Dios, estemos contento con lo presente, con la confianza de que Dios proveerá a nuestras necesidades. No nos dejemos llevar por el desencanto propio del avaro.
- (10–12) Nada obtiene el hombre que lucha contra la Providencia de Dios. Lo mejor es someterse a la voluntad divina, Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.
Para el hombre es imposible cambiar las cosas (ya hemos visto en los capítulos anteriores la invariabilidad de la realidad del ser humano) aunque es frecuente que exprese el deseo de tener más de lo que tiene. Es mejor la sumisión al orden que Dios ha dado a las cosas, ya que es Él quien determina las cosas en la forma que son. Es más sabio disfrutar lo que se ha recibido que disputar con Dios porque no le ha dado más de lo que tiene. “Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom.12:2).
ECLESIASTÉS 7.
Habiendo considerado lo intrascendente que resulta ser la vida del ser humano, Salomón nos lleva ahora a buscar un camino mejor que los demás para transitar por él. Es muy necesario tener presente lo que ya hemos visto en Eclesiastés para poder comprender la sección del libro en la que nos vamos a detener. Siguiendo a Matthew Henry, dividiremos este capítulo en tres párrafo:
1) (vs.1–12) Mientras Salomón nos hace mirar la vida a través de lo mejor y lo peor, nos está invitando a tomar la vida con seriedad y prudencia.
2) (vs.13–22) Aprendamos a depender de la Providencia divina que nos preserva de extremos peligrosos y siempre lo hace con mansedumbre y humildad.
3) (vs.23–29) Salomón nos comparte un resumen de sus experiencias amargas (el fruto del pecado siempre resulta ser amargo).
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 7:
- (1–12) Mientras Salomón nos hace mirar la vida a través de lo mejor y lo peor, nos está invitando a tomar la vida con seriedad y prudencia.
Tener “buena fama” o reputación, es preferible a todas las riquezas y delicias que el mundo nos ofrece. Una vida honorable hace que el día de la muerte de un hombre sea mejor que el de su nacimiento, pues al final sabe que ha hecho algo con su vida.
Todos los ejemplos que cita Salomón en este párrafo nos muestran que es mejor vivir con sobriedad a hacerlo con liviandad.
Visitar la casa del luto nos hace ver la brevedad de la vida y nos debe llevar a tomar con responsabilidad el uso del tiempo, aprovechándolo sin desperdiciarlo (no olvidemos que el tiempo es un bien irrecuperable, el minuto que desperdiciamos para hacer algo constructivo nunca más se recupera). Luego, vemos lo superior que es vivir sabiamente. ¿Cómo olvidar que “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová”?
También este pasaje nos muestra que la adversidad nos impulsa al aprendizaje. La sabiduría verdadera es fortalecida al pasar por las pruebas de la vida.
- (13–22) Aprendamos a depender de la Providencia divina que nos preserva de extremos peligrosos y siempre lo hace con mansedumbre y humildad.
Como hijos de Dios, dispongámonos a buscar y acatar la voluntad de Dios para nuestras vidas. No cometamos el error de pretender cambiar el curso de la Providencia divina.
En el v.13 Salomón nos plantea una simple pregunta: “¿quién podrá enderezar lo que él torció?”. Esto nos debe llevar a meditar en nuestra pequeñez respecto de la inmensidad de Dios. Él es quien dispone da cada cosa, tal como Él lo ha determinado, y así las cosas, Dios usa su poder para que finalmente siempre su gloria sea exaltada (Rom.8:28).
No olvidemos jamás que Dios ha dispuesto tanto lo adverso como lo floreciente. El objetivo divino es probarnos en cuanto a nuestra real dependencia de Él y enseñarnos a hacer un buen uso del tiempo presente, sin afligirnos inútilmente ni preocuparnos exageradamente por el día de mañana, ese día ya está bajo el control de Dios (Mat.6:34).
- (23–29) Salomón nos comparte un resumen de sus experiencias amargas (el fruto del pecado siempre resulta ser amargo).
En estos versículos Salomón confiesa que, a pesar de la sabiduría que ha recibido de Dios, ésta no le ha alcanzado para comprender todos los misterios de la vida. No obstante, hay una realidad que es demoledora para el ser humano: “Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas”. Salomón entendió que Dios hizo al hombre sin pecado, pero el hombre, desde los tiempos de Adán, ha buscado muchas perversiones de pecado y rebelión en contra de Dios, es que la adquisición empírica de conocimiento, esto es, de la búsqueda de la rectitud por parte del hombre mediante sus muchos artificios, fracasa. “Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo.” (1a Jn.2:16).
Sólo Dios puede hacer recto al hombre, pues es el único que puede transformar nuestro corazón por medio de la regeneración hecha por el Espíritu Santo en nosotros.
ECLESIASTÉS 8.
A partir de este capítulo Salomón nos provee de consejos que nos ayudarán a vivir aplicando la sabiduría.
Podemos subdividir este capítulo en:
1) (v.1) Beneficio y alabanza de la sabiduría.
2) (vs.2–17) Algunas normas de sabiduría que debemos tener presentes:
- (vs.2–5) Sometimiento al gobierno que Dios ha puesto sobre nosotros;
- (vs.6–8) Debemos estar preparados para enfrentar males que pueden sobrevenir repentinamente, tal como una muerte súbita;
- (vs.9–10) Cuidarnos al vivir bajo un régimen opresor, velar por nuestra conducta;
- (v.11) La aparente impunidad de los opresores los tornan más atrevidos;
- (vs.12–14) A la larga, el bien acompañará a los buenos y el mal a los malvados;
- (v.15) Usemos con alegría los dones que nos ha provisto la providencia de Dios; y
- (vs.16–17) Debemos conformarnos sinceramente con la voluntad de Dios.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 8:
- (1) Beneficio y alabanza de la sabiduría.
Sabemos que “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” y vemos que esta sabiduría está en conocer la Palabra de Dios (“desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús.” 2a Tim.3:15). La sabiduría es un don celestial que está disponible para los hijos de Dios que la demandan al Señor: “si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada.” (Stgo.1:5).
La sabiduría celestial es la que Dios nos promete, es la sabiduría que nos permite ver los caminos que Dios nos ha preparado y que no objeta las determinaciones de la providencia divina, sino que las acata porque sabe que esos caminos son los mejores para nosotros (Ef.2:10).
- (2–17) Algunas normas de sabiduría que debemos tener presentes.
- (vs.2–5) Sometimiento al gobierno que Dios ha puesto sobre nosotros.
Dios es el Señor de la historia. Él coloca y saca reyes. Lo vemos claramente en el desarrollo de la historia del mismo Israel. Visto de esta forma, afirmamos que todos los gobiernos son instalados por Dios (incluso aquellos que reniegan de la existencia de Dios y que viven y gobiernan sin tener a Dios en su noticia). Al considerar esta realidad, y aunque muchas veces reclamamos contra “el gobierno de turno”, ese gobierno no es otra cosa que lo que Dios ha permitido, es lo que nos merecemos.
El creyente que honra y sirve al Señor puede vivir tranquilo. El que, guarda las leyes que la nación se da para regular la convivencia en la sociedad, y vive respetando dichas normas, vivirá tranquilo, sin temor de tener que enfrentar la justicia, por ser inocente.
- (vs.6–8) Debemos estar preparados para enfrentar males que pueden sobrevenir repentinamente, tal como una muerte súbita.
No somos dueños de nuestra vida, sólo somos administradores de ella, y por tal motivo, llegará el momento en que tendremos que dar cuenta ante Dios de cómo la usamos. Para nuestros días, el consejo divino es: “Mas ahora se requiere en los dispensadores, que cada uno sea hallado fiel.” (1a Cor.4:2).
Lo único seguro, de lo que no tenemos duda es que llegará el momento de enfrentar la muerte, nadie conoce su hora, es por eso por lo que debemos vivir pensando que es posible que en el siguiente segundo hayamos sido llamados a la presencia del Señor y en ese momento ya nada podremos hacer para modificar nuestro destino, por eso el llamado de la Palabra de Dios es actúa hoy para la gloria de Dios, no lo dejes para mañana.
Vivamos para la honra y gloria de Dios y aprendamos a esperar la manifestación de la misericordia de Dios en nuestras vidas, la infinitud de Dios se expresa en que sus misericordias son infinitas, y para la vida de millones de creyentes, son nuevas cada mañana.
- (vs.9–10) Cuidarnos al vivir bajo un régimen opresor, velar por nuestra conducta.
El Predicador sabía que parte de la miseria de un hombre, en esta tierra, era ser gobernado por otros de una manera opresiva. Hay uno que enfrentó las mayores injusticias en la historia de la humanidad, nuestro Salvador y Señor Jesucristo, imitemos su ejemplo: “Porque para esto sois llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas: El cual no hizo pecado; ni fue hallado engaño en su boca: Quien cuando le maldecían, no retornaba maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente” (1a Ped.2:21). No tomemos la justicia en nuestras manos sino que entreguemos cada situación al Señor.
- (v.11) La aparente impunidad de los opresores los tornan más atrevidos.
Es la experiencia de un mundo sin Dios en el corazón qué, la impunidad que muchas veces rodea a hechos que son delitos que incluso pueden merecer hasta penas de cárcel para el delincuente, produce en el corazón de esta personas la pérdida de temor por la aplicación de la justicia humana y así, se desarrolla en ellos el descaro por enfrentarla consciente de que ésta será incapaz de actuar para castigarlo conforme la ley lo determina.
Por esto debemos ser prudentes y evitar exponernos a situaciones de riesgo innecesario.
- (vs.12–14) A la larga, el bien acompañará a los buenos y el mal a los malvados.
Hablando en sentido temporal, Dios, en general, recompensa la obediencia y castiga la desobediencia. Salomón considera las excepciones a este principio como vanidad o algo enigmático y descorazonador (vea Sal. 73).
- (v.15) Usemos con alegría los dones que nos ha provisto la providencia de Dios.
De ninguna forma recomienda Salomón la gratificación desenfrenada y abierta en el pecado, lo que se implica en el relato que hace Cristo del hombre que tenía los graneros llenos. Aquel hombre puede haber justificado su pecado citando este pasaje (Luc.12:19). El énfasis aquí recae en la resolución de gozar de la vida frente a las injusticias que nos pueden afectar (vea 2:24).
- (vs.16–17) Debemos conformarnos sinceramente con la voluntad de Dios.
La obra de Dios es maravillosa e inescrutable, por lo que a veces, resulta incomprensible para nosotros a causa de nuestra pequeñez. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.” (Is.55:8), “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿o quién fue su consejero?” (Rom.11:33–34).
ECLESIASTÉS 9.
En este capítulo, Salomón, fruto de su observación, nos presenta cuatro pruebas más de la insignificancia de este mundo.
1) (vs.1–3) Por lo que se ve externamente, tanto buenos como malos terminan aparentemente igual.
2) (vs.4–6; 7–10) La muerte pone punto final, en este mundo, a todas las labores y a todos los dolores. Por lo tanto, es de sabios tratar de sacarle a la vida el máximo provecho posible.
3) (vs.11–12) Tanto infortunios como oportunidades se presentan muchas veces de manera sorpresiva.
4) (vs.13–18) Aunque la sabiduría hace a los hombres buenos y útiles a la sociedad, hay personas de gran mérito que son menospreciadas.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 9:
- (1–3) Por lo que se ve externamente, tanto buenos como malos terminan aparentemente igual.
Detengámonos en la afirmación: “los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios”. La Palabra de Dios afirma categóricamente, “no hay justo, ni aún uno” (Rom.3:10), sin embargo, Dios ha dispuesto para sus escogidos la justificación, es decir, hemos sido declarados legalmente justos (Rom.5:1), luego ante los ojos de Dios todos sus hijos son justos y sus obras están en sus manos. Nuestras obras, amados hermanos, están bajo el cuidado de nuestro Padre Celestial. Esto debe incentivarnos a buscar la voluntad de Dios para nuestras vidas y aunque muchas veces la conocemos pero no la comprendemos o no nos satisface, debemos esmerarnos en someternos a ella sin objeciones (“En tu mano están mis tiempos: líbrame de la mano de mis enemigos…” Sal.31:15; “…Mi Padre que me las dio, mayor que todos es: y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.” Jn.10:29).
Si bien a todos nos espera la muerte, y esto aparentemente iguala a toda la humanidad, hay que tener en cuenta la gran diferencia entre los caracteres de justos e impíos, los primeros viven para la honra y gloria de Dios y eso les asegura, por la misericordia y bondad de Dios una eternidad al lado del Creador. Entre tanto, los impíos, mueren y a la condenación eterna llegan.
- (4–6; 7–10) En este mundo, la muerte pone punto final, a todas las labores y a todos los dolores. Por lo tanto, es de sabios tratar de sacarle a la vida el máximo provecho posible.
Mientras hay vida hay esperanza. Los vivos saben que tendrán que morir, esto es un conocimiento que debería valorarse más. En el otro lado están los que ya han muerto, para ellos ya no hay alternativa de cambio posible, su suerte eterna ya ha sido echada y sellada “Está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio.” (Heb.9:27).
El Señor es quien provee nuestras necesidades. Aprendamos a disfrutar lo que tenemos, es fruto de la mano de Dios obrando en nuestro favor, no olvidemos el testimonio: “Mozo fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su simiente que mendigue pan.” (Sal.37:25). Esto requiere de obrar con diligencia, guiados por el Señor podemos disfrutar de las bendiciones que Él nos tiene y el día de nuestra partida, lo haremos con gratitud por todos los beneficios divinos que recibimos en vida.
- (11–12) Tanto infortunios como oportunidades se presentan muchas veces de manera sorpresiva.
Salomón se debe esforzar para sobreponerse al sentido de fatalismo que puede embargar a las personas al verse frente a infortunios inesperados. Sin embargo, el hijo de Dios debe mantener la calma, nosotros sabemos que nada de lo que ocurre se escapa al control de Dios, y del cuidado por su pueblo, recordemos las palabras de Job: “Recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.” (Job 2:10), “¿Quién será aquel que diga, que vino algo que el Señor no mandó?” (Lam.3:37).
Esta realidad, indesmentible, como hijos de Dios la debemos enfrentar poniendo todo de nuestra parte para superar las adversidades, dejando el resultado en las manos de Dios, después de todo, “a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien” (Rom.8:28). Dios tiene el poder para que todo cuanto ocurre en nuestra vida sea para Su gloria, eso debe reconfortar nuestros corazones.
- (13–18) Aunque la sabiduría hace a los hombres buenos y útiles a la sociedad, hay personas de gran mérito que son menospreciadas.
El Predicador sabía que aunque la sabiduría no era apreciada y que al final es vana, aun así vivir según ella es la mejor alternativa para nuestra vida.
Debido a que la sabiduría es superior, debiera ser escuchada por encima de los gritos de los necios – aun cuando la sabiduría a menudo no sea apreciada, ésta es mejor que la fuerza (armas de guerra), mejor que la necedad – pero todo el bien que trae la sabiduría puede ser quitado rápidamente por un pecador, quien destruye mucho bien, fue lo que ocurrió con Israel después de conquistar Jericó: “Empero los hijos de Israel cometieron prevaricación en el anatema: porque Achân…, de la tribu de Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.” (Jos.7:1).
Oremos sin cesar a Dios pidiendo que nos acompañe en nuestro andar diario y que nos vaya corrigiendo para vivir agradándolo y siendo para “alabanza de la gloria de su gracia” (Ef.1:6).
ECLESIASTÉS 10.
Hasta aquí, el Predicador nos ha mostrado numerosas orientaciones que podemos dar a nuestra vida, concluyendo que todo lo que busca el hombre, de manera natural, termina en una vida vana y vacía. Ahora comienza a centrar su discurso en una sola dirección, mostrar el valor superior de la sabiduría.
Salomón prosigue mostrándonos ejemplos de la sabiduría contrastada con la necedad, lo hace apelando a proverbios y considera dos ámbitos:
1) Recomienda actuar con sabiduría al pueblo en general:
- (vs.1–3) Es muestra de sabiduría preservar la reputación;
- (v.4) Debemos someternos a nuestros superiores con toda humildad;
- (vs.8–11) Debemos procurar vivir en paz con todos sin mezclarnos con los sediciosos.
- (vs.12–15) Debemos dominar la lengua;
- (vs.18–19) Debemos ser diligentes en nuestro trabajo y así proveer a nuestras familias; y
- (v.20) No debemos hablar mal de nuestros gobernantes.
2) Recomienda la sabiduría a los gobernantes; que no piensen que pueden hacer todo lo que se les antoje.
- (vs.5–7) Deben ser cuidadosos al escoger a quienes pondrán en lugares de poder y confianza; y
- (vs.16–17) Han de ser generosos y sobrios, sin derroches inútiles.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 10:
- (1) La necedad trae desgracia al honor del sabio.
Se inicia esta presentación con una declaración obvia: las moscas muertas echan a perder el perfume fino. No podemos dejar de conectar el v.1 con v.9:18, “un pecador destruye mucho bien”. Así como una pequeña mosca muerta echa a perder la obra del perfumista, una pequeña necedad puede estropear la buena reputación de una persona. Tengamos presente que aún las cosas pequeñas tienen consecuencias que para nosotros resultan inevitables.
- (3) No es posible esconder la necedad.
Salomón hace presente lo necio que es el actuar del necio. Las personas que carecen de sabiduría lo manifiestan en su vida diaria. Acaso no vemos esto permanentemente.
Para los hijos de Dios, que buscamos su rostro en oración y estudiando su Palabra, tomar conciencia de nuestra necedad nos debe impulsar a pedir la sabiduría de Dios, no olvidemos el desafío que nos propone el Señor: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere; y le será dada.” (Stgo.1:5).
- (4) Nos hemos de someter a nuestros superiores con toda humildad.
Aún en una situación difícil, no dejes tu lugar. Se fiel a tu posición y hallarás que la mansedumbre hará cesar grandes ofensas. Los que estamos bajo alguna autoridad (en la casa son los padres, en el colegio, los profesores, inspectores y otros; en el trabajo, nuestros superiores jerárquicos), a cada uno de ellos, fue Dios quien los llevó al punto en que están. “Sed pues sujetos a toda ordenación humana por respeto a Dios: ya sea al rey, como a superior” (1a Ped.2:13).
- (5–7) Quienes están en eminencia deben ser cuidadosos al escoger a quienes pondrán en lugares de poder y confianza.
Es un mal enorme y de gran alcance cuando los gobernantes emiten sentencias erróneas. Tampoco debemos olvidar que los que gobiernan son seres falibles, pueden cometer errores y de hecho vaya que los cometen, lo que se traduce en un gran daño para muchos.
Es nuestro deber orar por nuestros gobernantes: “Amonesto pues, ante todas cosas, que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, hacimientos de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” (1a Tim.2:1–2).
- (8–11) Hemos de procurar vivir en paz con todos sin mezclarnos con los sediciosos.
Salomón presenta ejemplos que ilustran cómo una necedad pequeña puede costarle cara al más sabio. Siempre debemos estar conscientes de que en la vida abundan los peligros y las incertidumbres y por eso es necesario actuar con prudencia.
1) “El que hiciere el hoyo caerá en él”. Es un caso recurrente, Sal.7:15; 57:6; Prov.26:27.
2) “El que aportillare el vallado”. Mientras el necio hecha a perder la propiedad de su vecino, él mismo puede llegar a un daño mayor “morderále la serpiente”.
3) “El que mudare las piedras… el que cortare la leña, en ella peligrará”. Dos trabajos en que un descuido puede llegar a costar la vida de alguien (Deut. 19:5), de la misma forma una conducta descuidada puede ser de escándalo para hermanos nuevos que pueden ser muy dañados por comentarios hechos sin sabiduría y hechos sin cuidado de la audiencia presente.
4) “Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado”. Cuando el filo del hacha está dañado, el trabajo es más fatigoso, el sabio prepara el hacha antes de usarla.
5) “Muerde la serpiente cuando no está encantada, y el lenguaraz no es mejor”. Tan peligrosa como una mordedura de serpiente es aquel que habla como un necio.
- (12–15) Debemos dominar la lengua.
Mientras las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, los labios del necio causan su propia ruina.
El necio es conocido por utilizar muchas palabras. El propio Salomón nos aconseja: “En las muchas palabras no falta pecado: mas el que refrena sus labios es prudente” (Prov.10:19).
- (18–19) Debemos ser diligentes en nuestro trabajo y así proveer a nuestras familias.
Dios nos llama a buscar la excelencia en cada tarea que debemos emprender. La pereza o indolencia en resolver oportunamente una situación sólo acarreará un desastre.
Estos textos además son aplicables a los gobernantes, el v.18 ilustra la caída de una nación, las siguientes líneas dan la razón de dicha caída: líderes que son necios, egoístas, y que les importa únicamente el bien y placer personal.
Velemos, en lo que nos corresponda para evitar estas consecuencias funestas para nuestra familia y también para nuestra nación.
- (20) No debemos hablar mal de nuestros gobernantes.
El chisme tiene senderos oscuros insondables e inentendibles, un proverbio que aparece en muchas culturas es “un pajarito me dijo…” Así como aquel que está en un lugar prominente, respecto del nuestro, se puede enterar de nuestros dichos y tomar medidas en nuestra contra, mucho más sucederá en cuanto al mal que hacemos delante de Dios, mientras en el primer caso, puede llegar a suceder que la persona no se entere jamás de lo que hemos hecho o dicho, eso no es posible que suceda con Dios, Él es Omnisciente y Omnipresente, no existe algo que Dios no conozca de nuestra vida.
ECLESIASTÉS 11.
En este capítulo Salomón nos lleva a meditar en dos puntos especiales:
1) (vs.1–6) Una exhortación a la generosidad con los pobres.
2) (vs.7–10) Una advertencia a prepararse para la muerte y el juicio de Dios.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 11:
- (1–6) Una exhortación a la generosidad con los pobres.
1) (vs.1–2) Trabajando por una ganancia que no se ve inmediatamente.
Vemos en este texto dos lecciones similares sobre el deber de ser caritativos:
- Da sin esperar una retribución. Numerosos comentaristas interpretan este texto como: Comparte tus cosas materiales a los necesitados de una manera que podría llegar a parecer un derroche, tal como pareciera decir la expresión: “echa tu pan sobre las aguas”, y cuando menos lo esperes, vendrá la recompensa.
- Nuestra caridad, dentro de nuestras posibilidades, no debe tener límites. “Reparte a siete, y aun a ocho…”. Sé generoso mientras tengas y haz amigos mientras queda tiempo, porque nadie sabe cuándo necesitarás de ellos. El concepto en este consejo salomónico es muy interesante, para los hebreos el “7” era el número que representaba la perfección, algo completo, el “8” en este caso colma la medida indefinidamente, es decir, comparte o da siempre que se te presente la ocasión de hacerlo.
La exhortación es: actúa con sentido de urgencia pues nadie sabe cuándo puede sobrevenir una calamidad que nos prive de la vida o, al menos, de las oportunidades de hacer el bien a otros. Esto mismo el apóstol lo expresa al instarnos a vivir “redimiendo el tiempo, porque los días son malos.” (Ef.5:16).
2) (vs.3–6) Actúa con diligencia.
El mundo está lleno de situaciones sobre las que nosotros no tenemos control, incluyendo los propósitos de Dios. No hay virtud en una perplejidad ansiosa, pero hay esperanza para los que son diligentes y cumplen su obra.
Este texto es un llamado a llevar a cabo nuestros deberes cotidianos, a pesar de desconocer lo que nos deparará el futuro. No pongamos nuestra mirada en las dificultades que nos paralizarán. Busquemos la forma de cumplir con nuestras obligaciones. Hay muchas circunstancias que escapan a nuestro control pero no del control divino. El que se paraliza por las incertidumbres se quedará, al final, sin nada.
La enseñanza que debemos atesorar de estos versículos es qué: Dependemos de Dios en todo y especialmente en aquellas cosas que escapan a nuestro control y, nuestro deber es aprovechar de hacer el bien en todas las oportunidades que se nos presenten.
Todos estos consejos son excelentes para vivir bien. Prestémosle atención y en oración roguemos al Señor que nos ayude a vivir según ellos.
- (7–10) Una advertencia a prepararse para la muerte y el juicio de Dios.
La muerte es inminente, y con ella viene la retribución. El goce y el juicio, aunque extraños compañeros, vienen juntos en esta sección, porque, lo uno y lo otro, demandan el más profundo compromiso del hombre. Lo sorprendente, es qué ninguno predomina sobre lo otro. En un mundo creado para el goce pero dañado por el pecado, el juicio y el goce o placer están en tensión. Con un excesivo goce, el juicio se levanta como una fuerza amenazadora; y con un juicio excesivo, el goce padece.
El v.9 merece una nota especial. Complementemos este texto con “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada.” (1a Cor.6:12). Dios nos abre las puertas a vivir con alegría, sin embargo, nos recuerda que somos sus hijos y como tales seremos sometidos a su juicio. ¿Cómo entender esta libertad aparentemente coartada? El Señor simplemente nos dice: Goza de la vida pero cuídate de no pecar. El equilibro que se pide asegura que el goce no es un abandono irreflexivo y pecaminoso a todo lo que se nos pone por delante. El placer se experimenta en la fe y en la obediencia, porque, como Salomón ha dicho repetidas veces, sólo se puede recibir la verdadera satisfacción como un don de Dios.
ECLESIASTÉS 12.
Hemos llegado al final del mensaje del Predicador. Es la conclusión del Libro de Eclesiastés. Son las palabras llenas de bondad de Salomón hacia los jóvenes que lo rodeaban. Recordemos que él escribió este libro en sus últimos días.
Hallamos en esta conclusión:
1) (vs.1–7) Una exhortación a los jóvenes para que practiquen desde temprana edad la verdadera religión, sin dejar los ejercicios de la piedad para la vejez, cuando todo es más difícil y dificultoso.
2) (v.8) Una repetición del texto base sobre el que ha desarrollado todo su discurso.
3) (vs.9–12) Una confirmación y recomendación urgente para reflexionar en lo que ha escrito, como algo digno de ser considerado con toda seriedad.
4) (vs.13–14) Un encargo a todos para que sean verdaderamente piadosos y temerosos de Dios.
Algunos motivos de reflexión que podemos considerar en Eclesiastés 12:
- (1–7) Una exhortación a los jóvenes para que practiquen desde temprana edad la verdadera religión, sin dejar los ejercicios de la piedad para la vejez, cuando todo es más difícil y dificultoso.
“Acuérdate de tu Criador… los malos días”. Recordemos que somos posesión de Dios, de modo que sirvámosle desde el comienzo de nuestros días, no al final de estos, cuando nuestro servicio queda muy limitado.
Este “Acuérdate de tu Criador” es el mejor antídoto contra la decadencia moral que en nuestros días afecta tan seriamente a la sociedad entera y especialmente a jóvenes, adolescentes e incluso, hoy en día, a niños. Pablo le aconseja a Timoteo “Huye también los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón.” (2a Tim.2:22).
La expresión poéticamente dicha de la cercanía de la muerte debe ser considerada con toda responsabilidad, el paso de los años trae consigo debilidades que restringen nuestro servicio a Dios. El consejo es: no demos las fuerzas de nuestra juventud al mundo, reservando para Dios nuestros últimos días cuando ya habremos perdido nuestras fuerzas para el servicio del Señor.
“No des a los extraños tu honor, y tus años a cruel; porque no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y gimas en tus postrimerías, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo, y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión; y no oí la voz de los que me adoctrinaban, y a los que me enseñaban no incliné mi oído!” (Prov.5:9–13).
- (8) Una repetición del texto base sobre el que ha desarrollado todo su discurso.
“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad”. Estas palabras las entrega un Predicador qué, habiendo sentido en su vida el peso de su pecado, se ha vuelto al Señor y, que al hablar, está expresando con toda autoridad lo que Dios le ha permitido conocer, es un discurso basado en la experiencia directa, que le ha significado pagar un alto precio por haber confiado en lo que el mundo le ofrecía y de la necedad de esperar de ese medio grandes cosas.
Prestemos especial atención a los consejos de Salomón y sin duda podremos evitar muchos descalabros en nuestra vida y llegada la edad avanzada podremos gozarnos en mirar hacia atrás y tener el gozo de que dimos nuestra vida a Aquel que estuvo dispuesto a dar la suya por nosotros.
- (9–12) Una confirmación y recomendación urgente para reflexionar en lo que ha escrito, como algo digno de ser considerado con toda seriedad.
La búsqueda de conocimiento por parte del Predicador no le hizo menos sabio. Él aún era un maestro para el pueblo y un escritor de proverbios.
Salomón mantuvo la confianza en el poder de las palabras para enseñar, retar y cambiar a las personas. Una confianza especial era apropiada en esas palabras dadas por un Pastor, aún si estas venían a través de sabios o maestros y movían nuestras voluntades golpeando nuestra memoria.
La advertencia de Salomón a los jóvenes es: ten un especial cuidado para escuchar y ser amonestado por las palabras de Dios, dadas por un Pastor.
- (13–14) Un encargo a todos para que sean verdaderamente piadosos y temerosos de Dios.
La investigación que Salomón emprendió, él la enunció en Ecl.2:3: “Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.” Él buscaba conocer la verdadera felicidad y los medios por medio de los cuales se podía conseguir.
Su conclusión es que sólo la piedad sincera es el camino exclusivo que lleva a la dicha verdadera. Entonces simplemente nos dice: “Teme a Dios”, dejen que sea Él quien reine en sus corazones. Contemplen su majestuosa santidad, soberana autoridad y renuncien a considerar sus caminos y opciones de vida para buscar los caminos y la vida que Él ya tiene preparados para cada uno de nosotros.
Reflexión final.
Al concluir con nuestra revisión devocional del Libro de Eclesiastés, espero que nos haya quedado más claro cómo vivir en este mundo, post caída de nuestros primeros padres, marcando nuestras vidas hasta que, por la gracia de Dios, fuimos atraídos al evangelio.
Este libro fue escrito para aquellos que intentan encontrar el gozo sin Dios. Hemos visto que la búsqueda de la felicidad en que se embarca Salomón, por medio de las experiencias y la filosofía, sólo lleva a una vida vacía y vana. Cristo no vino al mundo para hace que nuestra vida sea soportable. Vino a darnos vida abundante (Jn.10:9–10). Cristo sigue siendo el único Pastor, fuente de toda sabiduría (Ecl.12:11). Por eso, sin Cristo toda búsqueda será inútil e infructuosa. Recordemos el coro del himno “Mira a Cristo y vivirás”:
Mira a Cristo y vivirás;
Mira, y vida en Él tendrás.
En su santo Libro Dios nos ha hablado:
“Sólo mira a Cristo y vivirás”.
Amén.
Bibliografía
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- Santa Biblia – Reina Valera Gómez RVG 2010, publicada por Iglesia Bautista Caridad.
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- Antiguo Testamento Interlineal Hebreo – Español, Tomo IV: Libros Poéticos, Ed. CLIE, 1997.
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- Graeme Goldsworthy, Evangelio y Reino, Edit. Torrentes de Vida, 2014.
- Apuntes de Panorama del Antiguo Testamento, Ramo de Síntesis Bíblica 1, Seminario Fundamentalista Bíblico – Sede Santiago.